El curioso sistema del siglo IX que sigue funcionando en la Mezquita de Córdoba cuando llueve a cántaros
La Mezquita-Catedral de Córdoba, una de las joyas arquitectónicas más emblemáticas del mundo y patrimonio de la Humanidad, no solo destaca por su encanto y su historia, sino también por la ingenio con el que se diseñaron algunas de sus . Uno de estos aspectos menos conocidos es el sistema de canalización y expulsión de lluvias que fue introducido durante el siglo XIX y actúa como un acueducto romano. El sistema de expulsión de aguas fue concebido para solucionar problemas derivados de borrascas como la que está afectando a la ciudad durante estos días, que aunque sean ocasionales, podrían causar daños significativos al edificio a largo plazo. Este mecanismo utiliza una red de canales, ubicados estratégicamente en las cubiertas, que recogen y dirigen el agua hacia salidas específicas, evitando que se acumule y deteriore el edificio. Las cubiertas inclinadas y los canalones llevan las aguas hacia conductos que desembocan en desagües que dan a la calle. Cabe señalar que este sistema milenario es fruto de una actualización que se integró posteriormente a su construcción. La estructura original de la Mezquita facilitó la implementación de este mecanismo sin alterar su estética, demostrando así su durabilidad y eficiencia que resultan admirables. A diferencia de otras intervenciones más recientes en monumentos históricos que dependen de sistemas automatizados, este mecanismo se basa únicamente en principios físicos simples, como la gravedad y la inclinación estratégica de las cubiertas. No requiere mantenimiento sofisticado ni actualizaciones tecnológicas, minimizando además las alteraciones en la estética del monumento. Este sistema es un ejemplo de cómo adaptando soluciones prácticas a edificaciones históricas , diseñadas con ingenio, pueden perdurar frente al paso del tiempo sin quedar obsoletas. Su funcionalidad no solo garantiza la protección frente a dureza del clima, sino que además refuerzan la idea de que, en ocasiones, no es necesario introducir lo último en tecnología para preservar el patrimonio cultural. Hoy, mientras admiramos la majestuosidad de la Mezquita de Córdoba, recordemos que su preservación no solo es el resultado de siglos de historia, sino también de ingeniosas soluciones técnicas. La combinación de ingeniería, arquitectura y conservación ha sido clave para seguir disfrutando en pleno siglo XXI de este tesoro cultural.
La Mezquita-Catedral de Córdoba, una de las joyas arquitectónicas más emblemáticas del mundo y patrimonio de la Humanidad, no solo destaca por su encanto y su historia, sino también por la ingenio con el que se diseñaron algunas de sus . Uno de estos aspectos menos conocidos es el sistema de canalización y expulsión de lluvias que fue introducido durante el siglo XIX y actúa como un acueducto romano. El sistema de expulsión de aguas fue concebido para solucionar problemas derivados de borrascas como la que está afectando a la ciudad durante estos días, que aunque sean ocasionales, podrían causar daños significativos al edificio a largo plazo. Este mecanismo utiliza una red de canales, ubicados estratégicamente en las cubiertas, que recogen y dirigen el agua hacia salidas específicas, evitando que se acumule y deteriore el edificio. Las cubiertas inclinadas y los canalones llevan las aguas hacia conductos que desembocan en desagües que dan a la calle. Cabe señalar que este sistema milenario es fruto de una actualización que se integró posteriormente a su construcción. La estructura original de la Mezquita facilitó la implementación de este mecanismo sin alterar su estética, demostrando así su durabilidad y eficiencia que resultan admirables. A diferencia de otras intervenciones más recientes en monumentos históricos que dependen de sistemas automatizados, este mecanismo se basa únicamente en principios físicos simples, como la gravedad y la inclinación estratégica de las cubiertas. No requiere mantenimiento sofisticado ni actualizaciones tecnológicas, minimizando además las alteraciones en la estética del monumento. Este sistema es un ejemplo de cómo adaptando soluciones prácticas a edificaciones históricas , diseñadas con ingenio, pueden perdurar frente al paso del tiempo sin quedar obsoletas. Su funcionalidad no solo garantiza la protección frente a dureza del clima, sino que además refuerzan la idea de que, en ocasiones, no es necesario introducir lo último en tecnología para preservar el patrimonio cultural. Hoy, mientras admiramos la majestuosidad de la Mezquita de Córdoba, recordemos que su preservación no solo es el resultado de siglos de historia, sino también de ingeniosas soluciones técnicas. La combinación de ingeniería, arquitectura y conservación ha sido clave para seguir disfrutando en pleno siglo XXI de este tesoro cultural.
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