El concilio cadavérico: cuando el esqueleto de un Papa fue llevado a juicio por su sucesor

La lucha de poder entre los sucesores de Carlomagno dio lugar a una de las escenas más macabras de la Edad MediaEl cónclave más largo de la Historia: tres años encerrados entre disputas, racionamiento de comida y hasta muertes A finales del siglo IX tuvo lugar una de las escenas más tétricas que se vivieron en el pontificado, cuando la momia de un Papa fue llevada a juicio por el que fue uno de sus sucesores e incluso contó con un diacono para que le defendiera de las acusaciones, a las que no pudo rebatir por tratarse de un cuerpo sin vida. Hablamos de lo que se ha llamado como Concilio Cadavérico o Sínodo del Terror, un episodio de los más macabros que se han vivido en la historia, y que sucedió en un período de luchas de poder entre los que fueron los sucesores del imperio de Carlomagno. Formoso I, el Papa cadáver que protagonizó el Concilio Cadavérico Las pugnas por el poder en el imperio germánico tenían gran relevancia a finales del siglo IX, en el momento del papado de Formoso I, quien fue elegido en el 891 y falleció tan solo cinco años después. El nuevo Papa había llegado al pontificado apoyado por la rama germánica que lideraba el rey Arnulfo de Carintia, y esto hizo que se convirtiera en enemigo de los duques de Spoleto, que encabezaba Guido II. Este obligó al Papa a acudir a la ciudad de Rávena para coronarlo emperador, pero fallecería en el 894, generando un grave conflicto. Y es que su sucesor, Lamberto, era visto por el pontífice como un “mal cristiano” y autor de varias vejaciones a la Iglesia, pero este se instaló en Roma para presionar su nombramiento como emperador. Ante los hechos, Formoso I decidió pedir ayuda a Arnulfo de Carintia, que acudió a la llamada con sus tropas. Así fue como Lamberto de Spoleto fue expulsado de Roma y el Papa entregó la corona imperial de Carlomagno a Anrolfo. Este estaba ya preparado para llevar a cabo una invasión de la parte occidental del imperio y que estaba en manos de sus enemigos, cuando sufrió una parálisis que lo hizo a irse de Italia. Esto fue aprovechado por Lamberto de Spoleto y su madre, viuda de Guido, para volver a Roma, que derivaría el 4 de abril de 896 en la muerte violenta de Formoso I. Pero ahí no quedaría la cosa, y estos preparaban una venganza hacia el pontífice que iba más allá de su vida, y para ello lo primero que hicieron fue nombrar sucesor a un partidario, Bonifacio VI, que, sin embargo, moriría tan solo quince días después de ser nombrado Papa. Concilio Cadavérico: la macabra venganza sobre Formoso I Así, fue el siguiente, Esteban VI, el que se encargaría de la Damnatio memoriae, la condena de la memoria que denominaban los romanos, que sería más que deshacer lo hecho por Formoso I, sino que llevarían a su momia a juicio, dando lugar al conocido concilio cadavérico y que ha traspasado siglos de historia, como pretendía Lamberto de Spoleto. El esqueleto del papa Formoso I fue así sentado en un tribunal eclesiástico, ataviado con la vestimenta pontifica y atado a la silla para que se mantuviera erguido, emitiendo un “hedor terrible” como relata la crónica del concilio romano de 898 sobre lo sucedido. La macabra escena no frenó la venganza de los Spoleto, que condenaron al Papa de haberse dejado elegir obispo de Roma cuando ya era en ese momento la cabeza de otra diócesis, la de Porto, de perjuro y ambición desmedida, con lo que fue declarado Papa ilegítimo por haber llegado a la silla de forma irregular. Por eso, su cuerpo fue llevado a una fosa en la que yacían otros condenados, para más tarde ser lanzado al río Tíber, que cuenta la leyenda sería donde fue encontrado por un ermitaño y dado sepultura cristiana, tras ser revocada su legalidad como pontífice por Teodoro II, que fue asesinado tres semanas después de su elección, y que había sido a su vez el sucesor del sucesor de Esteban VI, quien fue estrangulado por partidarios de Formoso I que invadieron el Vaticano para vengar su macabro juicio en el 897.

Abr 25, 2025 - 18:00
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El concilio cadavérico: cuando el esqueleto de un Papa fue llevado a juicio por su sucesor

El concilio cadavérico: cuando el esqueleto de un Papa fue llevado a juicio por su sucesor

La lucha de poder entre los sucesores de Carlomagno dio lugar a una de las escenas más macabras de la Edad Media

El cónclave más largo de la Historia: tres años encerrados entre disputas, racionamiento de comida y hasta muertes

A finales del siglo IX tuvo lugar una de las escenas más tétricas que se vivieron en el pontificado, cuando la momia de un Papa fue llevada a juicio por el que fue uno de sus sucesores e incluso contó con un diacono para que le defendiera de las acusaciones, a las que no pudo rebatir por tratarse de un cuerpo sin vida.

Hablamos de lo que se ha llamado como Concilio Cadavérico o Sínodo del Terror, un episodio de los más macabros que se han vivido en la historia, y que sucedió en un período de luchas de poder entre los que fueron los sucesores del imperio de Carlomagno.

Formoso I, el Papa cadáver que protagonizó el Concilio Cadavérico

Las pugnas por el poder en el imperio germánico tenían gran relevancia a finales del siglo IX, en el momento del papado de Formoso I, quien fue elegido en el 891 y falleció tan solo cinco años después. El nuevo Papa había llegado al pontificado apoyado por la rama germánica que lideraba el rey Arnulfo de Carintia, y esto hizo que se convirtiera en enemigo de los duques de Spoleto, que encabezaba Guido II.

Este obligó al Papa a acudir a la ciudad de Rávena para coronarlo emperador, pero fallecería en el 894, generando un grave conflicto. Y es que su sucesor, Lamberto, era visto por el pontífice como un “mal cristiano” y autor de varias vejaciones a la Iglesia, pero este se instaló en Roma para presionar su nombramiento como emperador. Ante los hechos, Formoso I decidió pedir ayuda a Arnulfo de Carintia, que acudió a la llamada con sus tropas.

Así fue como Lamberto de Spoleto fue expulsado de Roma y el Papa entregó la corona imperial de Carlomagno a Anrolfo. Este estaba ya preparado para llevar a cabo una invasión de la parte occidental del imperio y que estaba en manos de sus enemigos, cuando sufrió una parálisis que lo hizo a irse de Italia.

Esto fue aprovechado por Lamberto de Spoleto y su madre, viuda de Guido, para volver a Roma, que derivaría el 4 de abril de 896 en la muerte violenta de Formoso I. Pero ahí no quedaría la cosa, y estos preparaban una venganza hacia el pontífice que iba más allá de su vida, y para ello lo primero que hicieron fue nombrar sucesor a un partidario, Bonifacio VI, que, sin embargo, moriría tan solo quince días después de ser nombrado Papa.

Concilio Cadavérico: la macabra venganza sobre Formoso I

Así, fue el siguiente, Esteban VI, el que se encargaría de la Damnatio memoriae, la condena de la memoria que denominaban los romanos, que sería más que deshacer lo hecho por Formoso I, sino que llevarían a su momia a juicio, dando lugar al conocido concilio cadavérico y que ha traspasado siglos de historia, como pretendía Lamberto de Spoleto.

El esqueleto del papa Formoso I fue así sentado en un tribunal eclesiástico, ataviado con la vestimenta pontifica y atado a la silla para que se mantuviera erguido, emitiendo un “hedor terrible” como relata la crónica del concilio romano de 898 sobre lo sucedido.

La macabra escena no frenó la venganza de los Spoleto, que condenaron al Papa de haberse dejado elegir obispo de Roma cuando ya era en ese momento la cabeza de otra diócesis, la de Porto, de perjuro y ambición desmedida, con lo que fue declarado Papa ilegítimo por haber llegado a la silla de forma irregular.

Por eso, su cuerpo fue llevado a una fosa en la que yacían otros condenados, para más tarde ser lanzado al río Tíber, que cuenta la leyenda sería donde fue encontrado por un ermitaño y dado sepultura cristiana, tras ser revocada su legalidad como pontífice por Teodoro II, que fue asesinado tres semanas después de su elección, y que había sido a su vez el sucesor del sucesor de Esteban VI, quien fue estrangulado por partidarios de Formoso I que invadieron el Vaticano para vengar su macabro juicio en el 897.

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