El cine español calla ante la violencia sexual hacia las mujeres de la industria
Un nuevo informe, con más de 300 testimonios de mujeres del sector audiovisual, documenta este riesgo laboral que se ha normalizado

Hace unos meses, con la temporada de los Goya, se respiraba un clima eufórico acerca de nuestro sector audiovisual que nos hacía sacar pecho. El made in Spain de la pequeña y gran pantalla nos enorgullece aunque no formemos parte del sector.
Y es una sensación con la que seguro puedes identificarte cada vez que abres una plataforma de streaming y te suenan las caras de nuestro país. Lo hemos conseguido, estamos ahí. Aunque hay mucho que no vemos de ese logro, pero que comparten -seguro- la mayoría de obras audiovisuales nacionales: violencia hacia las mujeres.
Es algo que este jueves ha quedado en evidencia tras la presentación del primer informe estatal sobre la violencia sexual en la industria audiovisual española, una investigación de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) que documenta no solo cómo opera, sino el impacto en las vidas de las mujeres del sector.
La violencia en el cine es estructural, sistémica y ha estado invisibilizada por su normalización, algunas de las conclusiones que presentan las doctoras Bárbara Tardón y Nerea Barjola en Después del silencio. Impacto de los abusos y violencias sexuales contras las mujeres en la industria del cine y el audiovisual (que ya se puede consultar en su página web).
Desde la escuela de interpretación a los castings, pasando por los despachos, rodajes, fiestas de promoción, o la distribución de las películas, las más de 300 mujeres que forman parte de su investigación confirman lo que adelantó el #MeToo hace unos años. Esta violencia forma parte del entorno laboral, se basa en las desigualdades jerárquicas, y las mujeres de la industria la sienten como inevitable.
También las investigadoras dan la voz de alarma acerca de las más vulnerables de la industria, las mujeres jóvenes quienes sufren doble discriminación porque profesores de academia, directores de casting o productores las ven como 'presas' y su consentimiento no es libre en el momento que se encuentran en una situación de vulnerabilidad con alguien a quien admiran o a cierta práctica sexual de distancia de conseguir un proyecto.
No es nuevo en el cine español. "Un director muy importante de la época me quiso para una peli y era 'Te quiere tocar las tetas también el señor director para ver si esto lo quiere para la película'" recoge la investigación sobre el testimonio de una de las participantes en un grupo de discusión de 55 a 77 años.
Esto es algo que tiene un impacto enorme en la vida de las mujeres, ya que muchas de las que han vivido situaciones de violencia sexual no pueden continuar su trayectoria laboral y así como consecuencias físicas y psicológicas que arrastran de por vida.
Un director muy importante de la época me quiso para una peli y era "Te quiere tocar las tetas también el señor director para ver si esto lo quiere para la película"
No hay que olvidar que el sostén de esta violencia es que se ampara en el silencio colectivo, primero en el miedo a hablar de las víctimas por no ser creídas o por ser revictimizadas, pero también el silencio de quienes ven o saben de conductas y callan.
Que, aún en el caso de que quisiera denunciarse, Nerea Barjola y Bárbara Tardón también han reflejado en el informe la ineficacia de los protocolos -que se convierten en algo más simbólico que efectivo-, así como la ausencia de inspecciones o que no haya formaciones transformadoras, puesto que las actuales no van más allá de 5 o 10 horas.
Violencia sexual, un riesgo laboral dentro del sector
Los datos de cientos de mujeres del sector que han participado en la investigación (de 20 a 80 años) son escalofriantes, como que el 60,3% declararon haber sufrido algún tipo de violencia sexual, el 81% manifestaron haber sufrido acoso verbal, el 49,5% acoso físico y el 22,3% violencia sexual en el plano digital.
Hay unanimidad en la reacción: el 92% no han denunciado, el 6,9% lo hicieron ante un cuerpo de seguridad, policía autonómica o juzgado y solo el 13,6% lo contaron a una persona responsable (superior o de recursos humanos). Y esa gran falta de actuación de cara a contar lo sucedido tampoco es casualidad.
En primer lugar, la falta de credibilidad o burla por parte de los equipos de trabajo ya es el primer dispositivo de silenciamiento, también la desconfianza de los canales de denuncia o la ausencia de mecanismos efectivos de actuación y seguimiento. Sin olvidar la presión laboral por el miedo a represalias.
"Si tenemos que sacar a esta persona del proyecto, vamos a tener que paralizar el rodaje y no nos podemos poner ahora a paralizar el rodaje", es otro de los recuerdos de una de las mujeres del informe que dio su testimonio para la investigación.
La conclusión es que todas las mujeres profesionales (actrices, dirección, arte, maquillaje, peluquería, sonido, guion, producción, posproducción…) han enfrentado alguna forma de violencia sexual en la industria y que prevalece la impunidad de los agresores y del entorno que lo silencia.
Es una forma de discriminación que se repite a todas las edades y contextos, en espacios de trabajo, ocio, privados y digitales y que actúa como mecanismo de exclusión empujando a las mujeres fuera del sector.
Su objetivo, dice Guadalupe Balaguer (presidenta del CIMA) al terminar la rueda de prensa, es una industria segura y libre de violencias, de hecho la petición de medidas urgentes quedan claras en su investigación. Si esto será un punto de partida, es un positivismo al que no queda otra que aferrarse.
Pero mi parte más negativa -o realista-, sale a la luz cuando charlo con una compañera antes de irme de la jornada, ya no puedo evitar preguntarme cuántas de las películas o series que he visto en los últimos años han aparecido en los testimonios de violencia.