El chiste con el que Conan O’Brien confirmó que conducirá los Oscar en 2026
Conan O’Brien volverá como anfitrión de la fiesta que se llevará a cabo el 15 de marzo del año próximo

“La única razón por la que conduciré los Oscar el año que viene es porque quiero escuchar el final del discurso de Adrien Brody”. Con esa broma, Conan O’Brien confirmó hoy que volverá a ser el anfitrión de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood en 2026. La 98a. edición de la gala se realizará el 15 de marzo en el Teatro Dolby en pleno corazón de Hollywood.
Más allá del chiste, lo cierto es que la temprana confirmación de O’Brien responde a los buenos resultados que obtuvo por la difícil tarea de conducir la ceremonia de entrega de los galardones más famosos del cine industrial. Además del visto bueno de los críticos, que destacaron la labor del cómico como lo mejor de una fiesta que tuvo algunos tropiezos -el peculiar tributo musical dedicado a James Bond, por ejemplo-, las cifras de rating también le dieron su aprobación a O’Brien. Su estilo de humor mordaz pero nunca agresivo, que no suele cargar las tintas sobre temas de política, se ajustó a lo que buscaban tanto de la Academia como de la cadena ABC, propiedad de Disney, el canal encargado de transmitir la ceremonia en los Estados Unidos hasta 2028 inclusive.
Al desnudo
Hace pocos días, antes de que se confirmara que volvería a conducir la ceremonia de los Oscar, O’Brien hizo un repaso de su experiencia sobre el escenario del Teatro Dolby en un episodio especial de su exitoso podcast Conan O’Brien Needs a Friend (Conan O’Brien necesita un amigo). Allí, el comediante y su guionista principal Mike Sweeney contaron algunos detalles del detrás de escena de su trabajo para la gran noche.
“La Academia se toma algunas cosas muy en serio. Cuando grabamos un corto promocional en el que jugamos con la idea de que la estatuilla gigante y yo éramos compañeros de casa que no se llevan bien, todo marchaba sobre ruedas hasta que les sugerimos acostar al Oscar en un sillón para hacer un chiste sobre su falta de colaboración con la limpieza del hogar. Pero no pudimos hacerlo. Nos dijeron: “No, no. no. Eso no pasará. Oscar no puede aparecer horizontal en cámara”. Y cuando sugerimos ponerle un delantal otra vez nos bajaron el pulgar. Según nos aclararon, el Oscar siempre debe estar desnudo”, recordó O’Brien entre risas. Además, el comediante reveló que habían planeado un comienzo de ceremonia muy distinto al que finalmente se vio en el aire con él “saliendo” del cuerpo de una mujer haciendo referencia a una escena de la película La sustancia.
“Empezaba conmigo en el decorado de Wicked, pintado enteramente de verde y cantando “Defying Gravity” o algunas de las otras canciones del musical. De ahí pasaba a una escena de Gladiador 2 dónde sostenía una espada en la arena romana pero todavía estaba pintado de verde”, explicó O’Brien en su podcast. El segmento pregrabado también iba a ponerlo en películas como Duna: parte 2 y Nosferatu con los actores de esos films reaccionando al verlo maquillado así. “Todo el chiste era que la pintura no salía”, detalló el conductor que finalmente dejó de lado la idea porque solo tenían un día para grabar el complicado clip que además iba a chocar con el número musical planeado por los productores como un tributo a Los Ángeles, que contaría con las actuaciones de Ariana Grande y Cynthia Erivo, las estrellas de Wicked.
La buena noticia es que a diferencia de lo que sucedió en 2025, él y su equipo tendrán casi un año para prepararse para la ceremonia que viene. Un tiempo más que suficiente para escribir la nueva presentación aprovechando la experiencia ya adquirida que les servirá para lidiar con una novedad a tener en cuenta en términos de la duración de la gala: por primera vez desde finales de los 90, cuando se agregó el rubro de mejor película de animación, los Oscar sumarán uno nuevo. Se trata de la categoría de mejor casting, un premio que la industria reclamaba hace décadas pero que conspirará directamente con el esfuerzo de los productores de acortar la extensión de la ceremonia. Un objetivo que se propuso cada anfitrión antes de O’Brien, al que aspiró él mismo en la fiesta de principios de marzo y que volverá a intentar alcanzar cuando vuelva a subir al escenario del Teatro Dolby. Aunque para él lo más importante del regreso es que ya no tendrá que añorar lo que más disfrutó de ser el conductor de los premios Oscar: “la iluminación en el escenario es la mejor que haya tenido nunca. Durante los ensayos me miraba en el monitor y no me reconocía. Ese tipo no era yo. Sé que mucha gente en las redes se preguntaba si me había hecho algún procedimiento estético. Pero no. Era la iluminación. Es lo que más extraño”.