Se fue a negro, negro negrísimo, como todos nos fuimos a donde pico el pavo en esas horas que quedan para las páginas del recuerdo, como el anverso del gol de Iniesta o las lágrimas de la Infanta en Montjuic en los Juegos Olímpicos . Sentí jindama, miedo del que paraliza, miré a mi Esperanza de Málaga fosforescente en la funda del móvil y supe que llegaban los marcianos, Putin, o que Sánchez hablaría tarde y mal, o que de un carro iban a gritar consignas con gasolinas tropicales. En el pensar entraron los apagones de Venezuela y un Abel Caballero iluminado con los contornos que da una vela. Supe que el día traía su afán largo. Entraba en lo...
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