Vivimos en una época en la que cumplir objetivos se ha convertido en un símbolo de éxito. Es casi una obligación. Nos exigimos ser productivos, eficientes, resolutivos. Llenamos agendas, listas y calendarios con metas, tareas y propósitos . Sin embargo, sabemos que no es lo mismo estar activo que ser eficiente . Que no es lo mismo alcanzar metas que sentirnos realizados con ellas. Cuando organizamos nuestro tiempo desde la exigencia , el estrés o el piloto automático, corremos el riesgo de convertirnos en gestores de tareas pendientes y no prestamos la suficiente atención a nuestro verdadero objetivo de vida. Nos perdemos en metas que nos encadenan a un bucle sin fin de prioridades que terminan siendo, a la larga,...
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