Diez cosas que deberíamos saber sobre los aranceles de Trump pero tenemos miedo de preguntar
Los aranceles no resuelven la incontinencia fiscal estadounidense.

Donald Trump ha cumplido con sus amenazas imponiendo aranceles del 25% a los productos mexicanos y a los productos no energéticos de Canadá, aranceles del 10% a la energía canadiense y sumando otro 10% a los productos chinos.
"Los aranceles tienen como objetivo hacer que Estados Unidos vuelva a ser rico y grande", declaró el presidente al Congreso el martes por la noche. "Habrá pequeñas alteraciones, pero no nos importa, no serán muchas", añadió. Tal es la confianza en sus políticas, que prometió más gravámenes a las importaciones de Europa, Corea del Sur, Brasil e India a partir del mes que viene.
Dado que la macroeconomía internacional es difícil y parece que Trump no la entiende, a continuación se citan 10 cosas que tanto nosotros como él deberíamos saber sobre sus aranceles.
Primero, son grandes. Las medidas sobre Canadá, México y China elevan el arancel promedio a las importaciones de bienes estadounidenses del 2,4% en 2024 a alrededor del 12% si los flujos comerciales se mantienen sin cambios. Por lo tanto, se trata de una estimación superior, pero el resultado serán barreras comerciales estadounidenses no vistas desde la Segunda Guerra Mundial.
En segundo lugar, conviene recordar que el importador paga. Los aranceles son un impuesto que se aplica a los bienes que cruzan la frontera.
En tercer lugar, aunque el importador paga, la cuestión de quién soporta el costo final es más compleja. Después de los aranceles de 2018, la cadena de suministro estadounidense asumió las consecuencias de la gran mayoría de los costos y cabe esperar que algo parecido suceda a partir de ahora.
En cuarto lugar, aunque es probable que los aranceles impuestos hasta ahora recauden u$s142.000 millones para el Tesoro estadounidense, esto es menos de una décima parte del déficit del gobierno federal estadounidense previsto para 2025, de u$s1,9 billón y supone que no habrá cambios de comportamiento. Los aranceles no resuelven la incontinencia fiscal estadounidense.
En quinto lugar, dado que las importaciones de bienes representan aproximadamente el 10% del PBI, es probable que un aumento de la tasa arancelaria en casi 10 puntos porcentuales aumente los precios al consumidor en aproximadamente un 1%. Este cálculo coincide con estimaciones más sofisticadas, como las que realizó el personal de la Reserva Federal de Boston esta semana.
En sexto lugar, un aumento de los precios es diferente de la inflación, aunque a los consumidores no les agrade mi pedantería. Sin embargo, no hay duda de que, tras la gran inflación de los últimos años, existe un riesgo mayor que antes de la pandemia de que las empresas y los hogares intenten evitar sufrir un golpe cuando los precios suban exigiendo una compensación mediante salarios persistentemente más altos. Eso es inflacionario.
Séptimo, EE.UU. es una economía muy cerrada en la que el comercio total de bienes como parte del PBI fue del 19% en 2023, en comparación con el 53% en Canadá, por ejemplo. Esto es así a pesar de la retórica de Trump de que las importaciones están dañando a EE.UU. y explica por qué las amenazas estadounidenses se escuchan más fuerte en el extranjero que en el país.
Octavo, los efectos perjudiciales de los aranceles sobre la capacidad de oferta de la economía estadounidense ejercen una presión al alza sobre los tipos de interés. En cambio, el aumento de la incertidumbre derivada de las políticas de Trump, reduce las inversiones y ejerce una presión a la baja sobre las tasas. Los inversores están cada vez más preocupados por esto último, pero las expectativas de tasas de interés siguen aumentando desde las elecciones.
Noveno, no parece que los aranceles vayan a reducir el déficit comercial, que existe porque EE.UU. consume persistentemente más de lo que produce en condiciones de pleno empleo. La forma de garantizar una caída sería generar una recesión profunda, reduciendo la demanda de importaciones.
Décimo, es poco probable que los aranceles sean populares. El aumento de los precios y los obstáculos a la compra de importaciones en el sistema comercial rara vez han gozado de popularidad entre la opinión pública. El Brexit, que tuvo el mismo efecto, es ahora tremendamente impopular en Gran Bretaña y Trump comprendió la indignación de los votantes a las subidas de precios durante su campaña electoral. Es poco probable que el público crea que esto es solo una pequeña perturbación.
Sin embargo, un grupo que se sentirá discretamente entusiasmado con la obsesión de Trump con los aranceles son los economistas. Explicar políticas disparatadas favorece los negocios y generará datos maravillosos sobre los que debatir durante años.