Declaración de Attac España ante el proceso acelerado de cambios en el entorno geopolítico occidental y europeo en particular

Comunicado de Attac España. ATTAC advierte que la utilización de los medios de comunicación de masas está siendo evidente, se pretende crear en la sociedad un estado de opinión favorable a la renuncia de determinados derechos en aras a un supuesto bien superior, “la seguridad”.

Abr 26, 2025 - 16:55
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Declaración de Attac España ante el proceso acelerado de cambios en el entorno geopolítico occidental y europeo en particular

Attac España

Abril 2025

INTRODUCCIÓN

El sistema capitalista surgido tras la II  Guerra Mundial, pilotado por EEUU como potencia hegemónica victoriosa, y plasmado en los acuerdos de Bretton Woods, está  agotado. Desde el keynesianismo de los irrepetibles “Treinta Gloriosos”, en los países de la OCDE principalmente, entre 1945 y 1973  —basados en energía y materias primas baratas, innovaciones tecnológicas y moderación salarial entre otros factores—, hasta el neoliberalismo de  los 80 y el globalismo de los 90, cada fase de este sistema ha acumulado importantes disfuncionalidades  (desigualdad de renta y riqueza, crisis cíclicas de oferta o demanda, crisis financieras, crisis climática, degradación medioambiental…).

Las teorías de la libre competencia y el libre mercado, defendidas por la doctrina económica liberal (Adam Smith y discípulos), nunca se han cumplido en la realidad, ya que no todos los operadores del mercado han tenido ni tienen el mismo poder e influencia.

La globalización del último medio siglo ha supuesto una prolongada ola de expansión capitalista mundial, aparte de unos pocos focos, ya no hay países ni pueblos que queden fuera del sistema. Todo esto se ha producido acompañado de una concentración y centralización del capital a escala mundial extremadamente rápida y sin precedentes, en forma de capital transnacional.

COYUNTURA ACTUAL

El capitalismo global se enfrenta a una crisis sin precedentes de proporciones históricas. Hemos entrado en un periodo de grandes convulsiones y cambios trascendentales. En un mundo marcado por la emergencia climática, crisis económicas y tensiones geopolíticas, el debate sobre la sostenibilidad de este sistema ha  cobrado fuerza. Autores como Naomi Klein, Paul Mason, William I Robinson y estudios  actualizados del Club de Roma sugieren que, hacia mediados de este siglo, el capitalismo en su forma actual podría enfrentarse a su ocaso, dando paso a un modelo —aún por definir pero muy probablemente de tintes autoritarios—, que gravitará alrededor de la tecnología y la inteligencia artificial.

En EEUU está surgiendo un nuevo bloque de capital que reúne a Silicon Valley con el Pentágono y Wall Street, es decir, la tecnología, las finanzas y el complejo militar-industrial, junto con el complejo farmacéutico-industrial y la energía.

La guerra en Ucrania y, sobre todo, el ascenso de un orden multipolar (EEUU, China y BRICS) acelerarán esta transición, marginando a Europa y  profundizando la brecha entre dos bloques dentro del llamado Norte Global o mundo occidental.

El proyecto neomercantilista puesto en marcha por la administración Trump —caracterizado por la protección de la industria estadounidense a través de aranceles a la importación de bienes extranjeros— y la respuesta recíproca de los países perjudicados, que amenaza con provocar una guerra comercial,  no afecta en el fondo a la crisis de hegemonía en el orden internacional, ya que la misma tiene lugar en el contexto de una economía mundial única e integrada, comandada por una clase capitalista transnacional.

Hoy vivimos el ocaso de un imperio —hasta ahora hegemónico— que no acepta la aparición de otras zonas geopolíticas emergentes, y se revuelve contra un multilateralismo inevitable. Este problema viene agravado por el hecho de que, en el contexto de una profunda crisis ecosocial, las limitaciones planetarias de materiales y energía acentúan la competencia global y, por tanto, los conflictos y los peligros de confrontación.

LA SITUACIÓN EN EUROPA

La construcción de cierta unidad europea (UE) ha significado progreso económico —con un modelo socialmente vinculado al llamado Estado de Bienestar— y, sobre todo, paz continental a lo largo de los últimos ochenta años. Sin embargo, esta unidad se realizó bajo el prisma de los intereses económicos y financieros y carente de una verdadera legitimidad democrática, ya que en casos de crisis como la financiera de 2008, ha sido la Troika (CE, BCE y el FMI) la que ha intervenido imponiendo condiciones a los Estados miembros. Además, en algunas ocasiones, la complicidad de la UE con las políticas coloniales del imperialismo estadounidense han sido evidentes (léase la intervención de la OTAN en Yugoslavia, la invasión de Libia, etc.).

A raíz de la eclosión de la guerra en Ucrania —comenzada en 2014 como consecuencia de los acontecimientos del Euromaidán y la declaración de independencia de la región del Donbass, y agravada con la invasión del país por parte de la Federación de Rusia en 2022—, Europa ha abandonado su tradicional política de concordia regional, implantada con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y profundizada tras la caída y disolución de la URSS con el llamado “dividendo de la paz”, que describe  el beneficio económico de una disminución del gasto en defensa. Ahora esto se deja de lado para abrazar el más rancio y peligroso militarismo de otros tiempos.

Tanto la Unión Europea como el resto de países europeos no integrados en la misma, han emprendido una carrera al fondo armamentista en la que planean gastar cientos de miles de millones de euros con un enorme coste de oportunidad frente a gastos sociales.

Para muestra un botón: el 7 de marzo los 27 Estados miembros del Consejo de la UE  aprobaron, a instancias de la Comisión, el plan ReArmar Europa. Se trata de un paquete de medidas que se nutrirá de fondos europeos y, sobre todo, de gasto nacional que aspira a movilizar hasta 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años, de los cuales, 150.000 millones serán en forma de préstamos (que tendrán que ser rembolsados a su debido tiempo).

“Es el momento de Europa y estamos dispuestos a dar un paso adelante”, ha dicho Ursula Von der Leyen, incidiendo en que el nuevo plan tiene como objetivo ayudar a los países a ensanchar su gasto militar y, a la vez, que puedan aumentar (más todavía) sus envíos de armamento a Ucrania.  Donald Tusk, jefe de Gobierno polaco, manifiesta que “su país debe considerar la adquisición de armas nucleares y armamento moderno no convencional“. Alemania quiere reintroducir el servicio militar obligatorio en 2025 y aprobar un paquete de centenares de millardos de euros para el ejército y el rearme, al tiempo que un tribunal declara nula la objeción de conciencia en caso de guerra. Una alta fuente comunitaria advierte: “estos gastos adicionales en defensa a lo largo del tiempo tendrán que acomodarse en los presupuestos nacionales, ya sea subiendo impuestos o reduciendo gasto, no hay forma de evitarlo”. Mark Rutte, secretario general de la OTAN, manifiesta: “por término medio, los países europeos gastan una cuarta parte de su PIB en pensiones, sanidad y protección social, y solo necesitamos redirigir una fracción de eso para reforzar mucho más la defensa”.

Estas manifestaciones, y muchas otras de la misma índole, demuestran la enloquecida dinámica emprendida por la irresponsable e incapaz clase política instalada hoy en día en los Gobiernos e instituciones de la UE, la cual remite cada vez más a la senda sin retorno que condujo a los pueblos europeos al desastre de la I Guerra Mundial, Y revela también el cinismo y la doble vara de medir utilizada por esos mismos actores ante dos ocupaciones territoriales coetáneas: la producida en Ucrania por parte de Rusia y la llevada a cabo en Palestina —con genocidio en Gaza incluido—, por parte de Israel.

Ante este panorama, en Attac nos preguntamos a qué viene este desenfreno en hablar solo de rearme y guerra y no mencionar en ningún momento términos como negociación, paz, desarme, seguridad compartida, etc. ¿Qué intereses reales se esconden detrás de todo esto? ¿Se trata quizás de superar el estancamiento económico y posible recesión en la UE a través de un keynesianismo de derechas basado en el fomento de la industria de la defensa (léase guerra)? ¿Un New Deal sesgado hacia los beneficios empresariales asegurados con dinero público a costa del gasto público social?

Hay consenso en que Europa debe incrementar su cohesión política y fortalecerse, Pero la pregunta es: ¿fortalecerse en qué? ¿Hablamos de amurallar nuestras fronteras frente a la inmigración enviando a las personas demandantes de asilo a campos de internamiento en terceros países? ¿O de armarnos hasta los dientes frente a supuestos enemigos a los que previamente hemos demonizado y cercado a lo largo del perímetro de sus fronteras?

Los valores declarados de la UE son: la paz, la inclusión, la tolerancia, la justicia, la solidaridad, el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas que pertenecen a minorías. La disyuntiva para Europa en estos momentos es ser lo que dice ser, un espacio de defensa de sus valores o ceder ante el empuje militarista en detrimento de políticas sociales y medioambientales. Una mayor cohesión política permitiría objetivos comunes, lo que incluiría la coordinación de políticas de seguridad que garantizarían la prevención ante riesgos reales.

Esta sería también la mejor manera de neutralizar el avance de la extrema derecha, alimentada por el  miedo al otro, la desigualdad y las tibias políticas aplicadas para afrontar los problemas que realmente preocupan a la ciudadanía, tales como el coste de la vida, el desempleo, la educación, la salud la vivienda o el cambio climático. Cada vez es más evidente que los partidos ultraderechistas están siendo utilizados, tanto por EEUU como por Rusia, para intentar desmembrar la Unión Europea. Frente a esto, no  basta con condenar su discurso de odio o lamentar sus victorias electorales. 

La presidencia de Donald Trump en EEUU ha representado un giro en el guión, ya no podemos ver a este país como un aliado fiable. Sus manifestaciones y actitudes con respecto a la UE  deben hacernos reflexionar y tomar las medidas necesarias para que nuestro continente sea un agente con voz propia en el escenario internacional, y disponga de las estructuras necesarias para salvaguardar sus propios intereses .(seguridad, inteligencia, investigación y desarrollo, plataformas de comunicación, industrialización, sectores estratégicos, energía, alimentos, etc.)

La actual irrelevancia política de la UE en el ámbito internacional le impide cualquier papel importante en una zona tan crítica como Oriente Medio y, especialmente, en la resolución del conflicto en Palestina, en el que actúa solo como pagadora de las sucesivas reconstrucciones tras las ruinas que deja Israel en sus ataques a Cisjordania y Gaza. Lo mismo se puede decir al hablar del espacio europeo, cuando los Estados miembros de la UE atiborran de armas a Ucrania pero guardan un silencio sepulcral ante el sabotaje de los gasoductos por donde les llegaba el gas ruso bastante más barato que el GNL importado de EEUU.

POSICIÓN DE ATTAC ESPAÑA

Entendemos que  el objetivo que hay que defender es fortalecer políticas de cohesión y de colaboración entre los diferentes Estados miembros de la UE, y la democratización de las Instituciones europeas. El papel del BCE es fundamental para que sus objetivos estén alineados con los objetivos sociales y políticos del espacio comunitario, con especial atención a los sectores estratégicos y los relacionados con el cambio climático. En cuanto a la política exterior de la UE, creemos necesario firmar tratados de amistad y cooperación con China y Rusia. Fortalecer la vía diplomática, favorecer el diálogo y el lenguaje no violento. Todos ellos factores que minimizan riesgos de teóricas agresiones.

El camino lo marcan las 39 organizaciones sindicales y de la sociedad civil (entre ellas ATTAC) que, alarmados ante la deriva de la presente situación, han enviado una carta a la Presidenta de la Comisión Europea en la que instan a la Comisión a que defienda normas que protejan la salud, la naturaleza, el clima y la justicia social.

PROPUESTAS PARA EUROPA. HACIA UN NUEVO CONTRATO ECOSOCIAL

Demandamos avanzar hacia un federalismo asimétrico y definir un nuevo  contrato ecosocial que aborde los desafíos actuales y futuros, desde la crisis climática hasta las desigualdades socioeconómicas, pasando por la transformación digital y las tensiones geopolíticas. Para ser efectivo, este contrato tendría que combinar justicia social, sostenibilidad ambiental, democracia participativa y resiliencia colectiva. A continuación, detallamos los  elementos clave que dicho contrato debería contemplar:

1. Relaciones internacionales de la UE. 

1) Respeto y cumplimiento del acuerdo plasmado en el Acta Final de la Conferencia de  Helsinki de 1975, firmada por todos los países europeos excepto Albania, además  de EEUU y Canadá. Dicho documento aborda principios como la resolución pacífica  de conflictos, el comercio y la cooperación científica y los derechos humanos,  incluida la libertad de emigración, entre otros. 

2) Apoyo y cooperación con el Proceso Helsinki+50 promovido por La Plataforma de  Solidaridad Cívica (PSC), una coalición de organizaciones y grupos cívicos de los  países miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa  (OSCE), interesados en la acción conjunta para promover y defender la paz, la  democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos. 

3) Apostar por la distensión, que active el desarme y abra las puertas al diálogo y a la  confianza mutua con el objetivo de templar los conflictos mediante el uso de la  diplomacia, la negociación, la cooperación y la no violencia. Retomar la apuesta de  los años 90 de una seguridad común y compartida sin exclusiones en el continente  europeo. 

4) Abandonar la OTAN y promover el reforzamiento de la OSCE, organización con un  enfoque integral de la seguridad que abarca aspectos político-militares, económicos  y medioambientales, y humanos. 

5) Sellar un tratado de paz y colaboración económica entre la UE y Rusia con el  propósito de estabilizar el espacio común europeo, con la participación del resto de  países no miembros de la UE que quieran adherirse. 

6) Establecer un tratado de amistad y cooperación con China. 

7) Mantener una sola voz que defienda los intereses de la UE en la ONU y otros foros  internacionales, con enfoque en la paz y los derechos humanos. 

2. Sostenibilidad ambiental y transición justa. 

1) Green New Deal Europeo: Acelerar la descarbonización con inversiones masivas en  energías renovables, urbanismo integrador, transporte público eficiente y economía  circular. 

2) Impuesto al carbono en frontera: Gravar productos importados según su huella  ecológica para evitar externalizar la contaminación. 

3) Derecho a un medio ambiente sano: Incluirlo como derecho fundamental en los  tratados de la Unión Europea, con mecanismos legales para implementarlo. 4) Derecho humano al agua y a la seguridad alimentaria. 

3. Justicia económica y lucha contra la desigualdad. 

1) Salario mínimo europeo: Armonizar un suelo salarial digno ajustado al coste de la vida  de cada país. 

2) Fiscalidad progresiva y transparencia: Armonizar impuestos a las Corporaciones, a las  grandes fortunas y herencias. Aplicar el impuesto a las transacciones financieras (ITF) y  eliminar las guaridas fiscales en la Unión Europea. 

3) Renta básica universal e incondicional: Para que nadie caiga en la pobreza y garantice  a todas las personas una vida digna.

4) Protección social reforzada: Sistemas públicos de salud, educación, servicios sociales,  cuidados y vivienda accesible para todas las personas, financiados y gestionados con fondos públicos. 

4. Transformación digital con derechos garantizados. 

1) Regulación de la Inteligencia Artificial: Prohibir usos discriminatorios como el  reconocimiento facial masivo y garantizar la transparencia algorítmica. 

2) Derechos digitales universales: Privacidad, propiedad de datos personales, acceso a  internet, derecho a una información veraz, derecho a ser atendidos por personas en  lugar de por máquinas. 

3) Impuesto a gigantes tecnológicos: Gravar a las grandes empresas tecnológicas por  su actividad en Europa y destinar fondos a la innovación comunitaria. 

5. Migraciones y derechos humanos. 

1) Política migratoria común y solidaria: Mecanismos obligatorios de reubicación de  refugiados y vías legales para la migración laboral. 

2) Financiación ética de fronteras: Sustituir la externalización de fronteras por  sistemas de acogida dignos. 

3) Ciudadanía europea inclusiva: Facilitar la movilidad y derechos políticos a  residentes no comunitarios tras un tiempo de contribución. 

4) Cooperación con los países de origen para tratar las causas de los movimientos  migratorios. 

6. Democracia participativa y lucha contra el autoritarismo y la corrupción. 

1) Otorgar mayor poder al Parlamento Europeo para proponer leyes, aprobar tratados  internacionales, controlar la política exterior e introducir listas transnacionales en las elecciones europeas con candidatos que representen a toda la Unión. 

2) Reformar el proceso de toma de decisiones en el Consejo de la UE, sustituyendo la  unanimidad por mayoría cualificada para política exterior, defensa, fiscalidad y  seguridad, exceptuando la entrada en guerra. 

3) Reforma del Banco Central Europeo, democratizando su gestión y permitiéndole  financiar proyectos estratégicos como la transición verde, sin depender solo de la  estabilidad de precios. Alinear las políticas del BCE con los objetivos de política social  y permitir la financiación directa a los Estados. 

4) Aumentar el presupuesto europeo, superando el 1% del PIB actual para inversiones  estratégicas y financiarlo con recursos propios como un ITF ambicioso, un impuesto a  las grandes fortunas, un impuesto de sociedades mínimo a las corporaciones  transnacionales, impuestos al carbono, una tasa digital, un impuesto a la recompra  de acciones propias o gravar las emisiones del transporte marítimo 

5) Emisión de eurobonos para reducir costes de financiación en países más  vulnerables. 

6) Mecanismos anticorrupción: Fiscalía europea independiente y transparencia en  fondos públicos. 

7) Defensa del Estado de Derecho: Suspensión de fondos y cancelación de acuerdos  de asociación o comerciales con países que violen derechos fundamentales.

8) Educación cívica europea: Programas para fomentar la identidad europea basada  en valores comunes. 

7. Soberanía estratégica y resiliencia colectiva. 

1) Autonomía industrial y tecnología: Reducir la dependencia de China y Estados  Unidos en sectores críticos como semiconductores, fármacos, energía, etc.

2) Control de los Fondos de Inversión: Poner límites a la participación en el  accionariado de las empresas europeas evitando posiciones de dominio, sobre  todo en los sectores estratégicos. 

3) Defensa común europea: Crear un ejército europeo integrando los cuarteles  generales nacionales bajo un Estado Mayor europeo, sin incremento de los  presupuestos militares ni recortes en el Estado del Bienestar. 

8. Inclusión y diversidad. 

1) Políticas de Género: Garantizar igualdad salarial, derechos reproductivos y  protección contra la violencia de género. 

2) Integración de minorías étnicas: Combatir el racismo estructural con políticas  antidiscriminación y apoyo a las comunidades gitanas, afrodescendientes, etc.

3) Protección a la ruralidad: Inversión en zonas despobladas para evitar brechas  territoriales. 

9. Gobernanza multinivel y participación ciudadana 

1) Asambleas ciudadanas permanentes: Que deliberen sobre temas clave como clima,  migraciones, etc. con poder vinculante. 

2) Presupuestos participativos a escala europea: Que la ciudadanía decida parte del  gasto comunitario. 

3) Diálogo con regiones y ciudades: Evitar el centralismo de Bruselas y promover las  Bioregiones. Proteger a las personas vulnerables frente a crisis económicas,  climáticas o sanitarias. 

4) Reconectar las instituciones europeas con su ciudadanía, combatiendo el auge  del autoritarismo y la desconfianza. 

5) Posicionar a Europa como líder global en justicia y sostenibilidad, mejorando la  calidad de vida y los servicios para la ciudadanía, e Incorporando indicadores  adecuados para su medición. 

6) Poner en marcha leyes de transparencia eficaces y datos asequibles para control y  auditoría ciudadana, así como facilitar las iniciativas legislativas ciudadanas. 

CONCLUSIÓN

Las propuestas de ATTAC no son meras utopías: responden a un diagnóstico  riguroso de las grietas del capitalismo, los riesgos de un mundo multipolar y un  ascenso de la extrema derecha a escala global. El mensaje es claro: sin unidad progresista, sin un Green New Deal ambicioso y sin democratizar las instituciones, Europa seguirá siendo espectadora de su propio declive. El fin del capitalismo, lejos de ser una profecía catastrofista, podría ser la oportunidad para construir un modelo centrado en la justicia social y sostenibilidad ambiental. ATTAC plantea el camino; ahora corresponde a la ciudadanía y sus representantes decidir si lo transitan.

Una versión abreviada de nuestro comunicado se puede leer aqui