El
Atlético era el único equipo de la Liga que no había perdido en casa. Con
Simeone en el banquillo, jamás le habían remontado un encuentro que ganaba por dos goles de ventaja. Pues el
Barça se cargó los dos datos históricos y, como dijo
Lamine Yamal, “ganar era un golpe encima de la mesa en la Liga”. ¿Pero por qué el
Barça logró la proeza a partir del minuto 70? Cuatro motivos evidentes y uno de fundamental. Lo obvio.
1. Simeone reconoce que, tras el 2-0, falló en no hacer entrar al central Giménez que ya estaba para el cambio.
2. En la siguiente jugada, golazo de
Lewandowski.
3. El terrible agotamiento físico de la prórroga de la Champions se notaba en las piernas de los colchoneros en los últimos minutos.
4. De nuevo, con el 2-2, Simeone se equivoca sentando a Griezmann en el 86. El jugador que montaba el pase de salida en todas las contras, el líder y capitán, a la ducha para que entrase un frío Riquelme. Su equipo dio otro paso atrás. Pero, sin duda, la jugada fundamental del partido ocurrió con 1-0, en el minuto 70, cuando
De Burgos Bengoetxea no pitó las claras manos de
De Paul, intencionadas y despegadas del cuerpo, que cortaban el pase de
Pedri. Dos jugadas más tarde, y sin que se detuviese el juego,
Sorloth marcaba el 2-0. La rabia, la sensación de injusticia tremenda, hizo que el Barça sacase el genio. Si hasta ese momento los de
Flick jugaban con cálculo, se dejaron de remilgos y se fueron con todo el desparpajo contra
Oblak. El primero, un Iñigo enrabietado que, de forma inusual, se fue para adelante y le dio el pase al pecho de
Lewandowski para el 2-1. El error del colegiado, paradoja tremenda, dotó al equipo de carácter, energía y espíritu de venganza.
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