Crítica de 'El contable 2': Cuenta con los dedos, pero entretiene mucho

Sigue el hilo de la primera, un hilo, por cierto, muy enredado, pero más entretenido y vistoso, especialmente por la relación de explosiva química entre Ben Affleck y Jon Bernthal , actor que pone a saltar la película de alegría con su personaje de macarra en estado puro. El protagonista es Christian Wolff (Affleck), un hombre con unos de esos síndromes de autismo que lo convierten en un genio para unas cosas y una piltrafa para otras, como relacionarse con los demás con naturalidad (es una especie de Sheldon Cooper en soso). Da la impresión de que con el ovillo de la trama ha estado jugando un gato, pero de ella, además de la mucha acción que contiene, sobresale esa idea de que la intimidad es una batalla definitivamente perdida: el equipo de Christian Wolff , todos jóvenes genios que viven con la nariz en la Red, no solo encuentran una aguja en un pajar de, pongamos, Indonesia, en medio minuto, sino que también averiguan todo el historial de esa aguja y los trajes que ha cosido. El director, Gavin O'Connor, que también lo era de la anterior, se apresura aquí a entretener, y todo el arranque, con la inquietante presencia de J.K. Simmons y el ritmo progresivo de la batería de 'Whiplash', es un prodigio de cámara y acción. Y dentro del exceso de seriedad, tiene notables dosis de humor, así, en baldas y repartido en el texto y la traza de Jon Bernthal, con un personaje tan primario y encantador que parece mentira que sea un asesino tan eficaz. El macguffin del guion es una familia desaparecida entre una red de traficantes y proxenetas y la actuación del misterioso contable y su equipo de perdigueros para seguir el rastro de modo peligroso y por completo ilegal ante el estupor de la policía que interpreta Cynthia Addai-Robinson. Como cine de acción, inverosímil y desorbitado, es de lo mejor; una película que no se arruga ante las vueltas de su trama ni ante el paquete de violencia que envía, muy, digamos, desgarradora. Y tiene toda la pinta de aún quedan secuelas por contar a este contable.

Abr 24, 2025 - 19:12
 0
Crítica de 'El contable 2': Cuenta con los dedos, pero entretiene mucho
Sigue el hilo de la primera, un hilo, por cierto, muy enredado, pero más entretenido y vistoso, especialmente por la relación de explosiva química entre Ben Affleck y Jon Bernthal , actor que pone a saltar la película de alegría con su personaje de macarra en estado puro. El protagonista es Christian Wolff (Affleck), un hombre con unos de esos síndromes de autismo que lo convierten en un genio para unas cosas y una piltrafa para otras, como relacionarse con los demás con naturalidad (es una especie de Sheldon Cooper en soso). Da la impresión de que con el ovillo de la trama ha estado jugando un gato, pero de ella, además de la mucha acción que contiene, sobresale esa idea de que la intimidad es una batalla definitivamente perdida: el equipo de Christian Wolff , todos jóvenes genios que viven con la nariz en la Red, no solo encuentran una aguja en un pajar de, pongamos, Indonesia, en medio minuto, sino que también averiguan todo el historial de esa aguja y los trajes que ha cosido. El director, Gavin O'Connor, que también lo era de la anterior, se apresura aquí a entretener, y todo el arranque, con la inquietante presencia de J.K. Simmons y el ritmo progresivo de la batería de 'Whiplash', es un prodigio de cámara y acción. Y dentro del exceso de seriedad, tiene notables dosis de humor, así, en baldas y repartido en el texto y la traza de Jon Bernthal, con un personaje tan primario y encantador que parece mentira que sea un asesino tan eficaz. El macguffin del guion es una familia desaparecida entre una red de traficantes y proxenetas y la actuación del misterioso contable y su equipo de perdigueros para seguir el rastro de modo peligroso y por completo ilegal ante el estupor de la policía que interpreta Cynthia Addai-Robinson. Como cine de acción, inverosímil y desorbitado, es de lo mejor; una película que no se arruga ante las vueltas de su trama ni ante el paquete de violencia que envía, muy, digamos, desgarradora. Y tiene toda la pinta de aún quedan secuelas por contar a este contable.