Ay, Señor, ¿por qué la quiero si yo no soy de Triana?

Un cuarto de siglo después de pronunciar su pregón de la Semana Santa de Sevilla, Joaquín Caro Romero no duda en que su texto sigue vigente por «su naturaleza clásica e intemporal». En sus horas de insomnio 'parió' una obra literaria en la que « dije a los sevillanos lo que querían escuchar sin traicionarme a mí mismo , aportando los frutos del oficio de un profesional de la literatura antes que la experiencia de un cofrade de tertulia o sacristía». Porque el pregonero siempre pensó que esta «faena» en el Maestranza « es una exaltación, un canto, y no una homilía, ni una lección teológica , ni una conferencia magistral o ni tampoco un mitin político». Seguramente, por esa fidelidad a sus ideas nunca ha ocultado que si tuviera que elegir una Virgen para escribirle unos versos «lo haría con la Esperanza Macarena» , algo que no fue óbice para que su pregón pasara a la historia por un fragmento magistral en el que declaraba su amor secreto a Triana a través de una palabras ciertamente evocadoras dedicadas a «la Esperanza marinera». « Fue uno de los momentos más felices de la pieza oratoria y todo un récord en las historia de los pregones », recuerda Caro Romero en estas bodas de plata. Todo ocurrió cuando abrió su corazón en el atril para confesar que «Triana es para el pregonero el encuentro con el tiempo perdido, sus catorce años, el amor, el paseo en barca, el corral de vecinos, el patio, la cita, la novia, la cucaña, la misa en Santa Ana , o el gozo de vivir», entre otras tantas verdades que latían en la memoria de su añoranza. Aquella introducción generosa fue el punto de partida para cantarle a la Esperanza de Triana en cuatro bellísimas décimas en las que proclamó su amor a la dolorosa de la calle Pureza. «Ay, Señor, ¿por qué la quiero si yo no soy de Triana», repetía en letanía a modo de estribillo para rematar piropos en los que reconocía que «no hay naufragio en su ribera, ni sombra en su atarazana» o que «siendo de Dios el faro, es su celeste alfarera». En ellos, el pregonero arañaba la memoria de su juventud para hablarle a sus amores de antaño que vivieron en Triana y que ahora tenían el rostro castizo de esa Virgen de la que se sentía «recluso» y por la que, «después de visitarla en su casa, yo no sé lo que me pasa». Estos versos a la Esperanza de Triana fueron el epílogo del fragmento en el que nombró a todas las cofradías del barrio. «Y un Cachorro que llega a la Campana / y nadie frente a él se siente ajeno», dijo como obertura a su declaración de amor. a la dolorosa. Caro Romero asume el triunfo de esta pública confesión en el Maestranza, por la que «recibí hasta cuatro ovaciones en sólo tres minutos» , algo inédito hasta ese momento y que no se ha vuelto a repetir. Tal fue el cariño y la gratitud que encontró entre los devotos trianeros después de aquellas décimas que «ese mismo año me llevé la sorpresa de que me nombraron Trianero Adoptivo en la Velá de Santa Ana ». Un reconocimiento «inesperado» que disparó las emociones del teatro y revolvió los anhelos del pregonero. Confiesa que, desde ese día, «me convertí en el más trianero de los macarenos». Los sevillanos nos movemos más por el tiempo que por el espacio. Rodrigo Caro acostumbraba a decir: «No he navegado en mi vida más que de Sevilla a Triana». Hubo un tiempo, muy lejano, en que las Cofradías trianeras no cruzaban el río. Hacían la estación de penitencia a la Real Parroquia de Señora Santa Ana, la Catedral trianera. Pero está bien que María salga a visitar a prima Isabel una vez al año. Qué inmenso honor. Y la Estrella incomparable, desde su observatorio de amor de San Jacinto, polarización de devociones, se viste de Domingo de Ramos, coge el camino más corto, el más recto, y se planta en Sevilla, que le dice: «Bendita Tú entre las mujeres. (...) Pero ¿cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme?». Y esta salutación de sorpresa, júbilo, entendimiento, cariño y complacencia va a repetirse el Lunes ante la Hermandad de San Gonzalo, donde Triana enriquece su trianerismo, y en la Madrugá esperanzada, y en el Viernes nazareno y expirante. ¿Qué es Triana, un milagro o un regalo? Allí por donde va deja su huella.Ilumina las calles con la Estrellay trae la Salud de San Gonzalo. Y entre tanta hermosura, un intervalo para soñar con la Esperanza aquella.¿Conoce Cristo cuál es la más bellamientras expira en un sangriento palo? Dos equilibrios, dos serenidades: Patrocinio y La O. Y un Nazarenoque desata la fe de los cofrades. Y un Cachorro que llega a la Campana y nadie frente a Él se siente ajeno,que el cielo aquí se explica con Triana. Desde la óptica figurada se ha conjeturado sobre si el Cachorro muere en Sevilla o en Triana. Pero nadie lo ha visto muerto. Y es que este Cristo no acabará de morirse nunca. Está tan dentro de nuestra vida que seremos nosotros los que traspasemos la última Thule antes que Él, porque el Cachorro, rezagado en una agonía interminable, seguirá interrogando a la niebla letal que se cuela por su ojo der

Mar 22, 2025 - 23:24
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Ay, Señor, ¿por qué la quiero si yo no soy de Triana?
Un cuarto de siglo después de pronunciar su pregón de la Semana Santa de Sevilla, Joaquín Caro Romero no duda en que su texto sigue vigente por «su naturaleza clásica e intemporal». En sus horas de insomnio 'parió' una obra literaria en la que « dije a los sevillanos lo que querían escuchar sin traicionarme a mí mismo , aportando los frutos del oficio de un profesional de la literatura antes que la experiencia de un cofrade de tertulia o sacristía». Porque el pregonero siempre pensó que esta «faena» en el Maestranza « es una exaltación, un canto, y no una homilía, ni una lección teológica , ni una conferencia magistral o ni tampoco un mitin político». Seguramente, por esa fidelidad a sus ideas nunca ha ocultado que si tuviera que elegir una Virgen para escribirle unos versos «lo haría con la Esperanza Macarena» , algo que no fue óbice para que su pregón pasara a la historia por un fragmento magistral en el que declaraba su amor secreto a Triana a través de una palabras ciertamente evocadoras dedicadas a «la Esperanza marinera». « Fue uno de los momentos más felices de la pieza oratoria y todo un récord en las historia de los pregones », recuerda Caro Romero en estas bodas de plata. Todo ocurrió cuando abrió su corazón en el atril para confesar que «Triana es para el pregonero el encuentro con el tiempo perdido, sus catorce años, el amor, el paseo en barca, el corral de vecinos, el patio, la cita, la novia, la cucaña, la misa en Santa Ana , o el gozo de vivir», entre otras tantas verdades que latían en la memoria de su añoranza. Aquella introducción generosa fue el punto de partida para cantarle a la Esperanza de Triana en cuatro bellísimas décimas en las que proclamó su amor a la dolorosa de la calle Pureza. «Ay, Señor, ¿por qué la quiero si yo no soy de Triana», repetía en letanía a modo de estribillo para rematar piropos en los que reconocía que «no hay naufragio en su ribera, ni sombra en su atarazana» o que «siendo de Dios el faro, es su celeste alfarera». En ellos, el pregonero arañaba la memoria de su juventud para hablarle a sus amores de antaño que vivieron en Triana y que ahora tenían el rostro castizo de esa Virgen de la que se sentía «recluso» y por la que, «después de visitarla en su casa, yo no sé lo que me pasa». Estos versos a la Esperanza de Triana fueron el epílogo del fragmento en el que nombró a todas las cofradías del barrio. «Y un Cachorro que llega a la Campana / y nadie frente a él se siente ajeno», dijo como obertura a su declaración de amor. a la dolorosa. Caro Romero asume el triunfo de esta pública confesión en el Maestranza, por la que «recibí hasta cuatro ovaciones en sólo tres minutos» , algo inédito hasta ese momento y que no se ha vuelto a repetir. Tal fue el cariño y la gratitud que encontró entre los devotos trianeros después de aquellas décimas que «ese mismo año me llevé la sorpresa de que me nombraron Trianero Adoptivo en la Velá de Santa Ana ». Un reconocimiento «inesperado» que disparó las emociones del teatro y revolvió los anhelos del pregonero. Confiesa que, desde ese día, «me convertí en el más trianero de los macarenos». Los sevillanos nos movemos más por el tiempo que por el espacio. Rodrigo Caro acostumbraba a decir: «No he navegado en mi vida más que de Sevilla a Triana». Hubo un tiempo, muy lejano, en que las Cofradías trianeras no cruzaban el río. Hacían la estación de penitencia a la Real Parroquia de Señora Santa Ana, la Catedral trianera. Pero está bien que María salga a visitar a prima Isabel una vez al año. Qué inmenso honor. Y la Estrella incomparable, desde su observatorio de amor de San Jacinto, polarización de devociones, se viste de Domingo de Ramos, coge el camino más corto, el más recto, y se planta en Sevilla, que le dice: «Bendita Tú entre las mujeres. (...) Pero ¿cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme?». Y esta salutación de sorpresa, júbilo, entendimiento, cariño y complacencia va a repetirse el Lunes ante la Hermandad de San Gonzalo, donde Triana enriquece su trianerismo, y en la Madrugá esperanzada, y en el Viernes nazareno y expirante. ¿Qué es Triana, un milagro o un regalo? Allí por donde va deja su huella.Ilumina las calles con la Estrellay trae la Salud de San Gonzalo. Y entre tanta hermosura, un intervalo para soñar con la Esperanza aquella.¿Conoce Cristo cuál es la más bellamientras expira en un sangriento palo? Dos equilibrios, dos serenidades: Patrocinio y La O. Y un Nazarenoque desata la fe de los cofrades. Y un Cachorro que llega a la Campana y nadie frente a Él se siente ajeno,que el cielo aquí se explica con Triana. Desde la óptica figurada se ha conjeturado sobre si el Cachorro muere en Sevilla o en Triana. Pero nadie lo ha visto muerto. Y es que este Cristo no acabará de morirse nunca. Está tan dentro de nuestra vida que seremos nosotros los que traspasemos la última Thule antes que Él, porque el Cachorro, rezagado en una agonía interminable, seguirá interrogando a la niebla letal que se cuela por su ojo derecho, mientras con el izquierdo nos adelanta el preanuncio de la resurrección. Triana es para el pregonero, aparte de sus Hermandades y Cofradías, el encuentro con el tiempo perdido, sus catorce años, el amor, el paseo en barca, el corral de vecinos, el patio, la cita, la novia, la cucaña, la misa en Santa Ana, el gozo de vivir, en suma. Sé dónde la vida empieza, no donde la vida acaba.Los gitanos en la Cavay Ella en la calle Pureza.Tres veces Cristo tropiezaal salir de la besana.Y la dulce Capitanaquiere llevar el madero.Ay, Señor, ¿por qué la quiero,si yo no soy de Triana? Después de cruzar el puente y visitarla en su casa,yo no sé lo que me pasaque me siento diferente.Si la espada del relentecorta en sueño a la mañana,mi sangre se hace campanapor su nudo marinero.Ay, Señor, ¿por qué la quiero,si yo no soy de Triana? Esperanza Trianera. Yo con nadie la comparo,pues siendo de Dios el faroes su celeste alfarera.No hay naufragio en su riberani sombra en su atarazana,aunque un palo de mesanapueda ser cruz en su albero.Ay, Señor, ¿por qué la quiero,si yo no soy de Triana? ¿De dónde este amor, quién puso raíces en su camarín?Que este amor no tiene finy estoy en su amor recluso.El mundo es ancho y difuso,la vida es una Semana;y cuando Ella se engalanayo me siento trianero.Ay, Amor, ¿por qué la quiero,si yo no soy de Triana?