Así era Kazaa, el programa P2P con el que nos bajábamos música en los 2000. Algunas universidades lo siguen prohibiendo hoy
Cuando Napster, el 'ogro' de la industria musical, mordió finalmente el polvo ante ella, la moda de las descargas no autorizadas no se extinguió, como pretendía, sino que se fragmentó entre multitud de nuevas aplicaciones que cogieron el testigo de aquella. Y en esos primerísimos años de la década de los 2000, Kazaa se alzó como uno de los programas de intercambio de archivos más populares del mundo: hacía uso de una tecnología P2P (peer-to-peer) que permitía a los usuarios compartir música, películas y otros archivos con una facilidad sin precedentes. Sin embargo, su historia estuvo marcada por demandas y prohibiciones, por lo que terminaría siguiendo el triste camino de Napster. Lo curioso es que, a pesar de que Kazaa lleva años desaparecido, sorprendentemente, algunas universidades en Estados Unidos siguen advirtiendo a sus estudiantes sobre los 'peligros' de utilizarlo. Auge y caída Cuando Napster desapareció del recién desaparecido escenario del P2P, el repentino vacío fue llenado rápidamente por Kazaa (y por Morpheus, Gnutella, LimeWire, BearShare, eDonkey...). Su fácil uso y su enorme biblioteca de archivos hicieron que millones de personas lo adoptaran en todo el mundo, pero también logró que la industria musical pusiera una diana sobre la aplicación. Así, la RIAA (algo así como la SGAE estadounidense) comenzó una guerra legal contra los servicios P2P y sus usuarios. A diferencia de Napster, que operaba con servidores centrales, Kazaa utilizaba una red descentralizada, lo que lo hacía más difícil de controlar. En Genbeta Las reacciones al cierre de la APK de Spotify han dejado algo claro: se usaba masivamente para tener Premium gratis A pesar de ello, la presión legal se intensificó y, finalmente, la compañía responsable de Kazaa tuvo que pagar alrededor de 100 millones de dólares en daños y perjuicios a la industria musical en 2006. A la caza de los usuarios Uno de los aspectos más controvertidos del declive de Kazaa fue la estrategia de la RIAA de demandar a los propios usuarios del servicio (no muy diferente de lo que se está haciendo ahora en varios países europeos con la tecnología IPTV). Se estima que alrededor de 30.000 estadounidenses fueron demandados por compartir música (muchos de ellos, estudiantes universitarios). Las sanciones eran desproporcionadas: se amenazaba a los usuarios con multas de hasta 750 dólares por canción descargada. Ante este riesgo, muchos optaban por llegar a acuerdos extrajudiciales pagando alrededor de 3.000 dólares (en total, no por canción) para evitar someterse a un proceso legal prolongado e incierto. Esto generó una atmósfera de miedo que contribuyó al declive de Kazaa y otras plataformas similares (y al auge de otras alternativas, por supuesto). La transición fallida Tras solventar sus problemas legales, Kazaa intentó 'reinventarse' como un servicio de descargas de pago en 2006, en un intento de imitar el modelo de negocio de iTunes (como también trataba de hacer Napster por aquella época). Sin embargo, la marca Kazaa ya estaba demasiado vinculada con las descargas P2P, lo que dificultó su aceptación tanto entre la industria como entre los usuarios, por lo que, tras unos pocos años de intentos fallidos, desapareció por completo. En 2012, su sitio dejó de existir. Kazaa, esa 'amenaza' tan 'actual' Y si embargo, aunque Kazaa desapareció hace ya más de una década, su nombre sigue apareciendo de forma explícita en las políticas de seguridad digital de muchas universidades estadounidenses. En Genbeta LaLiga acusa a Cloudflare de atentar contra la 'propiedad intelectual'. El Tribunal Supremo discrepa amablemente Esto se debe a la Ley de Oportunidades de Educación Superior (HEOA, por sus siglas en inglés), promulgada en 2008, aún vigente y que exige a las instituciones de educación superior implementar medidas contra las descargas no autorizadas. Si no cumplen con estas normas, se exponen a la pérdida de fondos públicos. Tal como desvela TorrentFreak, una simple búsqueda en Google revela que muchas universidades continúan incluyendo advertencias sobre Kazaa en sus páginas de políticas de uso de internet. Algunas de ellas son: Universidad de Vermont: "El intercambio de archivos a través de programas como Morpheus, LimeWire, Grokster y Kazaa es ilegal". Truman State University: "No se recomienda el uso de programas como KaZaa y LimeWire a menos que se tenga un conocimiento profundo de su configuración". Metro State University: "Kazaa, Ares, iMesh y LimeWire representan riesgos legales y de seguridad". Universidad de Texas: "Las aplicaciones P2P como Kazaa, BearShare y BitTorrent pueden facilitar la distribución de archivos ilegales". Universidad de Alabama: "Kazaa y otros clientes P2P pueden implicar riesgos legales graves." Brescia University: "Si bien los pro

Cuando Napster, el 'ogro' de la industria musical, mordió finalmente el polvo ante ella, la moda de las descargas no autorizadas no se extinguió, como pretendía, sino que se fragmentó entre multitud de nuevas aplicaciones que cogieron el testigo de aquella.
Y en esos primerísimos años de la década de los 2000, Kazaa se alzó como uno de los programas de intercambio de archivos más populares del mundo: hacía uso de una tecnología P2P (peer-to-peer) que permitía a los usuarios compartir música, películas y otros archivos con una facilidad sin precedentes.
Sin embargo, su historia estuvo marcada por demandas y prohibiciones, por lo que terminaría siguiendo el triste camino de Napster. Lo curioso es que, a pesar de que Kazaa lleva años desaparecido, sorprendentemente, algunas universidades en Estados Unidos siguen advirtiendo a sus estudiantes sobre los 'peligros' de utilizarlo.
Auge y caída
Cuando Napster desapareció del recién desaparecido escenario del P2P, el repentino vacío fue llenado rápidamente por Kazaa (y por Morpheus, Gnutella, LimeWire, BearShare, eDonkey...). Su fácil uso y su enorme biblioteca de archivos hicieron que millones de personas lo adoptaran en todo el mundo, pero también logró que la industria musical pusiera una diana sobre la aplicación.
Así, la RIAA (algo así como la SGAE estadounidense) comenzó una guerra legal contra los servicios P2P y sus usuarios. A diferencia de Napster, que operaba con servidores centrales, Kazaa utilizaba una red descentralizada, lo que lo hacía más difícil de controlar.
A pesar de ello, la presión legal se intensificó y, finalmente, la compañía responsable de Kazaa tuvo que pagar alrededor de 100 millones de dólares en daños y perjuicios a la industria musical en 2006.
A la caza de los usuarios
Uno de los aspectos más controvertidos del declive de Kazaa fue la estrategia de la RIAA de demandar a los propios usuarios del servicio (no muy diferente de lo que se está haciendo ahora en varios países europeos con la tecnología IPTV). Se estima que alrededor de 30.000 estadounidenses fueron demandados por compartir música (muchos de ellos, estudiantes universitarios).
Las sanciones eran desproporcionadas: se amenazaba a los usuarios con multas de hasta 750 dólares por canción descargada. Ante este riesgo, muchos optaban por llegar a acuerdos extrajudiciales pagando alrededor de 3.000 dólares (en total, no por canción) para evitar someterse a un proceso legal prolongado e incierto.
Esto generó una atmósfera de miedo que contribuyó al declive de Kazaa y otras plataformas similares (y al auge de otras alternativas, por supuesto).
La transición fallida

Tras solventar sus problemas legales, Kazaa intentó 'reinventarse' como un servicio de descargas de pago en 2006, en un intento de imitar el modelo de negocio de iTunes (como también trataba de hacer Napster por aquella época).
Sin embargo, la marca Kazaa ya estaba demasiado vinculada con las descargas P2P, lo que dificultó su aceptación tanto entre la industria como entre los usuarios, por lo que, tras unos pocos años de intentos fallidos, desapareció por completo. En 2012, su sitio dejó de existir.
Kazaa, esa 'amenaza' tan 'actual'
Y si embargo, aunque Kazaa desapareció hace ya más de una década, su nombre sigue apareciendo de forma explícita en las políticas de seguridad digital de muchas universidades estadounidenses.
Esto se debe a la Ley de Oportunidades de Educación Superior (HEOA, por sus siglas en inglés), promulgada en 2008, aún vigente y que exige a las instituciones de educación superior implementar medidas contra las descargas no autorizadas. Si no cumplen con estas normas, se exponen a la pérdida de fondos públicos.
Tal como desvela TorrentFreak, una simple búsqueda en Google revela que muchas universidades continúan incluyendo advertencias sobre Kazaa en sus páginas de políticas de uso de internet. Algunas de ellas son:
- Universidad de Vermont: "El intercambio de archivos a través de programas como Morpheus, LimeWire, Grokster y Kazaa es ilegal".
- Truman State University: "No se recomienda el uso de programas como KaZaa y LimeWire a menos que se tenga un conocimiento profundo de su configuración".
- Metro State University: "Kazaa, Ares, iMesh y LimeWire representan riesgos legales y de seguridad".
- Universidad de Texas: "Las aplicaciones P2P como Kazaa, BearShare y BitTorrent pueden facilitar la distribución de archivos ilegales".
- Universidad de Alabama: "Kazaa y otros clientes P2P pueden implicar riesgos legales graves."
- Brescia University: "Si bien los programas como Kazaa no son ilegales, muchos los usan para compartir archivos sin permiso".
Incluso algunas universidades, como Stanford, incluyen en sus advertencias a Skype (otra creación posterior y mucho más rentable de los fundadores de Kazaa... pero que también está a punto de morir) y World of Warcraft, argumentando que utilizan tecnología P2P para transmitir datos. Aunque esto fue cierto en el pasado, ya no es relevante, lo que demuestra lo desactualizadas que pueden estar algunas políticas institucionales.
Cómo ha cambiado el panorama
El hecho de que muchas universidades sigan advirtiendo sobre el uso de Kazaa y otros programas que han desaparecido hace años refleja, ante todo, la falta de actualización en sus políticas de seguridad digital.
Y es que, aunque la compartición de archivos sigue existiendo (cada vez menos, gracias al auge de las plataformas de streaming), las herramientas han evolucionado: hoy en día se recurre fundamentalmente a torrents, plataformas de mensajería y servicios de alojamiento de archivos en la nube.
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La noticia
Así era Kazaa, el programa P2P con el que nos bajábamos música en los 2000. Algunas universidades lo siguen prohibiendo hoy
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Genbeta
por
Marcos Merino
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