Con lo que ha costado recuperar el liderato,
Hansi Flick no quiere desaprovecharlo. No quiere ni un ápice de desconcentración a las primeras de cambio. Ya sabe, por experiencia, que ante rivales de menor categoría, su equipo ha jugado lejos de sus posibilidades, de fútbol y de energía. Y en demasiadas ocasiones lo ha pagado muy caro. Sin ir más lejos,
Las Palmas visitó Montjuïc y, con ese 1-2, el Barça perdió el liderato y se lo regaló al
Real Madrid. Era el último día de “un noviembre de mierda”, como bautizó
Flick antes que los filólogos ingleses hiciesen su particular agosto con las traducciones de insultos y vejaciones de Bellingham. Pero sí, el noviembre fue nefasto para un equipo que había empezado la temporada como un rayo y que, ante
Las Palmas, a las dos del mediodía, tiró el encuentro. La primera parte la disputó una zozobra impropia del Barça actual y, en la segunda, cuando quiso reaccionar ya no pudo. También el entrenador cometió el pecado de pensar que sin
Lamine Yamal en el once de salida, el equipo sabría ganar el partido. Craso error, que no se puede repetir mañana en el remozado estadio Insular. Por ello, al staff del
Barça le interesa mucho más el partido de este sábado en Canarias que saber si el sorteo de la Champions le empareja con el
PSG de
Luis Enrique o, de nuevo, contra el
Benfica. Por más que Las Palmas ya esté con la puntuación de puestos de descenso, por más que en su casa solo hayan ganado tres encuentros en toda la Liga, por más que estén en una racha de un solo punto en cinco partidos, los
Cillessen,
Mika Mármol o
Sandro pueden hacer el partido de su vida ante el Barça. Ya dijo
Flick que, de todos los títulos, el que más valora es la Liga.
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