Y es menor de edad

Lamine Yamal. De nuevo. En el duelo de Champions más delicado del año, tras la muerte del Doctor Miñarro, el más joven futbolista sobre el césped de Montjuïc lo hizo todo para que el Barça sentenciase la eliminatoria antes del descanso. Sin sufrir, con elegancia, divirtiendo a los espectadores y divirtiéndose en el campo. En el minuto 10, el genio de Rocafonda ya había sentado a la defensa lisboeta de la misma manera que un Messi en plenitud rompía a Boateng y había regalado el primer tanto de la noche a un Raphinha en estado de gracia. Enseguida empató el Benfica y, de nuevo, Lamine Yamal cogió las rendas, y se pegó el balón al pie, para dar un recital de fútbol. Primero chutó de muy lejos y el disparo salió fuera por poco. Era un disparo seco, raso y al primer palo. Solo tres minutos después, se inventó su mejor gol desde que Xavi le hiciera debutar en el primer equipo a los 15. Se fue desde el córner hasta la frontal del área, salió de ella y, después de jugar con el defensa, metió una rosca suave, en perfecta parábola, también a la manera de Messi, hasta la escuadra de la portería de Trubin. Esta vez se la puso al lado contrario, al segundo poste, y por arriba. El banquillo del Barça se puso las manos a la cabeza, él se montó un bailecito de celebración con Balde y Raphinha, rendido al talento de Lamine Yamal, le limpió la bota izquierda que había pintado esa obra de arte que pasará a la historia. Y el jugador, como si nada, siguió haciendo fácil lo difícil, muy bien acompañado por unos compañeros en estado de gracia. Ayer, los tres del centro del campo, De Jong, Pedri y Olmo estuvieron sublimes y demostraron que, en una posible final en Múnich, Hansi Flick volvería a apostar por ellos. Los laterales, Koundé y Balde, funcionaron de maravilla, Raphinha ya es pichichi de la Champions en solitario y la eficacia de Araujo e Iñigo hizo olvidar que Cubarsí no jugaba por sanción. Pero el MVP fue Lamine Yamal. Y sigue siendo un espectáculo como, hoy por hoy, no hay otro en el mundo. Y Jorge Mendes se frota las manos, teniendo una renovación pendiente, apalabrada ya en Lisboa. Y Thierry Henry tendrá que ir comiéndose sus palabras, después que esta semana osará hacer la desacertada comparación entre Lamine Yamal y Bojan. La única comparación posible es con otro crack que llegó a la cantera a los 13 años.

Mar 12, 2025 - 08:17
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Y es menor de edad
Lamine Yamal. De nuevo. En el duelo de Champions más delicado del año, tras la muerte del Doctor Miñarro, el más joven futbolista sobre el césped de Montjuïc lo hizo todo para que el Barça sentenciase la eliminatoria antes del descanso. Sin sufrir, con elegancia, divirtiendo a los espectadores y divirtiéndose en el campo. En el minuto 10, el genio de Rocafonda ya había sentado a la defensa lisboeta de la misma manera que un Messi en plenitud rompía a Boateng y había regalado el primer tanto de la noche a un Raphinha en estado de gracia. Enseguida empató el Benfica y, de nuevo, Lamine Yamal cogió las rendas, y se pegó el balón al pie, para dar un recital de fútbol. Primero chutó de muy lejos y el disparo salió fuera por poco. Era un disparo seco, raso y al primer palo. Solo tres minutos después, se inventó su mejor gol desde que Xavi le hiciera debutar en el primer equipo a los 15. Se fue desde el córner hasta la frontal del área, salió de ella y, después de jugar con el defensa, metió una rosca suave, en perfecta parábola, también a la manera de Messi, hasta la escuadra de la portería de Trubin. Esta vez se la puso al lado contrario, al segundo poste, y por arriba. El banquillo del Barça se puso las manos a la cabeza, él se montó un bailecito de celebración con Balde y Raphinha, rendido al talento de Lamine Yamal, le limpió la bota izquierda que había pintado esa obra de arte que pasará a la historia. Y el jugador, como si nada, siguió haciendo fácil lo difícil, muy bien acompañado por unos compañeros en estado de gracia. Ayer, los tres del centro del campo, De Jong, Pedri y Olmo estuvieron sublimes y demostraron que, en una posible final en Múnich, Hansi Flick volvería a apostar por ellos. Los laterales, Koundé y Balde, funcionaron de maravilla, Raphinha ya es pichichi de la Champions en solitario y la eficacia de Araujo e Iñigo hizo olvidar que Cubarsí no jugaba por sanción. Pero el MVP fue Lamine Yamal. Y sigue siendo un espectáculo como, hoy por hoy, no hay otro en el mundo. Y Jorge Mendes se frota las manos, teniendo una renovación pendiente, apalabrada ya en Lisboa. Y Thierry Henry tendrá que ir comiéndose sus palabras, después que esta semana osará hacer la desacertada comparación entre Lamine Yamal y Bojan. La única comparación posible es con otro crack que llegó a la cantera a los 13 años.

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