Tramposo o inocente, el caso Jannik Sinner es un cimbronazo para la credibilidad del tenis
El N° 1 del mundo fue suspendido por doping: aceptó una sanción de tres meses en un acuerdo con la Agencia Mundial Antidopaje que genera polémicas y fuertes reacciones
Desde que Jannik Sinner, el extraordinario tenista que domina el circuito, dio positivo en dos controles antidopaje por clostebol (un esteroide anabólico prohibido) y, sin embargo, con una apelación de por medio, fue perdonado en tiempo récord -supuestamente- por no tener “culpa o negligencia”, todo quedó apestado por un tufillo hediondo. Italiano, como la mayoría de los ejecutivos del ATP Tour (el presidente, el CEO, el director de Negocios), el N° 1 recibió un trato complaciente del sistema, despertando suspicacias y fuertes reacciones de varios colegas más modestos del circuito. Su caso, con un inicial castigo provisional muy corto por parte de la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA), dejó la sensación de que el tenis profesional es un deporte con diversos niveles en el que no todos son iguales frente a las mismas reglas.
Si ya era cuestionable ese primer tratamiento del caso, el reciente pacto de suspensión de tres meses entre Sinner y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA; supuestamente había recurrido al Tribunal Arbitral del Deporte buscando una mayor sanción) es aún más discutible. “¡No lo entiendo! Si estás 100% seguro de tu inocencia (como él lo estaba antes con sus abogados), ¿por qué aceptas una prohibición de tres meses? No tiene sentido para mí”, escribió en las redes sociales el ruso Yevgeny Kafelnikov. Al número 1 del mundo en 1999 no le falta razón. Sinner argumentó que la sustancia prohibida ingresó en su cuerpo en forma “accidental” a través de las manos de su fisioterapeuta (Giacomo Naldi), que se había colocado un producto en aerosol (de venta libre en Italia) para curar un corte en un dedo meñique, trama que no todos creyeron. Lo cierto es que el tenista despidió a Naldi y, también, a su preparador físico, Umberto Ferrara. Los deportistas profesionales son responsables de la sustancia que ingresa en su cuerpo; conscientes, firman un documento cada temporada.
“Ya no creo en un deporte limpio…”, escribió en sus redes una figura muy respetada del tour como el suizo Stan Wawrinka. Con una personalidad mucho más explosiva e irascible, el australiano Nick Kyrgios se sumó a los puñetazos virtuales: “Mal día para el tenis (…) Conozco a muchos jugadores que sienten lo mismo en este momento, por lo que buscamos realizar espacios en vivo la próxima semana para que podamos hablar de ello. Estén atentos para la hora exacta”.
Hubo (hay) casos de tenistas con menos jerarquía y presupuesto que Sinner que no recibieron el mismo trato. La británica Tara Moore (145° en 2017), por ejemplo. En mayo de 2022 fue suspendida provisionalmente al dar positivo por esteroides anabólicos prohibidos de boldenona y nandrolona en un torneo en Bogotá. Fundamentó que se había contaminado por una carne consumida en los días previos a la recolección de muestras. Pero fue recién en diciembre de 2023 cuando la ITIA la exoneró, coincidiendo con su afirmación de que había comido carne de ganado con alta dosis de esteroides. Ese período intermedio y de incertidumbre “destruyó la autoestima” de Moore.
En este tiempo también se puso bajo la lupa el bufete de abogados que defendió a Sinner. Onside Law, con sede en Londres y según la web oficial del estudio, tiene como uno de sus clientes a la Agencia Internacional de Integridad del Tenis, es decir la misma entidad que juzga a los tenistas.
El doping, históricamente, fue una mancha para el tenis de alto rendimiento. Maria Sharapova, los siete casos positivos de los integrantes de la Legión argentina (con Mariano Puerta como el primer reincidente de la historia), Richard Gasquet, Simona Halep, Iga Swiatek… fueron sólo algunos pesos pesados salpicados en mayor o menor medida. Claro que el mayor ejemplo de protección por parte de la ATP se dio con Andre Agassi, de quien existían sospechas mientras estaba activo y, una vez fuera del tour, reconoció en su libro haber consumido la droga Crystal Meth (metanfetamina). El Kid de Las Vegas es recordado por la legendaria carrera, pero aquello también es una sombra.
Sinner, ganador de tres de los últimos cinco Grand Slams, fue sancionado durante estos meses en los que no hay majors y podrá volver a jugar en mayo, en Roma, justo el torneo más emblemático de Italia, antes de Roland Garros. Insiste en que no hizo nada para mejorar su rendimiento; muchos le creen, otros no. Extraordinario en el court y con una fortaleza mental que le permitió seguir ganando pese a lo que sucedía en los escritorios en estos meses, seguramente continuará siendo exitoso, pero también será difícil que todos en la industria y en el entretenimiento del tenis lo observen como antes de conocerse el doping. Su imagen, en cierto punto también, quedó dañada. El caso, sin dudas y por sus distintos disparadores, es un golpe para la credibilidad del tenis.