Sufragio efectivo, no reelección ni nepotismo
La reelección y el nepotismo ha catapultado a personajes políticos que carecen de posibilidad alguna para ganar una elección directa o de acceder a una posición de poder por méritos propios.

Luego de las nefastas reformas legislativas promovidas por AMLO que respondieron más a venganzas personales, como la reforma judicial, que a un nuevo entramado de leyes que beneficien a la población, empezamos a observar las modificaciones a la Constitución de la presidenta Claudia Sheinbaum, como la no reelección y el nepotismo, figuras nefastas para el ejercicio de la política y la representación popular, en donde se han enquistado personajes de non grata reputación que carecen de posibilidad alguna para ganar una elección directa o de acceder a una posición de poder por méritos propios en lugar de sus lazos familiares.
El apotegma revolucionario de “Sufragio efectivo, no reelección” se recupera con Claudia Sheinbaum y le agrega el toque personal con el no al nepotismo.
En este sentido, son loables esas primeras iniciativas de la doctora que, de suyo, buscan limpiarle la cara a la política, al tiempo de abrirle espacios a los nuevos cuadros políticos con nuevos liderazgos de la sociedad que han sido desplazados por esos viejos y mañosos políticos que han logrado perpetuarse en el Congreso (como Ricardo Monreal) más por su influencia que por sus capacidades y poder de convocatoria entre la gente.
La jefa del Ejecutivo federal envió al Senado una iniciativa para eliminar la reelección de diputados y senadores a nivel federal y de diputados locales, regidores y síndicos que entraría en vigor en 2030, lo que terminaría con el reinado de esos personajes que han intentado perpetuarse en el Poder Legislativo.
Cierto, la reelección ha beneficiado principalmente a los líderes de partidos políticos que, luego, se convierten en líderes de las bancadas o estos mismos se columpian entre ambas Cámaras legislativas para no soltar el hueso, ni la coordinación de sus legisladores.
Veamos el caso de Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, que ahora es senador y no por ganar la elección respectiva, sino por colocarse en el primer lugar de la lista de plurinominales a la Cámara alta; de igual manera sucede con Marko Cortés, del PAN, y lo mismo quiso hacer Jesús Zambrano, del PRD, aunque por fortuna, no logró alcanzar su propósito por la extinción de esa franquicia política por su culpa.
Bajo la figura de la representación popular, los oportunistas y acomodaticios no tienen siquiera la obligación de hacer campañas políticas, sino simplemente sentarse a esperar los resultados electorales y que estos sean superiores al 3% de la lista nominal para no perder el registro como partidos políticos.
Desde luego, en el oficialismo también se cuecen habas, como es el caso del citado Ricardo Monreal y Adán Augusto López, quienes por haber sido ‘corcholatas’ tuvieron el privilegio de llegar caminando al Congreso y convertirse de facto en líderes de sus bancadas en la Cámara de Diputados y en la colegisladora, lo que les permite asumir un gran poder político, amén del manejo del presupuesto.
En la bancada de Morena hay diputados que, al concluir la legislatura en 2027, sumarán nueve años ininterrumpidos en una curul, como es el caso de Julieta Kristal Vences, de Puebla; Alejandro Carvajal Hidalgo, de Puebla; Sergio Gutiérrez Luna, de Veracruz, y Alfredo Vázquez, de Chiapas.
De acuerdo a una nota periodística de El Sol de México, el PAN y el PT son los partidos que más se han beneficiado con la reelección, pues en la actual legislatura de la Cámara de Diputados, tres de cada 10 diputados de esas fuerzas políticas repiten en el cargo; incluso algunos suman nueve años continuos y podrían repetir en la elección intermedia, hasta llegar al 2030, año en que ya no podrían mantenerse en el Congreso merced a la iniciativa presidencial de Sheinbaum.
En cuanto al nepotismo, diremos que es una práctica añeja y muy tentadora para esos personajes de la política que hacen y deshacen con el enorme poder que ostentan, desde el presidente de la República hasta gobernadores, legisladores, alcaldes y todos aquellos que están en posibilidad de meterle mano a la nómina de la burocracia.
En el texto de la iniciativa presidencial se lee que “el nepotismo en su acepción más amplia es una forma de corrupción consistente en una práctica por la que una persona aprovecha su cargo para otorgar empleos o favores a familiares y amigos, sin considerar idoneidad, sino que se limita a una cuestión emocional y de lealtad personal”.
La herencia de cargos públicos entre familiares, como ha ocurrido con el clan Monreal en Zacatecas, y se pretende replicar en Guerrero con la irrupción en las boletas para competir por la gubernatura, por parte de Félix Salgado Macedonio, y con ello quedarse con los zapatos de su hija Evelyn, gobernadora actual de esa entidad flagelada por la delincuencia, la ineptitud y los azotes de la naturaleza.