Sirocco y el reino de los vientos: una aventura alucinante que cruza los universos de Hayao Miyazaki y Lewis Carrol
La película del francés Benoit Chieux ganó el Premio del Público en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy de 2023

Sirocco y el reino de los vientos (Sirocco et le royaume des courants d’air, Francia/2023). Dirección: Benoit Chieux. Guion: Benoit Chieux, Alian Gagnol. Edición: Céline Kélépikis. Duración: 74 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: muy buena
La animación es un vehículo ideal para la fantasía. Y en los sueños, se sabe, puede pasar cualquier cosa. Sirocco y el reino de los vientos, largometraje del experimentado realizador francés Benoit Chieux, que ganó en 2023 el Premio del Público en el Festival Internacional de Annecy -uno de los más prestigiosos de los dedicados al cine de animación- cuenta una historia en la que despliega una imaginación desatada, por momentos alucinógena, que remite a los viajes mentales de clásicos como Yellow Submarine (1968) o El planeta salvaje (1973).
Chieux propone una deslumbrante excursión onírica cuya trama está claramente inspirada, al menos en parte, en un clásico de la literatura universal, Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Es una película destinada al público infantil, pero es probable que su espíritu psicodélico conecte en mayor medida con el adulto.
El primero que aparece en escena es Sirocco, un hechicero solitario que a primera vista realmente inquieta: es una figura flotante con el pelo largo y azul, la piel amarilla y un único ojo de medusa que aparece siempre semioculto debajo del ala ancha y flexible de un enorme sombrero, un personaje con superpoderes, capaz de desatar fortísimas tempestades y de actitud siempre amenazante. ¿Quién podría no temerle? Mucho más si se trata de dos niñas, que son también protagonistas de este relato surrealista conectado directamente con las ensoñaciones de Agnès, una escritora de libros infantiles que debe cuidarlas durante un fin de semana que la madre no estará en el hogar.
Pero la inocencia es muchas veces un insumo necesario para la osadía: las niñas se sumergen sin prejuicios en el delirante universo de uno de sus libros favoritos, El reino de los vientos, escrito justamente por Agnès, como lo hace Alicia en la célebre madriguera del conejo blanco. Y allí vivirán una larga serie de aventuras asombrosas, algunas divertidas, otras muy intimidantes.
El de las pequeñas Carmen y Juliette es uno de esos largos viajes que suelen emprender los personajes de Hayao Miyazaki donde el trayecto es igual de importante que el destino (en este caso, la vuelta a casa, a la realidad mucho más chirle de la vida cotidiana). Las producciones del famoso Studio Ghibli fundado por Miyazaki son una referencia indisimulable de este trabajo de Chieux, en particular la exitosa El viaje de Chihiro.
En ese derrotero anárquico se cruzarán con un juguete de madera que puede teletransportarse y marea a todos con un discurso dadaísta, un hongo del que brotan hélices, una caja de música que despide burbujas y más personajes y situaciones completamente extravagantes que son más una vía para que Chieux deje volar su inventiva y su ingenio que elementos funcionales a la consolidación de una trama deliberadamente dispersa, como la que suelen tener los sueños, claro.
Juega un rol muy importante la banda sonora compuesta por el músico francés Pablo Pico, climas delicados creados con piano, sintetizadores y vientos que refuerzan la atmósfera etérea de la película. Es particularmente bella la interpretación de la cantante francesa de origen camerunés Célia Kameni, cuando por fin aparece la voz de Selma, una singular estrella pop con cabeza de pájaro por la que el misterioso y controlador Sirocco se siente evidentemente atraído y que teje una relación estrecha con Carmen y Juliette, protegiéndolas en ese periplo al que el espectador debe entregarse sin reservas si quiere vivirlo tan intensamente como ellas.