Madrid cuenta en su región con tantos kilómetros de tuberías (18.000) como para llegar, si se unieran en línea recta, hasta Australia. Con esas dimensiones, las averías y roturas se convierten en algo cotidiano, pero no por ello menos incómodo para los vecinos que las sufren. Y eso que en muchos casos, ni siquiera se enteran de que su suministro ha sido suspendido temporalmente mientras se solucionaba algún problema. Cada día hay en torno a medio millar de llamadas que alertan de posibles anomalías. Cada mes, unos 14.000 avisos. En el Canal de Isabel II, cuentan con un auténtico ejército perfectamente coordinado que se encarga de las reparaciones. «Esto es una cadena», explica César Martín, jefe del área de operaciones...
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