Plátano de sombra, el árbol que no tiene nada que ver con la fruta y puede ser un invento español
El popular árbol es en realidad un híbrido cuyo origen podría ser español en un acto botánico por unir en una misma planta a Europa con América.

El origen del plátano de sombra (Platanus × hispanica), nuestro popular árbol de parques y jardines como el famoso Paseo del Espolón en Burgos, es un misterio. Porque no existe en el mundo natural, no lo vas a encontrar en un bosque salvo que haya sido plantado o se haya asilvestrado de algún jardín. Es un híbrido, un afortunado cruce entre dos especies de mundos muy diferentes, el plátano occidental o americano (Platanus occidentalis) y el plátano oriental o europeo (Platanus orientalis).
¿Cómo pudo surgir algo así? Su verdadera historia resulta tan interesante como enigmática. En este vídeo que he grabado en el Jardin Botánico de París junto a un viejo ejemplar plantado hace 250 años te lo resumo, pero a continuación te lo explico con más detalle.
Aunque el origen exacto de este árbol permanece incierto, algunas evidencias históricas sugieren que esta hibridación podría haber sido llevada a cabo por jardineros españoles durante el siglo XVII, quienes habrían buscado una especie robusta y resistente para decorar y sombrear palacios y caminos.
Híbrido entre dos mundos, el Viejo Mundo, el del oriente del Mediterráneo, y el Nuevo Mundo, el occidente americano, podríamos decir que es la herencia española más importante al paisajismo europeo. Algunos creen que se originó en los jardines de Aranjuez, alrededor de 1650. El nombre "hispanica" de su nombre científico no demuestra nada, pues se debe a que Miller, el descriptor de la especie, usó muestras españolas.
Otras teorías apuntan sin embargo a un origen inglés, señalando que pudo originarse hacia 1670 en el Jardín Botánico de Oxford o el Vauxhall Garden de Londres. De hecho, lo conocen como "London plane", el aplanado de Londres. Aunque parece poco probable pues el Platanus occidentalis necesita un calor de verano considerable para crecer bien y es casi imposible que lo logre con éxito en climas tan fríos como los de Gran Bretaña.
¿Y por qué se llama plátano?
Se llama plátano no porque se parezca a la fruta de las bananeras, sino porque tiene las hojas muy anchas. Ese nombre proviene del griego πλάτανος (platanos), que a su vez deriva de πλατύς (platys), que significa "ancho" o "plano", haciendo referencia a que sus hojas son grandes y de forma palmeada.
La similitud en el nombre con las plataneras se debe a que ambos comparten la característica de tener hojas grandes y anchas, aunque pertenecen a familias botánicas completamente diferentes
El árbol más urbano
El Platanus × hispanica exhibe características híbridas muy apreciadas desde el punto de vista ornamental y funcional. Combina la resistencia del plátano americano a ciertas enfermedades, especialmente frente al antracnosis (Apiognomonia veneta), con el vigor ornamental y la adaptabilidad climática del plátano oriental.
Su éxito reside en su elevada resistencia a la contaminación urbana, sombra generosa, rápido crecimiento y gran capacidad para tolerar podas drásticas, como las típicas burgalesas en forma de “cabeza de Medusa”.
Además, muestra una considerable tolerancia a distintos tipos de suelos y climas, desde templados hasta relativamente cálidos, lo que explica su amplia difusión por parques, avenidas y plazas de numerosas ciudades europeas.
¿Cómo se forman sus túneles de ramas?
Los famosos túneles de ramas de paseos como el burgalés de El Espolón no es algo natural; se deben a un curioso manejo de los jardineros.
Las ramas más jóvenes se entrelazan entre sí durante el invierno, después de la poda, para mantenerlas en contacto. Con el tiempo, se fusionan naturalmente mediante un proceso llamado inosculación. Eventualmente, quedan perfectamente fusionadas, formando los típicos arcos que proporcionan abundante sombra.
Lo más increíble de todo es que los árboles unidos de esta manera llegan a compartir la savia. Cuando el cámbium (tejido bajo la corteza) de las ramas en contacto se fusiona, forma una sola capa continua que abarca ambas ramas. A partir de ese momento, cualquier crecimiento subsiguiente formará anillos de leño que abarcarán las dos ramas, convirtiéndolas efectivamente en una sola que comparte la savia.
Podríamos decir que esos arcos de árboles son en realidad un único ejemplar, o mejor dicho, un mismo grupo social, pues todos se reparten de manera cooperativa los alimentos que les aportan las raíces.