Pierre Lemaitre sigue completando su saga sobre el siglo XX con 'Un futuro prometedor'
El escritor francés Pierre Lemaitre sigue dando forma y prosa a su saga familiar sobre la historia del siglo XX con su última novela, Un futuro prometedor...

El escritor francés Pierre Lemaitre sigue dando forma y prosa a su saga familiar sobre la historia del siglo XX con su última novela, Un futuro prometedor (Salamandra) que sitúa en 1959 a la familia Pelletier en Francia y en Praga, con la Guerra Fría como excusa histórica y literaria.
Con su maestría incuestionable y su capacidad para retratar tiempos pasados, Lemaitre cuenta cómo el matrimonio Pelletier se instala en la campiña francesa tras una etapa convulsa en Beirut. Su aparente felicidad se trastoca cuando, con el comunismo en horas altas, uno de sus hijos debe ocuparse de una peligrosa misión en Praga, detrás del Telón de Acero.
En una presentación virtual desde su casa, Lemaitre ha respondido a cuestiones relacionadas con su obra y también con su país, Francia, que dice él, es "víctima de la nostalgia. En los años 50 y 60 había una Francia que describo en la novela feliz, que estaba escribiendo la última página del siglo XIX, con una sociedad que confiaba en la revolución industrial, en el progreso, en las máquinas, en el futuro, sin saber que se estaban sentando las bases del cambio climático actual, pero ellos no lo sabían, mientras que hoy sí lo sabemos, salvo algunos negacionistas trumpistas".
Pierre Lemaitre considera que "la nostalgia es una enfermedad, nos impide comprender lo nuevo. Y nos impide ver lo deseable. Sería un error de perspectiva caer en ella, lo que hay deseable es luchar y vivir. Trato de no ser una víctima de la nostalgia", ha dicho vehemente.
El autor francés recordó su novela Nos vemos allá arriba, que se considera uno de sus mejores libros, y fue reconocido con el prestigioso premio Goncourt en 2014. Para él, fue una espita hacia la libertad creativa. "Tras la escritura de esa novela me di cuenta de que había sentido un placer que nunca había experimentado antes".
De ahí que haya 'abandonado' las novelas policiales, con las que se lanzó a la escritura a los 55 años (ahora tiene cerca de 74). Y no solo no le importa que su género último se considere un folletín, sino que opina que "es un invento de los escritores del siglo XIX, porque no hay nada más moderno que eso".
Respecto a las coincidencias históricas entre el periodo del que novela y la realidad, Lemaitre asegura que "una novela siempre es testigo de la historia en la que se sitúa, pero también traduce las condiciones en las que se escribe, en este caso los inicios del siglo XXI".
Para la construcción de Un futuro prometedor (editorial Bromera en la edición catalana), Lemaitre se inspiró en la existencia de un topo, "un agente infiltrado que no se sabe quién es y a quien se intenta desenmascarar". Y rinde homenaje a las novelas de Le Carré y de Ian Fleming, autor de James Bond.
"Zola es un modelo, no tanto por la novela social, como por la forma en que sus novelas hablan entre sí"
Retrocede unos siglos el autor galo para referirse a uno de sus modelos narrativos, Emile Zola, al que también tributa, igual que a Balzac, con su forma de narrar hechos y personajes. "Zola -autor de Germinal- es un modelo en lo que respecta a la construcción, no tanto por la novela social, sino por la forma en que sus novelas hablan entre sí".
Para los lectores de sus primeras novelas policíacas (su inspector Camille Verhoeven tiene su propia serie negra), Lemaitre ha anunciado que cuando termine su saga del siglo XX hasta completar diez libros, le gustaría volver a sus "primeros amores" con el género criminal. Dice que no ha pensado en qué momento acabará su saga histórica, pero que le gustaría sobrevivir a Trump, cuyo nombre sale diversas veces en la charla virtual como elemento hostil y contra todo humanismo.
Lemaitre ha mostrado los cuadernos donde escribe, que tienen más de 300 páginas y se los hacen por encargo, "la única frivolidad que me permito", así como los pequeños, que son transportables y acumula en su despacho a modo de testimonio de su febril actividad. También ha mostrado la pluma con la que escribe, roja "pero no porque se asocie al comunismo", ha ironizado.