Pedro Salmerón Sanginés: Tenochtitlan

Cuando niño visitaba el Museo Nacional de Antropología. Me estremecía de orgullo al leer la frase de Domingo Chimalpahin: “Mientras exista el mundo no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan”, aquella ciudad en el lago fundada, dice el mito, hace 700 años y una semana. Crecí en esa tradición cultural. En las visitas a ese museo, cuyo discurso y estructura reafirmaban nuestra visión de Tenochtitlan como pináculo de Mesoamérica y antecedente directo de nuestra nacionalidad. Crecí creyendo que descendíamos de los mexicas y con la contradictoria sensación del odio a los españoles que “nos invadieron” y “destruyeron nuestra cultura”. Y esas ideas traían aparejadas, a la vez, la admiración por las hazañas de Cortés y sus 400 valientes. En mi adolescencia leí a Cortés, Bernal y León-Portilla, que reforzaron esas creencias.

Mar 18, 2025 - 12:33
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Pedro Salmerón Sanginés: Tenochtitlan
Cuando niño visitaba el Museo Nacional de Antropología. Me estremecía de orgullo al leer la frase de Domingo Chimalpahin: “Mientras exista el mundo no acabarán la fama y la gloria de México-Tenochtitlan”, aquella ciudad en el lago fundada, dice el mito, hace 700 años y una semana. Crecí en esa tradición cultural. En las visitas a ese museo, cuyo discurso y estructura reafirmaban nuestra visión de Tenochtitlan como pináculo de Mesoamérica y antecedente directo de nuestra nacionalidad. Crecí creyendo que descendíamos de los mexicas y con la contradictoria sensación del odio a los españoles que “nos invadieron” y “destruyeron nuestra cultura”. Y esas ideas traían aparejadas, a la vez, la admiración por las hazañas de Cortés y sus 400 valientes. En mi adolescencia leí a Cortés, Bernal y León-Portilla, que reforzaron esas creencias.