Una de las consecuencias directas de que no se estudie religión en las aulas es la pérdida de referentes, que se ha convertido en una especie de destierro cultural, una condena, a ser ciudadanos menos formados, para aquellas personas que no tienen acceso, de otra manera, al sustrato católico en que se asienta la cultura europea. Sin este referente no pueden entenderse la pintura, ni la escultura, ni, si me apuran, la literatura de los últimos diez siglos de historia. El resultado de estas carencias, de esta pobreza cultural, no solo se ve en las aulas, sino que ha llegado, también, a la sociedad, donde se ha producido una brecha importante que favorece –en términos culturales- a determinadas clases sociales...
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