Negociando el poder con niños
Todos los días nos sorprenden negociaciones o acuerdos que nos desprestigian.

La política española de los últimos tiempos no para de darnos noticias, o informaciones mejor dicho, que colman nuestra vergüenza democrática. Dios, ¿qué hemos hecho a la hora de votar para que nuestros elegidos estén cayendo tan bajo a la hora de gobernar y legislar? Todos los días nos sorprenden algunas negociaciones o acuerdos que nos desprestigian como ciudadanos de un país serio y solvente o trapicheos para mantenerse en cargos remunerados con nuestros impuestos cada vez más elevados.
Ya hemos asistido a infinidad de "trapisondas", como se dice en mi tierra, o contubernios de todo género susceptibles de ruborizar a muchos ciudadanos al margen de las ideas políticas a las que cada cual tiene derecho. Hipotecar la libertad de quienes tienen la capacidad para adoptar decisiones para conseguir apoyos parlamentarios o la posibilidad de adoptarlas olvidando que en la Constitución de todos hay dos cámaras parlamentarias es difícil de creer y menos aceptar.
En las últimas horas hemos escuchado o leído algo que considero doblemente bochornoso. Existe un problema grave con la entrada de migrantes de manera ilegal, algo –dicho sea paso- que quienes tendrían la responsabilidad de controlarlo no han sido capaces, aunque reconozco que no es fácil, y entre ellos varios millares de niños y adolescentes, carentes de familiares y sustento, se han venido concentrando en las islas Canarias, cuyo Gobierno resulta fácil entender la imposibilidad de prestarles toda la atención que requieren.
Entre tanto, el Gobierno que preside Pedro Sánchez ha decidido algo que de partida es lógico, y es que esa carga –por describirla de forma desconsiderado-, se reparta por todo el territorio nacional. Y la primera lamentación es que, lejos de reaccionar de manera solidaria, justa y de una manera ejemplar, lo que está ocurriendo es que casi nadie se ha apuntado a compartirla y, lo que es peor aún, que el reparto por las diferentes comunidades autónomas se haya convertido en un rechazo lamentable y un mercadeo político deplorable.
No puedo entrar en los criterios políticos que se están aplicando para imponer una distribución equilibrada, de acuerdo con las capacidades de cada comunidad, pero sí expresar algo que se está imponiendo desde criterios fundamentados en un infame tráfico comercial con el fin de conseguir apoyos para conservar el poder de quienes lo ejerce de manera tan despiadada. Bochornoso, no se trata de defender o rechazar un proyecto de Ley o unos presupuestos: se trata de traficar con niños a los que no puede negarse ayuda.
Mezclarla con ambiciones personales, opino que el espectáculo contemplado desde fuera debe de estar dejando una pésima imagen colectiva de los españoles y, por supuesto, también que muchos ciudadanos nos planteamos la duda de si quienes participan en esta decisión, sentirán tranquila su conciencia. Algunos de estos niños, sean mayores y recuerden con mucho dolor como se ha mercadeado con su futuro de una forma tan despiadada. Son niños con mala suerte, niños que necesitan ayuda, que no se olvide.