Mi primer San Valentín sin ti: así sobreviví el 14 de febrero

Me desperté con una sensación extraña en el pecho, como cuando sabes que algo malo va a pasar, pero todavía no ha sucedido. Tardé un par de segundos en recordar qué día era. Y cuando lo hice, sentí el golpe en el estómago. Era 14 de febrero. Día de San Valentín. Y era el primero […]

Feb 13, 2025 - 01:40
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Mi primer San Valentín sin ti: así sobreviví el 14 de febrero

Me desperté con una sensación extraña en el pecho, como cuando sabes que algo malo va a pasar, pero todavía no ha sucedido. Tardé un par de segundos en recordar qué día era. Y cuando lo hice, sentí el golpe en el estómago.

Era 14 de febrero. Día de San Valentín. Y era el primero sin ti.

Me quedé en la cama más tiempo del necesario. Me convencí de que no tenía que levantarme, de que podía saltarme este día como si fuera una hoja mal arrancada en un calendario. Pero no funcionó. Porque aunque me quedara quieta, aunque evitara mirar el celular, aunque hiciera todo para distraerme, la realidad seguía ahí: no había mensaje tuyo. No había planes. No había nosotros.

Y eso dolió más de lo que quiero admitir.

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Pasé la mañana en una especie de trance. No sé cuántas veces abrí y cerré Instagram, cuántos cafés preparé solo para dejarlos enfriar. A cada rato me preguntaba si tú estabas pensando en mí, aunque odiara la respuesta. Porque, siendo sincera, sé que no. Sé que tu vida siguió adelante. Sé que, muy probablemente, este día lo pasaste acompañado, sin la carga emocional que yo sentía ahogándome.

Eso es lo que más duele. No solo el vacío que dejaste, sino la certeza de que mientras yo sigo aquí, tratando de juntar las piezas, tú ya armaste un rompecabezas nuevo.

Por un momento me dejé caer en la tristeza. Lloré en el sillón, viendo una película que ni siquiera estaba poniendo atención. Pensé en escribirte. Pensé en borrar todas nuestras fotos. Pensé en todas las cosas que fuimos y en lo que ya nunca seremos.

Pero después de un rato, algo dentro de mí dijo basta.

No fue un momento de iluminación. No fue como en las películas donde la protagonista se mira al espejo y, de repente, entiende todo. Fue más bien una decisión torpe, improvisada, pero necesaria. Me levanté, me lavé la cara, salí a caminar sin rumbo.

No fue suficiente para dejar de extrañarte, pero al menos fue suficiente para recordarme que existo más allá de ti.

El resto del día fue una montaña rusa. A ratos me sentí fuerte. A ratos me sentí rota. A ratos quería reírme de lo absurdo que es el amor y a ratos quería gritarle al universo por hacerme pasar por esto. Pero lo importante es que pasé el día. Sobreviví.

Y sí, todavía duele. Pero tal vez la diferencia es que ahora sé que, eventualmente, dejará de doler.

Así que gracias por todos los 14 de febrero que tuvimos. Pero este, el primero sin ti, me enseñó algo que no esperaba: que a pesar de todo, sigo aquí. Y que, de alguna manera, eso también es amor.

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