El sábado pasado en la alfombra roja de los Goya desfilaba de punta en blanco la flor y nata de la industria cinematográfica de nuestro país. Por el photocall iban apareciendo los invitados a la gala que, tras las fotos de rigor y el baño de flashes, componían una cara de circunstancia al llegar hasta los micrófonos de los periodistas. Ahí el ambiente festivo mutaba y todos parecían interpretar un papel para el que llevaban tiempo ensayando, uno que reúne bajo el mismo arquetipo a la plañidera, al experto en geopolítica y al intelectual que alecciona. En el mundo de la Cultura, por lo visto, no basta con ser bueno en lo tuyo, también hay que ser 'comprometido'. Hay que...
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