Las 'metrópolis' españolas cada vez envejecen más y crece sin embargo la cifra de adolescentes y niños en áreas suburbanas
En Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla hay más de 143 jubilados por cada cien niños, más que en su periferia.

A pesar de que el dinamismo económico de las grandes ciudades atrae población joven y extranjeros a los núcleos urbanos, los polos tradicionales de empleo no escapan al envejecimiento que caracteriza no solo a la sociedad española, sino a buena parte de las sociedades occidentales. En las cuatro grandes urbes del país, el peso de los mayores de 65 años sobre los más jóvenes es mayor incluso que en su entorno más inmediato, donde ciudades cada vez más grandes absorben población que no 'cabe' en las grandes capitales. En el crecimiento demográfico de estas zonas periféricas destaca la presencia de niños y adolescentes, frente a unas metrópolis más adultas. En un reciente informe, la OCDE llama a hacer de las ciudades espacios más inclusivos donde ni jóvenes ni mayores se vean expulsados.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay la misma cantidad de mayores de 45 años que de menores de esa edad. Ese es el punto en el que la población se divide en dos mitades idénticas, una cifra que ha aumentado en casi cuatro años a lo largo de la última década. Desde principios del siglo la edad mediana ha crecido en más de ocho años, un avance que evidencia una sociedad cada vez más envejecida. En diez años el peso de las personas de la tercera edad sobre los menores de 16 se ha incrementado un 26% hasta los 142 mayores de 65 años por cada cien niños y adolescentes.
En las grandes ciudades, la proporción es superior. Madrid ronda los 154 jubilados por cada cien menores y Valencia los 162, mientras que Barcelona alcanza los 171. Entre las cuatro primeras capitales por población, Sevilla es la que más se acerca a la media nacional, con 143 mayores por cada cien niños y adolescentes. En todos los casos el dato es superior, al de sus correspondientes provincias (126, 137,134 y 114 respectivamente). Y es que las áreas metropolitanas de las grandes ciudades presentan niveles de envejecimiento más bajos.
Entre las 23 ciudades de más de 50.000 habitantes que hay en la Comunidad de Madrid, solo cuatro superan la marca de la capital. Son Móstoles, Leganés, Alcorcón y Coslada. En las provincias de Barcelona, Valencia y Sevilla ninguna localidad de este tamaño está más envejecida que la correspondiente capital autonómica. Al contrario, algunas de ellas destacan por la baja proporción de mayores de 65 años. En Sant Cugat del Vallès (Barcelona), Paterna (Valencia) y Dos Hermanas (Sevilla) hay incluso menos personas de la tercera edad que niños. Lo mismo ocurre en Rivas-Vaciamadrid, Parla, Boadilla del Monte o Torrejón de Ardoz en la Comunidad de Madrid. No obstante, en las áreas metropolitanas el ritmo de envejecimiento en los últimos años ha sido por lo general mayor que en las grandes capitales, empujado por la absorción de población.
Aunque son mayoritarios los municipios donde los mayores de 65 años tienen un peso predominante, la evolución de la población no ha sido igual en todas las zonas. Según los datos del INE, en los últimos diez años Madrid y Barcelona han ganado respectivamente 47.255 y 15.250 habitantes, mientras que Valencia y Sevilla han perdido 4.536 y 20.357, pese a ensancharse la cúspide de la pirámide demográfica con cada vez más personas de la tercera edad.
También en los cuatro casos se ha incrementado progresivamente el volumen de residentes de entre entre 45 y 64 años, un grupo de edad que ha crecido en diez años un 17%, un 8%, un 12% y un 1% respectivamente en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Sin embargo, el crecimiento de esta franja ha sido aun más significativo en las ciudades periféricas. Dentro de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, en Rivas-Vaciamadrid, Pinto, Valdemoro y Boadilla del Monte, la población de esta edad ha crecido más de un 50% en una década, mientras que en las localidades barcelonesas de Castelldefels, Santa Coloma de Gramenet o Viladecans el aumento supera el 30%, al igual que en Paterna (Valencia) y en Alcalá de Guadaíra y Dos Hermanas (Sevilla).
En buena parte de estas zonas metropolitanas, esta evolución demográfica ha venido acompañada de un aumento de los menores de 16 años —o un menor descenso en el caso valenciano— que contrasta con la caída de los alevines en las grandes ciudades. En concreto, frente a la bajada del 5% anotada en Madrid capital, en otros municipios vecinos como Colmenar Viejo, San Sebastián de los Reyes, Getafe y Boadilla del Monte el número de niños ha crecido en torno a un 10% y en Rivas-Vaciamadrid casi un 22%.
Respecto a la tasa de natalidad, Colmenar Viejo, Getafe, Arganda del Rey, Rivas y Parla registran más de los 7,6 nacimientos por cada mil habitantes que contabiliza Madrid. Sevilla, por su parte, se ve superada en esta tasa (7,5) por Dos Hermanas y Utrera, mientras que en la ciudad del Turia nacen menos niños (7,1), en proporción, que en Torrent y Paterna. Del mismo modo, en nueve de las 18 localidades de más de 50.000 habitantes de la provincia de Barcelona la tasa de natalidad es superior a la de la Ciudad Condal, que ronda los siete nacimientos por cada mil habitantes.
En cambio, frente a los municipios de sus alrededores, las grandes ciudades se caracterizan por haber acogido más jóvenes en los últimos diez años. Desde 2012, Madrid y Barcelona han ganado 3.525 y 2.660 residentes de entre 20 y 30 años respectivamente, mientras que prácticamente todas las urbes vecinas han perdido población de forma significativa en esta franja.
El coste del envejecimiento
Ante estos cambios demográficos experimentados no solo en las ciudades españolas sino también en muchas otras urbes a nivel mundial, la OCDE llama a los gobiernos acometer políticas públicas inclusivas para no excluir de las ciudades ni a los más jóvenes ni a los más mayores, atajando problemas como el de la vivienda. "La vivienda urbana suele ser inasequible debido al aumento de los precios en las últimas décadas, así como a la disminución o el estancamiento de la inversión en vivienda social", ejemplifica el organismo en un informe publicado esta semana. Y es que el encarecimiento de los pisos en las grandes ciudades se ha contagiado a sus áreas metropolitanas y ciudades vecinas.
La OCDE advierte de los riesgos de no atender todas las necesidades específicas de todos los grupos de edad, no solo en materia de vivienda. "Las ciudades que no son inclusivas con las personas mayores probablemente se enfrenten a costes sociales y económicos significativos", avisa, señalando en particular a las consecuencias sobre las salud de las personas, los niveles de soledad y pobreza y un mayor gasto público asociado a la población envejecida, así como a la pérdida de productividad y de dinamismo en el mercado laboral.
También el Fondo Monetario Internacional (FMI), en en un adelanto de su informe Perspectiva Económica Mundial avanzado este miércoles, apuntaba al impacto del envejecimiento de la población. El organismo calcula que este fenómeno puede restar hasta dos puntos al crecimiento mundial hasta finales de siglo. Por ello, insta al impulso de la denominada 'economía plateada' y a fomentar un envejecimiento saludable para aumentar la empleabilidad.