La mansión Masriera, refugio de artistas reales y alocados editores ficticios
Tras La librería del señor Livingstone, Mónica Gutiérrez sigue explorando los entresijos del mundillo editorial. Esta vez lo hace reivindicando un edificio emblemático —y abandonado— de Barcelona: la mansión Masriera. Ahí ubica la editorial de un curioso —y alocado— señor Bennet. En este making of Mónica Gutiérrez cuenta el origen de La editorial del señor... Leer más La entrada La mansión Masriera, refugio de artistas reales y alocados editores ficticios aparece primero en Zenda.

Tras La librería del señor Livingstone, Mónica Gutiérrez sigue explorando los entresijos del mundillo editorial. Esta vez lo hace reivindicando un edificio emblemático —y abandonado— de Barcelona: la mansión Masriera. Ahí ubica la editorial de un curioso —y alocado— señor Bennet.
En este making of Mónica Gutiérrez cuenta el origen de La editorial del señor Bennet (Ediciones B).
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Antes de conocer su historia, siempre que pasaba junto a la mansión Masriera me enredaba pensando en misterios masónicos, en historias de fantasmas, en familias muy lúgubres encerradas dentro porque habían renunciado al mundo. Imaginaba a la señorita Havisham, de Grandes Esperanzas, vagando por las habitaciones vacías con su vestido de novia, las huellas de la protagonista de Marina, de Carlos Ruiz Zafón, marcadas en el polvo de sus suelos de baldosas modernistas, el sótano deshabitado por cierto príncipe de Valaquia.
La naos de la planta baja se coronó con una claraboya de cristal, para proporcionar luz natural a los artistas, y sus puertas se modificaron para que los cuadros y las esculturas de gran tamaño entraran y salieran con facilidad por el acceso de los carruajes. En la segunda planta, las habitaciones de la familia y de los invitados se arremolinaban alrededor de un pequeño foyer, una salita de té y un salón de baile de suelos embaldosados, frescos cenitales y cornisas esculpidas en escayola; un espacio fabuloso que en La editorial del señor Bennet se convierte en la biblioteca de Dalia Ediciones.
En 1913, el taller Masriera se amplió con dos naves laterales, albergó el teatro Studium en 1932, refugió a intelectuales y artistas durante la guerra civil y la dictadura, fue sede de una orden religiosa en los años cincuenta y, en el último cuarto del siglo XX, asumió las nebulosas funciones de una especie de centro cívico. En 2009, abandonado, ruinoso y decadente, fue calificado como Bien Cultural de Interés Local y puesto bajo la protección del Ayuntamiento que, tras un intenso debate sobre su uso, ha iniciado su resurrección este mes de marzo.
Desde la acera de la calle Bailén, tras las verjas de hierro negro con el anagrama MR de la familia enmarcado por una estrella de cinco puntas, entre la vegetación asilvestrada, apenas se vislumbra el friso neoclásico y el porche de columnas corintias de piedra clara. Taller de artistas, alma y cerebro modernista, refugio de poetas perseguidos, teatro de vanguardias, templo, rincón de sororidad para mujeres trabajadoras… Ni siquiera cuando la visité —ya con la idea en mente de La editorial de Bruno Bennet como un pequeño homenaje a su espíritu de mecenazgo— perdió ni un ápice de su magia, a pesar de su terrible estado de abandono. No importa cuántas veces pase por delante de la mansión Masriera, ni las prisas, me resulta imposible no detenerme para admirarla. Sigue albergando fantasmas y la voz de Lorca recitando unos versos prohibidos.
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Autora: Mónica Gutiérrez. Título: La editorial del señor Bennet. Editorial: Ediciones B. Venta: Todos tus libros.
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