EL cartel que ha hecho Luis Gordillo para la hermandad de la Macarena es una obra de arte de la que prefiero no opinar. No porque esté escandalizado o maravillado por su contenido, sino porque soy uno más de ese 90% de sevillanos que no tienen ni la más remota idea sobre arte, y en esta vida no hay nada más sabio que guardar el más absoluto silencio en aquellos temas en los que somos unos ignorantes. Hablar por hablar es muy fácil y gratuito, pero hacerlo con conocimiento de causa está reservado para unos cuantos eruditos entre los que desgraciadamente no me encuentro, como tampoco la mayoría de los que esta semana están haciendo gala de un ingenio vacío...
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