La competitividad en China ha impulsado una peligrosa obsesión de los padres: conseguir hijos más altos cueste lo que cueste
El año pasado fue Corea del Sur la que comenzó con la iniciativa. Frente a su crisis demográfica, los niños son un “bien preciado” que hay cuidar y preparar para un futuro exigente, tanto, que incluso los estaban empezando a medicar si “no daban la talla”. Aquel germen ahora parece haber entrado en China, donde la competitividad en todos los niveles, desde el matrimonio hasta el ascenso laboral, está llevando a muchos padres a una peligrosa escalada. Un fenómeno de estatura. La altura de los niños chinos ha aumentado significativamente en las últimas décadas, con el mayor incremento mundial entre 1986 y 2019, según el NCD Risk Factor Collaboration, una red científica vinculada a la OMS. Dicho crecimiento ha sido impulsado por mejoras en la nutrición, acceso a proteínas de calidad y programas gubernamentales como el Plan Nacional de Leche Escolar, que hoy distribuye leche gratuita a 32.1 millones de estudiantes. Sin embargo, y a pesar de estos avances, muchos padres consideran que sus hijos aún no son lo suficientemente altos, lo que ha llevado a un auge en el uso de hormonas de crecimiento y otras estrategias para aumentar la estatura. En Xataka Durante miles de años, neandertales y homo sapiens trataron de aparearse insistentemente. La genética tenía otra idea La presión social. El deseo de que los niños sean más altos no es solo una cuestión de salud, sino que, como decíamos, refleja una competencia intensa en los mercados laboral y matrimonial. En una sociedad donde los estándares de belleza y éxito se han homogenizado, la altura es vista como un atributo clave para obtener mejores oportunidades de trabajo y mayor atractivo en el matrimonio. Hay estudios. De hecho, investigaciones de la Universidad Deportiva de Pekín y la Universidad de Pekín han confirmado que las personas más altas en China tienen mayores probabilidades de casarse y ganar mejores salarios. Este fenómeno se intensifica por el desequilibrio de género causado por la política del hijo único, que dejó un exceso de hombres compitiendo por parejas. Las empresas “empujan”. Contaban en Nikkei que las compañías chinas refuerzan esta tendencia al establecer requisitos de altura en sus anuncios de empleo, incluso en posiciones donde no parece relevante. Un ejemplo: una empresa de Hangzhou buscaba un modelo masculino para streaming en directo y solo exigía que midiera más de 1.85 metros, sin importar su apariencia. Para las mujeres, el requisito era de 1.75 metros. En Xataka Llevamos años intentando reinventar la rueda. Resulta que era tan sencillo como sustituirla por pelotas de pilates El boom de las hormonas. Todo esto ha llevado a una peligrosa escalada de padres. El aumento de la preocupación por la altura ha llevado a un crecimiento explosivo en la industria de las hormonas de crecimiento en China, que triplicó su tamaño desde 2018 y superó a Estados Unidos como el mercado más grande del mundo. En 2023, el sector alcanzó 12.5 mil millones de yuanes (1.75 mil millones de dólares) y sigue en expansión. Además, aunque las hormonas de crecimiento solo están autorizadas para niños con deficiencia hormonal, muchos padres buscan médicos dispuestos a recetarlas de manera extraoficial. Por ejemplo, el medio contaba el caso de Li Tai, un cineasta de Changsha que comenzó a inyectar hormonas a su hijo de 5 años tras notar que era más bajo que el 97% de los críos de su edad. En año y medio, el crío superó la estatura de la mitad de sus compañeros, aunque el tratamiento le costó 130.000 yuanes (18.000 dólares) y coincidió con el inicio de hemorragias nasales (eso sí, el médico descartó una relación directa). Las cifras. Actualmente, unos 700 niños están en tratamiento con hormonas de crecimiento en la clínica del doctor Zhu Xinyu en Xiamen, mientras que el mercado chino sigue expandiéndose con nuevos tratamientos que requieren menos inyecciones y ciclos más prolongados. Se estima que para 2030, el 10.7% de los niños diagnosticados con deficiencia hormonal recibirán tratamiento, comparado con el 3.7% en 2018. Los riesgos de la obsesión. Médicos como Zhu y Lu Wenli advertían en el reportaje que el uso prolongado de hormonas de crecimiento conlleva riesgos como la hipertensión intracraneal, escoliosis, alteraciones en los niveles de azúcar en sangre o incluso posibles vínculos con el cáncer. Así todo, los padres parecen estar dispuestos a asumir estos riesgos y pagar los tratamientos de su bolsillo, ya que las hormonas de crecimiento no están cubiertas por el sistema nacional de salud. ¿De cuánto hablamos? El coste anual de un tratamiento estándar oscila entre 60.000 y 70.000 yuanes (8.500/10.000 dólares). El impacto social de la obsesión. Aquí viene otro problema distópico añadido. Contaba Nikkei que el afán por hacer que los niños sean más altos está exacerbando la desigualdad social

El año pasado fue Corea del Sur la que comenzó con la iniciativa. Frente a su crisis demográfica, los niños son un “bien preciado” que hay cuidar y preparar para un futuro exigente, tanto, que incluso los estaban empezando a medicar si “no daban la talla”. Aquel germen ahora parece haber entrado en China, donde la competitividad en todos los niveles, desde el matrimonio hasta el ascenso laboral, está llevando a muchos padres a una peligrosa escalada.
Un fenómeno de estatura. La altura de los niños chinos ha aumentado significativamente en las últimas décadas, con el mayor incremento mundial entre 1986 y 2019, según el NCD Risk Factor Collaboration, una red científica vinculada a la OMS. Dicho crecimiento ha sido impulsado por mejoras en la nutrición, acceso a proteínas de calidad y programas gubernamentales como el Plan Nacional de Leche Escolar, que hoy distribuye leche gratuita a 32.1 millones de estudiantes.
Sin embargo, y a pesar de estos avances, muchos padres consideran que sus hijos aún no son lo suficientemente altos, lo que ha llevado a un auge en el uso de hormonas de crecimiento y otras estrategias para aumentar la estatura.
La presión social. El deseo de que los niños sean más altos no es solo una cuestión de salud, sino que, como decíamos, refleja una competencia intensa en los mercados laboral y matrimonial. En una sociedad donde los estándares de belleza y éxito se han homogenizado, la altura es vista como un atributo clave para obtener mejores oportunidades de trabajo y mayor atractivo en el matrimonio.
Hay estudios. De hecho, investigaciones de la Universidad Deportiva de Pekín y la Universidad de Pekín han confirmado que las personas más altas en China tienen mayores probabilidades de casarse y ganar mejores salarios. Este fenómeno se intensifica por el desequilibrio de género causado por la política del hijo único, que dejó un exceso de hombres compitiendo por parejas.
Las empresas “empujan”. Contaban en Nikkei que las compañías chinas refuerzan esta tendencia al establecer requisitos de altura en sus anuncios de empleo, incluso en posiciones donde no parece relevante. Un ejemplo: una empresa de Hangzhou buscaba un modelo masculino para streaming en directo y solo exigía que midiera más de 1.85 metros, sin importar su apariencia. Para las mujeres, el requisito era de 1.75 metros.
El boom de las hormonas. Todo esto ha llevado a una peligrosa escalada de padres. El aumento de la preocupación por la altura ha llevado a un crecimiento explosivo en la industria de las hormonas de crecimiento en China, que triplicó su tamaño desde 2018 y superó a Estados Unidos como el mercado más grande del mundo. En 2023, el sector alcanzó 12.5 mil millones de yuanes (1.75 mil millones de dólares) y sigue en expansión.
Además, aunque las hormonas de crecimiento solo están autorizadas para niños con deficiencia hormonal, muchos padres buscan médicos dispuestos a recetarlas de manera extraoficial. Por ejemplo, el medio contaba el caso de Li Tai, un cineasta de Changsha que comenzó a inyectar hormonas a su hijo de 5 años tras notar que era más bajo que el 97% de los críos de su edad. En año y medio, el crío superó la estatura de la mitad de sus compañeros, aunque el tratamiento le costó 130.000 yuanes (18.000 dólares) y coincidió con el inicio de hemorragias nasales (eso sí, el médico descartó una relación directa).
Las cifras. Actualmente, unos 700 niños están en tratamiento con hormonas de crecimiento en la clínica del doctor Zhu Xinyu en Xiamen, mientras que el mercado chino sigue expandiéndose con nuevos tratamientos que requieren menos inyecciones y ciclos más prolongados. Se estima que para 2030, el 10.7% de los niños diagnosticados con deficiencia hormonal recibirán tratamiento, comparado con el 3.7% en 2018.
Los riesgos de la obsesión. Médicos como Zhu y Lu Wenli advertían en el reportaje que el uso prolongado de hormonas de crecimiento conlleva riesgos como la hipertensión intracraneal, escoliosis, alteraciones en los niveles de azúcar en sangre o incluso posibles vínculos con el cáncer.
Así todo, los padres parecen estar dispuestos a asumir estos riesgos y pagar los tratamientos de su bolsillo, ya que las hormonas de crecimiento no están cubiertas por el sistema nacional de salud. ¿De cuánto hablamos? El coste anual de un tratamiento estándar oscila entre 60.000 y 70.000 yuanes (8.500/10.000 dólares).
El impacto social de la obsesión. Aquí viene otro problema distópico añadido. Contaba Nikkei que el afán por hacer que los niños sean más altos está exacerbando la desigualdad social en China. Las familias con mayores recursos pueden costear tratamientos con hormonas y programas de entrenamiento, lo que les da una ventaja en el futuro laboral y matrimonial. Como resultado, se está formando un ciclo en el que los niños altos y de familias adineradas siguen obteniendo más beneficios, mientras que los de clases bajas quedan (todavía más) rezagados.
Mientras tanto, la creciente estatura de la población está obligando a instituciones y empresas a hacer ajustes estructurales. Las ciudades han elevado la altura mínima para viajar gratis en transporte público de 1.1 metros a 1.3 metros en algunos casos. Para los metros, han aumentado la altura de sus puertas de 1.8 metros a 1.85 metros en los modelos más nuevos. En los hospitales pediátricos han tenido que comprar camas más grandes para niños de mayor tamaño, e incluso el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural ha propuesto elevar la altura de los techos de los edificios nuevos a 3 metros para facilitar la instalación de sistemas de calefacción y aire acondicionado.
De hecho, la obsesión por la altura ha llevado a empresas automotrices como BYD y Nio a comenzar a diseñar autos con más espacio para las piernas, y los fabricantes de ropa infantil, que aún no se han adaptado completamente al cambio, parecen estar dificultando encontrar prendas adecuadas para niños más altos.
Presión desde la infancia. En algunos casos, los padres imponen régimenes estrictos de ejercicios y dietas para maximizar el potencial de crecimiento de sus hijos sin recurrir a hormonas. Casos como el de Lin Fan, una madre de Shanghái, que obliga a su hija de casi 6 años a saltar la cuerda entre 400 y 500 veces al día, tomar suplementos de aceite de pescado y comer más de lo habitual.
La niña era de estatura promedio, pero en los últimos dos años ha caído al quintil más bajo, lo que preocupa a Lin, quien mide 1.68 metros y espera que su hija la alcance. Para esta madre, una joven que mida al menos 1.65 metros tendrá mejores oportunidades en el mercado laboral.
En definitiva, China parece haber pasado de ser una nación donde la estatura era una preocupación menor, a una sociedad donde ser alto es percibido como un requisito esencial para el éxito personal y profesional. Una percepción convertida en obsesión extrema donde el crecimiento es un objetivo de estatus que afecta a los niños. Y no solo con problemas de tipo biológico, sino cultural y económico, con implicaciones que refuerzan la desigualdad social.
Imagen | Jeff Knezovich
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La noticia
La competitividad en China ha impulsado una peligrosa obsesión de los padres: conseguir hijos más altos cueste lo que cueste
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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