La Bética: Concierto clásico de corazón flamenco

La OBC dedicaba su programa en esta ocasión a la música 'de nuestra tierra', escrita por compositores andaluces o que se inspiran en nuestra tradición. Entre los primeros destaca el guitarrista jerezano Santiago Lara, que nos traía su 'Concierto n°1 para guitarra española orquesta' , estrenado el pasado 17 de noviembre de 2023 en el Teatro Villamarta (Jerez de la Frontera) . Su autor reconoce el débito con el famoso 'Concierto de Aranjuez' de Joaquín Rodrigo , aunque esta inspiración nos parezca sobre todo formal, ya que Lara termina imponiendo su personalidad. Desde luego resulta interesante que Rodrigo parte de la música andaluza con tintes dieciochescos, desde el punto de vista de un compositor valenciano. Aquí la cosa es al revés, ya que partimos de una guitarra netamente flamenca y que se expande a toda la orquesta, en algunos momentos compartiendo -conscientemente o no- de esos rasgos de la música española del XVIII. Naturalmente, la impronta de Paco de Lucía está de igual manera presente, en tanto deseo de extender el mundo de la guitarra flamenca hacia el más amplio de la clásica -sobre todo en cuanto a las armonías se refiere- sin dejar atrás la melodía. Y aquí sentimos la imagen desdoblada del guitarrista y el orquestador . La primera elegía un lenguaje más atrevido, más rompedor, más avanzado, mientras que el tratamiento de la orquesta discurría por senderos muy transitados, en algunos casos siguiendo demasiado cerca a Rodrigo, con progresiones de acordes más convencionales, más triádicos, menos coloreados y pesantes, además de un tratamiento de la orquesta en el que dominaba la cantidad, el más es más, que nos lleva directamente a la bulla. Todo compositor quiere atraer a quien lo escucha, pero la desembocadura de los arroyuelos que no tardaban en convertirse en torrentes advertían de una precipitación por agradar, por el triunfo apresurado, hasta el punto de arrancar el aplauso en los tres tiempos del concierto , si bien el más sorprendente fue en el 'Adagio', que empieza y termina tranquilamente, pero que en el centro contiene un pasaje de orquesta en fortísimo, que incitaba a un aplauso por decibelios. Es verdad que el público no era el habitual camerístico, pero también que las dinámicas estaban colocadas 'ad hoc'. Desde el punto de vista interpretativo , hubo muchos momentos para el lucimiento del guitarrista, ya desde el primer momento, y ahí se notó un buen sonido, soltura en los dedos, vigor… pero también puntos débiles, como trémolos a los que faltaba homogeneidad, 'picados' que buscaban el toque impoluto de Paco, pero que no siempre lo conseguían, mientras sí sobresalieron sus intensos rasgueos o los fraseos sentidos y sinceros. En este punto converge la amplificación de la guitarra . Decimos con frecuencia que el artista flamenco ya se ha acostumbrado a tocar o a cantar con micrófono, mientras que en el mundo de la clásica su uso debe estar muy justificado. La guitarra suele disfrutar de este 'nihil obstat', pero de forma controlada: si hay un técnico en la mesa de sonido al fondo de la sala es para que él sea el que vigile el nivel de amplificación tal como debiera oírlo el público; lo que no debería ocurrir es que el solista suba o baje el volumen a placer, porque él no oye de la misma manera, ni siquiera a través de los monitores. Debe dejar que el técnico haga su trabajo, si confía en él , y si no debe cambiarlo o suprimirlo: todo a la vez no debería ser. Eso hizo que algunos 'picados', ahogados además por la reverberación de la mesa, se embarullasen en sus propios ecos. También con una amplificación elevada se desvirtúa el color del instrumento: de hecho, sólo la llegamos a oír en un momento en que bajó el volumen para afinar, y sonaba de maravilla. Indudablemente es su primer intento y a buen seguro que habrá más. Si ve que su camino es ese, lo animamos a seguirlo desde la posición privilegiada de conocer el flamenco de primera mano, desde dentro. Pero que piense que Falla aprendió a oír el flamenco desde 'fuera', desde la clásica, y lo entretejió con cuanto estudió (en su caso con los maestros franceses) de orquestación y armonía, huyendo del aplauso fácil y cómodo. Por su parte, la Bética lo acompañó con una plantilla enorme (no cabía una silla más en el escenario), lo que requiere una limpieza de líneas y un refinamiento notable. No cabe duda de que se intentó depurar texturas y timbres, en la medida de lo posible. La verdad es que donde estuvo más cerca de conseguirse fue en el Albéniz que abría y cerraba el programa, a través de dos piezas icónicas del compositor de Camprodón: 'Córdoba' y 'Sevilla' . Una obra escrita expresamente para la OBC, 'Don Quijote velando las armas' de Óscar Esplá , un poema sinfónico en el que coinciden rasgos estilizados castellanos con luces mediterráneas levantinas, sería llevada posteriormente a la gran orquesta, aunque se le ha achacado poco refinamiento en este aspecto; en la obra nos pareció que sobresalía como tema reincidente la canción '

Mar 16, 2025 - 03:32
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La Bética: Concierto clásico de corazón flamenco
La OBC dedicaba su programa en esta ocasión a la música 'de nuestra tierra', escrita por compositores andaluces o que se inspiran en nuestra tradición. Entre los primeros destaca el guitarrista jerezano Santiago Lara, que nos traía su 'Concierto n°1 para guitarra española orquesta' , estrenado el pasado 17 de noviembre de 2023 en el Teatro Villamarta (Jerez de la Frontera) . Su autor reconoce el débito con el famoso 'Concierto de Aranjuez' de Joaquín Rodrigo , aunque esta inspiración nos parezca sobre todo formal, ya que Lara termina imponiendo su personalidad. Desde luego resulta interesante que Rodrigo parte de la música andaluza con tintes dieciochescos, desde el punto de vista de un compositor valenciano. Aquí la cosa es al revés, ya que partimos de una guitarra netamente flamenca y que se expande a toda la orquesta, en algunos momentos compartiendo -conscientemente o no- de esos rasgos de la música española del XVIII. Naturalmente, la impronta de Paco de Lucía está de igual manera presente, en tanto deseo de extender el mundo de la guitarra flamenca hacia el más amplio de la clásica -sobre todo en cuanto a las armonías se refiere- sin dejar atrás la melodía. Y aquí sentimos la imagen desdoblada del guitarrista y el orquestador . La primera elegía un lenguaje más atrevido, más rompedor, más avanzado, mientras que el tratamiento de la orquesta discurría por senderos muy transitados, en algunos casos siguiendo demasiado cerca a Rodrigo, con progresiones de acordes más convencionales, más triádicos, menos coloreados y pesantes, además de un tratamiento de la orquesta en el que dominaba la cantidad, el más es más, que nos lleva directamente a la bulla. Todo compositor quiere atraer a quien lo escucha, pero la desembocadura de los arroyuelos que no tardaban en convertirse en torrentes advertían de una precipitación por agradar, por el triunfo apresurado, hasta el punto de arrancar el aplauso en los tres tiempos del concierto , si bien el más sorprendente fue en el 'Adagio', que empieza y termina tranquilamente, pero que en el centro contiene un pasaje de orquesta en fortísimo, que incitaba a un aplauso por decibelios. Es verdad que el público no era el habitual camerístico, pero también que las dinámicas estaban colocadas 'ad hoc'. Desde el punto de vista interpretativo , hubo muchos momentos para el lucimiento del guitarrista, ya desde el primer momento, y ahí se notó un buen sonido, soltura en los dedos, vigor… pero también puntos débiles, como trémolos a los que faltaba homogeneidad, 'picados' que buscaban el toque impoluto de Paco, pero que no siempre lo conseguían, mientras sí sobresalieron sus intensos rasgueos o los fraseos sentidos y sinceros. En este punto converge la amplificación de la guitarra . Decimos con frecuencia que el artista flamenco ya se ha acostumbrado a tocar o a cantar con micrófono, mientras que en el mundo de la clásica su uso debe estar muy justificado. La guitarra suele disfrutar de este 'nihil obstat', pero de forma controlada: si hay un técnico en la mesa de sonido al fondo de la sala es para que él sea el que vigile el nivel de amplificación tal como debiera oírlo el público; lo que no debería ocurrir es que el solista suba o baje el volumen a placer, porque él no oye de la misma manera, ni siquiera a través de los monitores. Debe dejar que el técnico haga su trabajo, si confía en él , y si no debe cambiarlo o suprimirlo: todo a la vez no debería ser. Eso hizo que algunos 'picados', ahogados además por la reverberación de la mesa, se embarullasen en sus propios ecos. También con una amplificación elevada se desvirtúa el color del instrumento: de hecho, sólo la llegamos a oír en un momento en que bajó el volumen para afinar, y sonaba de maravilla. Indudablemente es su primer intento y a buen seguro que habrá más. Si ve que su camino es ese, lo animamos a seguirlo desde la posición privilegiada de conocer el flamenco de primera mano, desde dentro. Pero que piense que Falla aprendió a oír el flamenco desde 'fuera', desde la clásica, y lo entretejió con cuanto estudió (en su caso con los maestros franceses) de orquestación y armonía, huyendo del aplauso fácil y cómodo. Por su parte, la Bética lo acompañó con una plantilla enorme (no cabía una silla más en el escenario), lo que requiere una limpieza de líneas y un refinamiento notable. No cabe duda de que se intentó depurar texturas y timbres, en la medida de lo posible. La verdad es que donde estuvo más cerca de conseguirse fue en el Albéniz que abría y cerraba el programa, a través de dos piezas icónicas del compositor de Camprodón: 'Córdoba' y 'Sevilla' . Una obra escrita expresamente para la OBC, 'Don Quijote velando las armas' de Óscar Esplá , un poema sinfónico en el que coinciden rasgos estilizados castellanos con luces mediterráneas levantinas, sería llevada posteriormente a la gran orquesta, aunque se le ha achacado poco refinamiento en este aspecto; en la obra nos pareció que sobresalía como tema reincidente la canción 'Eres alta y delgada'. Por otro lado, la obra del cubano Amadeo Roldán titulada 'La Rebambaramba' , es una pieza de un ritmo que debería haber sido intenso, y que no terminó de funcionar, para empezar por los desajustes orquestales que impedían lo que debiera haber sido la base de la pieza -el ritmo-, y así quedó un tanto coja.