La adaptación de los perros a la vida moderna: ¿estamos en la tercera ola de domesticación?

Esta nueva ola de domesticación tendría el objetivo de garantizar que los perros sean equilibrados y felices.

Mar 18, 2025 - 06:52
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La adaptación de los perros a la vida moderna: ¿estamos en la tercera ola de domesticación?

Durante miles de años, los perros han sido testigos y compañeros de la historia de la humanidad. Estuvieron junto a nosotros cuando surgieron las primeras civilizaciones y la escritura en Mesopotamia, cuando se alzaron las pirámides de Egipto y cuando los últimos mamuts lanudos desaparecieron de la faz de la Tierra. Han acompañado a exploradores e invasores en la colonización de tierras lejanas, han marchado en batallas junto a grandes ejércitos y han compartido con nosotros tanto el calor del hogar como la crudeza de la supervivencia. Desde su domesticación, los perros han sido aliados inseparables del ser humano, desempeñando roles fundamentales en la caza, la protección y el trabajo en diferentes entornos.

Sin embargo, en las últimas décadas, su rol ha cambiado drásticamente: han pasado de ser guardianes y trabajadores a convertirse en miembros de la familia, adaptados a la vida urbana y sedentaria de los humanos modernos. Este cambio en nuestras necesidades está impulsando lo que algunos expertos consideran una ‘tercera ola de domesticación canina’, un proceso en el que la selección de los perros ya no se centra en su apariencia o habilidades laborales, sino en su temperamento y capacidad de adaptación a la vida moderna.

Esta es la hipótesis de los investigadores Brian Hare y Vanessa Woods, que han estudiado la cognición de los perros de terapia en el Duke Puppy Kindergarten, un programa de investigación que entrena a perros destinados a terapia asistencial, y donde hallaron que estos ejemplares han desarrollado características que los hacen especialmente aptos para la convivencia en el siglo XXI.

De cazadores a compañeros de piso

Los perros han acompañado a los humanos desde hace al menos 14.000 años. En algún momento durante la incipiente relación con las personas su crianza se basaba en la utilidad: ayudaban a cazar, a protegerse de depredadores, de las inclemencias climáticas y a aprovechar los desechos dejados por los humanos. Cada tipología canina tenía un propósito definido, pero el mundo cambió, y con él, nuestras necesidades.

El segundo gran cambio en la domesticación de los perros ocurrió tras la Revolución Industrial, cuando el auge de la burguesía trajo consigo la cría selectiva para la creación de razas con fines estéticos y de estatus social. La mayoría de las casi 360 razas reconocidas hoy por la Federación Cinológica Internacional (FCI) nacieron en ese periodo a lo largo del siglo XIX. Los perros dejaron de ser seleccionados por sus habilidades y comenzaron a ser elegidos por su apariencia. Nacen los ‘perros de compañía’.

Ahora, según un artículo publicado en The Atlantic, bajo autoría de B. Hare y V. Woods, nos encontraríamos en una tercera fase de la domesticación, impulsada por el cambio en la vida urbana y los modelos de familia. Las características que en el pasado eran deseables, como un fuerte instinto de protección o un alto nivel de energía, se han vuelto problemáticas en viviendas pequeñas y entornos altamente urbanizados. Hoy en día, los convivientes buscan perros que sean amistosos con desconocidos, tranquilos en casa y capaces de acompañarlos en la vida cotidiana sin generar estrés o conflictos.

El modelo de los perros de terapia

Aunque el concepto de perros de terapia o asistencia es relativamente reciente, su función no es nueva: se tienen registros de perros entrenados para ayudar a personas con discapacidad desde el siglo XIX. La selección de estos animales, que destacan por su temperamento equilibrado, ha generado un modelo para la actual transformación de los perros de familia. “Los perros de terapia son la excepción y la respuesta al rompecabezas de la domesticación”, afirma la pareja de expertos en cognición canina.

En un estudio previo de los mismos investigadores, en el que se analizaron 101 cachorros de razas retrievers entrenados para ser perros guía y de apoyo a personas con discapacidad, se reveló que estos perros han desarrollado habilidades cognitivas y emocionales que los hacen especialmente aptos para la vida urbana. A diferencia de la mayoría de los perros de compañía, los perros de terapia muestran una atracción innata hacia los desconocidos, presentan una baja reactividad a los estímulos y poseen una gran capacidad de adaptación a diferentes entornos.

Estos rasgos no son producto del azar, sino de un proceso de selección que lleva décadas priorizando el temperamento sobre la apariencia. La clave de su éxito radica en la combinación de cría y educación profesional: los cachorros destinados a terapia son expuestos desde muy temprano a diversos entornos, socializados con diferentes tipos de personas y reforzados positivamente por su comportamiento calmado y cooperativo.

Un futuro de perros más amigables y equilibrados

El artículo también destaca el papel de la oxitocina, conocida como la ‘hormona del amor’, en el comportamiento de los perros. Se ha descubierto (Frontiers Psychology, 2017) que los perros dedicados a labores de terapia tienen niveles más altos de oxitocina que los perros de compañía comunes, lo que podría estar relacionado con su predisposición a la interacción social y su menor nivel de estrés ante situaciones nuevas.

Si los criadores y futuros adoptantes comenzaran a valorar más estas características que la apariencia de los perros, podríamos ver una transformación similar a la ocurrida en los experimentos de domesticación de zorros en Rusia en la década de 1950, donde en solo 10 generaciones los animales mostraron cambios físicos y de comportamiento relacionados con la docilidad. En este caso, la selección de perros por su amabilidad podría dar lugar a generaciones de perros más adecuados para la vida moderna.

Responsabilidad en la crianza y educación

Mientras esta ‘tercera ola de domesticación’ toma forma, es fundamental que los titulares de perros comprendan que no todos los animales se adaptarán fácilmente a la vida urbana. Para evitar problemas de comportamiento y abandono, se debe fomentar una educación adecuada desde cachorros, con socialización temprana, refuerzo positivo y una comprensión realista de las necesidades del perro.

Para quienes buscan un compañero canino ‘ideal’, en lugar de obsesionarse con un aspecto o raza específica, es más importante considerar la personalidad y el temperamento del perro, así como su nivel de energía y necesidades de socialización. Y para aquellos que ya tienen un perro con dificultades de adaptación, la paciencia y el entendimiento serán imprescindibles para ayudarle a encontrar su lugar en este nuevo mundo.