Juan Pablo I, el papa que duró sólo 33 días: la historia detrás de su misteriosa y cuestionada muerte, ¿qué le pasó?
El papado de Juan Pablo I fue tan corto como extraño. Solo estuvo 33 días en el trono de San Pedro antes de morir de forma repentina, sin autopsia y rodeado de versiones contradictorias. Era 1978, y lo apodaban “el Papa de la sonrisa” por su calidez y sencillez. Pero su forma de ver la […]

El papado de Juan Pablo I fue tan corto como extraño. Solo estuvo 33 días en el trono de San Pedro antes de morir de forma repentina, sin autopsia y rodeado de versiones contradictorias. Era 1978, y lo apodaban “el Papa de la sonrisa” por su calidez y sencillez. Pero su forma de ver la Iglesia –más humana, más abierta, más dispuesta a meter mano en asuntos turbios como el Banco Vaticano– no gustó a todos.
¿Qué pasó realmente con Juan Pablo I?
El Vaticano dijo que murió de un infarto, solo en su cama. Pero el misterio comenzó desde el minuto uno: ¿quién encontró el cuerpo? ¿tenía o no puestas las gafas? ¿por qué no se hizo una autopsia? ¿por qué se cambió la narrativa varias veces en tan poco tiempo?
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Las inconsistencias alimentaron una serie de teorías que, hasta hoy, siguen sin una respuesta definitiva. La más fuerte: lo habrían envenenado por querer limpiar la casa, empezando por las finanzas del Vaticano, plagadas de corrupción, blanqueo de dinero y posibles vínculos con la mafia y la masonería. No es poca cosa.
Uno de los libros más citados al respecto, En nombre de Dios de David Yallop, propone que Juan Pablo I fue asesinado. ¿Su crimen? Haber descubierto secretos oscuros que amenazaban los intereses de altos mandos e instituciones dentro y fuera de la Iglesia. Y, peor aún, querer hacer algo al respecto.
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¿Qué vino después?
Su muerte dejó al Vaticano en una sacudida total. Ese mismo año fue elegido Juan Pablo II, y el 78 quedó marcado como “el año de los tres papas”. Pero a diferencia de sus sucesores, el legado de Juan Pablo I está envuelto en incógnitas más que en milagros o canonizaciones.
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A más de 45 años de su muerte, lo único claro es esto: nadie parece tener una versión definitiva, y eso ya dice bastante.
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