Hackear el cerebro: ¿qué hacer para lograr un cambio de conducta?

Aprender algo nuevo, la meditación y el mindfulness, el ejercicio físico y los niveles adecuados de serotonina y triptófano favorecen la neuroplasticidad, la capacidad de las neuronas para cambiar conductas y creencias

Feb 23, 2025 - 13:13
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Hackear el cerebro: ¿qué hacer para lograr un cambio de conducta?

Oriundo de Petilla de Aragón, un pequeño pueblo de la comunidad autónoma de Navarra, en España, un joven con grandes habilidades para el dibujo y reconocido por sus compañeros como un estudiante rebelde se consagraría como “el padre de la neurociencia”.

Santiago Ramón y Cajal descubrió en 1888 que el sistema nervioso, incluido el cerebro, se compone de entidades individuales –neuronas–. Estas, de acuerdo con sus hallazgos, son responsables de la recepción de información del mundo exterior y de hacer llegar las señales al cuerpo para responder desde diferentes órganos. Es en consecuencia a la interacción que tienen entre sí que se crean señales eléctricas que permiten percibir el mundo de cierta manera y actuar sobre él de acuerdo a esa aprehensión.

Sus revolucionarias teorías fueron pilares fundamentales para comprender que el cerebro es un órgano en constante evolución y cuyo conocimiento en profundidad permitiría su dominio. No fue en vano que pronunció la frase “el hombre puede convertirse en el escultor de su propio cerebro”.

¿Cómo lograrlo? La palabra clave es neuroplasticidad. Ramón y Cajal dio los primeros pasos en la interpretación de la capacidad de las neuronas para adaptarse a las necesidades funcionales. La enciclopedia Britannica define este término como: “La competencia que tienen las neuronas y redes neuronales en el cerebro para cambiar sus conexiones y comportamientos en respuesta a nueva información, estimulación sensorial, desarrollo, daño o disfunción”.

En otras palabras, el cerebro no toma descansos, está continuamente traccionando información y creando conexiones neuronales nuevas para que, en el mejor de los casos, se conviertan en conocimientos y recuerdos alojados en la memoria a largo plazo.

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De acuerdo con Silvia Figiacone, doctora en psicología y directora de la Maestría en Neuropsicología Clínica de la Universidad del Hospital Italiano de Buenos Aires, es la plasticidad cerebral la que le permite a la mente conservar los cambios que realiza a lo largo del tiempo. “La forma más sencilla de esa conservación es mediante hábitos”, indica.Santiago Ramón y Cajal, apodado 'padre de la neurociencia', descubrió en 1888 que el sistema nervioso, incluido el cerebro, se compone de entidades individuales –neuronas–

Hasta el último día

La especialista cita a Eric Kandel, premio Nobel de Medicina y popular neurocientífico, quien aseguraba que “aprender es transformar experiencias en memorias y eso es posible gracias a la plasticidad cerebral”.

Uno de los principios que elaboró el estadounidense –y que le valió el galardón internacional– es que la psicoterapia es efectiva y produce cambios de larga duración debido a que los mecanismos de aprendizaje transforman la expresión de los genes y estos, a la vez, modifican el patrón anatómico de interconexiones entre las neuronas. De este modo, un terapeuta que nota mejorías en el tratamiento de un paciente está siendo testigo de cambios sustanciales en su cerebro.

Para Figiacone, la neuroplasticidad y los postulados de Kandel refieren a la posibilidad de modificar creencias y conductas instaladas; una especie de ‘hackeo’ o control sobre el órgano más complejo del cuerpo.

“Es posible modificar creencias y conductas, aunque cuanto más antiguas y nucleares son en relación a nuestro sistema de valores, más difícil es desarraigarse de ellas”, sostiene. En concordancia, Ramiro Fernández Castaño, médico especialista en neurología cognitiva y medicina del sueño, explica que las capacidades cerebrales son, en verdad, habilidades. “Uno puede mejorar su atención o capacidad de concentración siempre que la entrene. Esto es una tarea incesante y una constancia de día tras día”, asegura.

En El origen del hombre, Charles Darwin resalta las capacidades del cerebro humano en comparación con el de otros mamíferos: “Presumo que nadie duda que el gran tamaño del cerebro del hombre en relación a su cuerpo, comparado con el del gorila o el orangután, está estrechamente relacionado con sus poderes mentales superiores.”

Su hipótesis era cierta. Desde sus comienzos el hombre utilizó el cerebro, en mayor o menor medida, para aprender.

“Es una entidad producto de la evolución que tiene características que le son inherentes y lo hacen un sistema superinteligente y admirable”, reconoce Figiacone. Según detalla, cerebro y ambiente están en permanente relación y hoy se sabe con certeza que no existe un techo en términos del potencial que pueda alcanzar. “Cada uno de nosotros puede progresar su capacidad cerebral hasta el último día de su vida”, declara.La neuroplasticidad es la competencia que tienen las neuronas y redes neuronales para cambiar sus conexiones y comportamientos en respuesta a nueva información

Detectar los autos rojos

La incógnita que surge en este escenario es: ¿Se puede desarrollar el potencial de un órgano que, en ocasiones, actúa como un enemigo? Esta es una de las dudas que buscan despejar los neurocientíficos.

Carolina Lomlomdjian, doctora especializada en neurología cognitiva, declara que la idea de “hackear el cerebro” o potenciarlo para alcanzar ciertos objetivos, en neurociencias se denomina metacognición. “Es una superhabilidad que se puede estimular desde la infancia y durante la vida adulta, aunque con los años se vuelve más compleja”, dice.

“Este órgano tiene la misma habilidad para ver algo positivo como negativo. La historia de una persona y la cultura a la que pertenece también influyen en la forma que se tiene de ver el mundo”, reconoce Fernández Castaño. “Según a qué le demos atención vemos las cosas con lentes oscuros o claros”.

Para ilustrar sus dichos cita la teoría del auto rojo. “Si te pregunto cuántos autos rojos viste hoy seguramente no tengas recuerdo, pero si te digo que te doy dinero por cada auto rojo que veas, cuando vuelvas a salir a la calle no se te va a pasar ninguno”, explica. Lo mismo –de forma más compleja– sucede con cómo percibe uno su entorno.

“Las ideas y creencias suelen orientar nuestro comportamiento. Por eso algunas personas tienen mayor dificultad para desprenderse de pensamientos e imágenes negativas”, desarrolla Figiacone. En ciertas condiciones que afectan el cerebro y la mente, como la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo se establecen objetivos y se trabaja con los pacientes para modificar sus tendencias a la rumiación mental, según explica.

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