Ha fallecido trágicamente una leyenda del cine: Gracias por todo y buen viaje
Trágico suceso. Cuando una figura icónica del cine desaparece, algo se remueve en todos los que alguna vez soñaron frente a una pantalla. Las redes se llenan de recuerdos, los fanáticos comparten escenas y frases inolvidables, y la industria se detiene para rendir homenaje. Son momentos en los que el arte se convierte en refugio, ... Leer más

Trágico suceso.
Cuando una figura icónica del cine desaparece, algo se remueve en todos los que alguna vez soñaron frente a una pantalla. Las redes se llenan de recuerdos, los fanáticos comparten escenas y frases inolvidables, y la industria se detiene para rendir homenaje. Son momentos en los que el arte se convierte en refugio, y la memoria colectiva se activa con fuerza.
Así ha ocurrido tras la muerte de Clive Revill, actor neozelandés cuya trayectoria cruzó generaciones y universos cinematográficos. Murió en Sherman Oaks, Los Ángeles, apenas unas semanas antes de cumplir 95 años, después de una larga batalla contra la demencia. Su hija Kate lo confirmó a través de The Hollywood Reporter, señalando que, aunque está devastada, encuentra consuelo en que “ahora su padre ya no sufre”.
Un legado que va más allá de las pantallas.
Clive Revill nació el 18 de abril de 1930 en Wellington, Nueva Zelanda, y desde allí se proyectó al mundo como uno de los actores más emblemáticos de su país. Su carrera lo llevó de los escenarios teatrales a convertirse en parte esencial del universo Star Wars, donde prestó su voz al Emperador Palpatine en El Imperio Contraataca. También dejó huella en otras franquicias míticas como Transformers, Batman: The Animated Series y Star Trek: The Next Generation.
Antes de enamorarse del arte dramático, Revill trabajaba como contador. Pero su verdadera vocación emergió cuando conoció a Laurence Olivier y Vivien Leigh, quienes lo alentaron a estudiar en la Old Vic Theatre School de Bristol. Fue allí donde comenzó a forjarse como un actor versátil y comprometido, capaz de conquistar tanto los teatros británicos como los sets de Hollywood.
Su ascenso en el mundo del espectáculo fue meteórico. Debutó en Broadway con Mr. Pickwick y logró dos nominaciones al premio Tony: una por Irma La Douce y otra por su inolvidable interpretación de Fagin en Oliver!. Su presencia magnética le permitió ganarse un lugar en series de renombre como The Twilight Zone y The Adventures of Robin Hood.
El poder de una voz inmortal.
En 1972, fue nominado al Globo de Oro por Avanti!, película en la que compartió escena con Jack Lemmon y Juliet Mills. Pero fue en 1980 cuando entró definitivamente al Olimpo del cine al dar voz al Emperador Palpatine. Con la mítica frase “Hay una gran perturbación en la Fuerza”, Revill selló una de las actuaciones vocales más reconocidas del cine de ciencia ficción.
Según reveló el Dallas Observer, solo necesitó tres tomas para dar con la versión definitiva de su personaje, siendo la última la que quedó inmortalizada en la película. Esta eficacia interpretativa no solo mostraba su talento, sino también su profundo entendimiento de los personajes que encarnaba.
No se alejó del universo galáctico tras ese hito: siguió prestando su voz en videojuegos como Star Wars: X-Wing, X-Wing vs. TIE Fighter y Star Wars: The Old Republic, consolidando aún más su estatus como figura de culto entre los fans.
El adiós de un gigante silencioso.
La última vez que se le vio en pantalla fue en La reina de España, estrenada en 2016, donde compartió créditos con Penélope Cruz. Después de esa aparición, Clive Revill decidió poner fin a su carrera artística, dejando un legado tan vasto como diverso.
Su muerte marca el fin de una era para quienes crecieron con su voz, su rostro o su presencia interpretativa. Pero su legado seguirá intacto, suspendido en cada escena, en cada episodio, en cada línea que dejó grabada en la historia del entretenimiento.