Esteban Trebucq: por qué tutea a Milei, cómo conoció a su novia y su opinión de Lali Espósito
El periodista, que impuso un modo propio de contar la realidad, inició una nueva temporada de su exitoso ciclo +Verdad en el instalado prime time de la señal de noticias LN+
Esteban Trebucq es enfático, no tiene medias tintas y posee estilo propio, un rasgo valorado en los medios de comunicación y en las audiencias. Sin abandonar ese tono propio que lo distingue, su presente profesional lo encuentra como una de las caras de LN+, conformando la renovada grilla de la señal, en donde lidera la franja horaria de las 21 con su ciclo +Verdad.
-¿Quién es Esteban Trebucq?
-Un laburante.
“Hacé lo que tengas ganas”
Cuando irrumpió en los medios audiovisuales, rápidamente llamó la atención, pero no se trataba de un improvisado. Sobre sus espaldas descansaban muchos años de trabajo en la prensa gráfica, oficio que comenzó a ejercer golpeando puertas siendo un adolescente. Ese gesto lo define. Va en busca de lo que se propone. Hoy, sus formas enfáticas de pararse frente a las cámaras se convirtieron en su estilo. Un sello que disfrutan hasta sus adversarios.
“Soy periodista desde que tengo uso de razón, trabajo de esto desde los 15 años, aunque, durante mucho tiempo, fui socio del anonimato porque estaba en la gráfica”, explica Esteban Trebucq, quien recibe a LA NACIÓN con outfit informal, acorde a las temperaturas soporosas del veranito porteño. Desde su departamento de Palermo se observa gran parte de esa ciudad de la furia aletargada en tiempos de vacaciones y, más allá, se divisa la costa uruguaya.
-¿Cómo resulta la experiencia de trabajar en LN+?
-Me crie leyendo LA NACIÓN, pero, con los años, mi producto estuvo más cerca de Crónica. Me tomó un año adaptarme a LN+, pero ahora conozco a la empresa y trabajo con total libertad. Me dijeron: “´Pelado´, hacé lo que tengas ganas”. Se respira ese aire. Incluso, valoro que en LA NACIÓN haya tanta gente que piensa distinto. No sé si ocurre en demasiados canales.
-Y pueden convivir todos en LN+...
-Sí.
-Es algo que no sucede en la sociedad, donde se complejiza la convivencia entre quienes piensan diferente.
-Es un país muy explosivo, por eso los artistas no quieren tomar posición. Te encasillan.
-¿Cómo definirías tu estilo?
-Qué se yo, en la tele hay que mostrarse tan cual se es. No creo en el guion y respeto a quienes lo hacen, pero, a mí, no me gusta. Soy auténtico, creo que eso me define.
-Y sos muy enfático a la hora de expresarte…
-Sí, y sé que eso no les gusta a todos.
Sin embargo, LN+ encontró en él a un profesional avezado que hizo de sus formas una manera de transmitir con personalidad: “Las audiencias compran a la gente auténtica”, señala. “Me jode la gente híbrida, por eso me gusta Lali Espósito, porque se juega, los grises no me van. En la pantalla, a los grises los aborrezco”.
-¿Y en la vida?
-También. Prefiero al que se juega, aunque no piense como yo. Si te gusta (Javier) Milei, decilo. Y, si no te gusta, también. No se puede hacer televisión ni periodismo con miedo.
-Alguna vez, ejerciendo el periodismo, ¿tuviste miedo?
-Jamás.
-¿Harías otro género? ¿Conducirías un magazine?
-Sí, claro, necesitamos laburar, vivimos de esto.
-¿Te gustaría?
-Sí. Haría de todo, siempre y cuando me permitan ser auténtico y no me obliguen a estar sentado atrás de un escritorio con un traje. El programa de Ángel de Brito me encanta. Me digo: “qué lindo lo que arman con semejante...”, porque, quizás, el tema no es tan importante, pero te lo hacen atractivo.
-Hay que saberlo contar.
-Son buenísimos. Observo mucho a los conductores.
Inicios
-¿Nunca atravesaste disyuntivas vocacionales?
-Jamás. Estaba en el colegio secundario cuando empecé a trabajar en el diario Hoy de La Plata.
Trebucq nació y se crio en City Bell, el lugar donde aún reside su familia y donde cuenta con su propia casa, donde pasa la mayoría de sus fines de semana. Va y viene del porteñismo a los generosos jardines de su pueblo y las diagonales de la vecina ciudad fundada por Dardo Rocha. “Trabajé en varios ´número cero´ y me quedé en aquel diario”.
-Para un adolescente, no debió haber sido sencillo ingresar a trabajar en el periódico.
-Yo quería laburar “en blanco” y, además, ese diario que se abría tenía computadoras, quería estar ahí. No conocía a nadie, mi papá era veterinario y mi mamá trabajaba como empleada pública.
Corría 1993 y Trebucq, con solo 17 años, llamó por teléfono de línea -el celular recién aparecía- al jefe de deportes del flamante medio de comunicación para ofrecerle sus “servicios periodísticos”, pero con experiencia nula. A veces, el entusiasmo puede más. “Le dije que podía pasarle los resultados del fútbol de la liga local y hasta hacerle informes del fútbol infantil de la ciudad”.
-¿Qué te respondió?
-Me miró como si estuviera loco, “eso acá no se hace”, pero le generé la duda.
Al tiempo, Trebucq volvió a la redacción con las fotografías de todos los equipos de esa liga local. “Unos pataduras hermosos”. El jefe de deportes desconocía a la mayoría de los deportistas, con lo cual la propuesta le parecía irrisoria. Sin embargo, una frase lo convenció: “Si en las fotos ponemos el epígrafe de cada uno de los jugadores, sus familias comprarán el diario”. Gol de media cancha.
“Me contrató como colaborador. Me pasaba tantas horas adentro de la redacción que me terminaban echando”. El adolescente hacía oídos sordos al “andate a tu casa” e insistía, proponía notas, preguntaba qué había para hacer. A empeñoso no le ganaba nadie. Uno de sus artilugios era escuchar La oral deportiva de Radio Rivadavia y grabar alguna nota que le resultaba interesante. “Luego le llevaba tipeado el material a los redactores profesionales de turno”. La historia cuenta que el periodista se quedó 17 años trabajando en ese medio y logró ascender con gran mérito hasta el cargo de Secretario de redacción.
-¿Sos perseverante en todo?
-Sí. Se trata de esfuerzo, sacrificio, trabajo y perseverancia. El maestro (Luis) Zubeldía decía que “los talentos sin esfuerzos devienen en créditos locales”.
-¿Cómo es eso?
-Cuántas veces uno va a un lugar donde te dicen que tal o cual persona es un crack en el fútbol, pero luego te comentan que se dedica a cualquier otra cosa. Eso quiere decir que había talento de cuna, pero sin esfuerzo; entonces quedó en el potencial, en el “crédito local”.
-¿Qué otra circunstancia de tu vida recordás donde te hayas arrojado a la pileta con convicción?
-Soy mandado en todo. Pienso que, cuando entré a Crónica, también tuvo que ver con mi manera de ser.
Debutó en esa señal a instancias de un llamado de quien manejaba el canal. El profesional lo convocó para debutar un feriado a las seis de la mañana. “No tenía experiencia en televisión, pero me tomé el tren en City Bell y fui”. A poco de haber debutado, abandonó el escritorio formal de la escenografía y comenzó a caminar por el estudio y, más temprano que tarde, “estiró” los móviles que traían preocupaciones cotidianas de las barriadas populares.
“El primer día hablé media hora con una verdulera y el aumento de los precios”. Al tiempo, ya priorizaba los móviles que cubrían problemáticas barriales y hacía estallar el rating. “Cuando debuté me puse la ropa equivocada y la vestuarista me insultó de arriba abajo”. Rápidamente, le cambió la estética y el tono al programa. Impuso su tono y le dio tanta o más importancia a la ausencia de un semáforo, los faltantes en una farmacia, un bache inundado que a los temas de la agenda de la política nacional. En Crónica se quedó durante cinco años. Hoy, mucho de esa idiosincrasia lo acompaña. Al momento de realizar esta entrevista, acaba de regresar de una cobertura en Merlo y Moreno para tratar cuestiones vinculadas con la inseguridad en ese Conurbano profundo y doloroso.
“Admiro mucho a la gente que trabaja en la calle”. Trabajo de campo en estado puro, aunque, días atrás, entrevistó al presidente Javier Milei, a quien conoce desde hace tiempo.
Cuestión de Estado
-¿Qué balance hacés de la entrevista con el presidente Javier Milei que se vio en el debut de la nueva temporada de tu ciclo?
-Muy amena. No sé si hay técnicas de entrevistas.
Cada tanto, Trebucq esboza algún pensamiento en torno a su manera de enfocar el oficio intentado remarcar que es, de alguna forma, un outsider del medio. “La entrevista con Javier Milei la grabé por la tarde y salió en el programa unas horas después; todo lo que hago sale sin edición, me gusta laburar sin ley”. Se ufana e insiste “no soy quién, para hablar de periodismo, hablo de lo que hago yo”.
-Los oficios también se definen en las subjetividades de quienes los ejercen.
-A mí me parece que las entrevistas tienen que ser charlas, eso es más enriquecedor para la audiencia. Si a mí me interesa la charla, calculo que a la audiencia también, por eso nunca tengo nada armado y no entrevisto con papeles en la mano.
-Tuteás al Presidente...
-Soy así. En realidad, en una entrevista que le hice cuando ya había sido electo, le dije “Presidente” y él me respondió: “Ayer me decías Javier, ¿por qué cambiaste?”. Por otra parte, me cuesta decirles de usted a las personas, me parece que pone una barrera. Lo importante no es eso, sino que la entrevista sea interesante para la audiencia. No digo que deba ser así, está a quien le interesa tirar “zapallazos” al entrevistado y está bien.
-¿Qué no vimos de tu entrevista con el Presidente? ¿Cómo fue el encuentro más allá de lo que salió al aire?
-Como la mayoría de los periodistas, conozco al Presidente desde hace muchos años.
-Antes de ocupar el cargo, era una figura muy mediática, participaba asiduamente de programas de televisión y allí nació el conocimiento que la gente tuvo de él.
-Me dispensa hoy el mismo trato de cuando era candidato. Que te gusten sus modos o cómo piensa, es otro tema. Obviamente, antes tenía charlas más prolongadas porque él tenía más tiempo. Es un tipo afable, cálido, afectuoso y cercano. Los que lo conocen saben cómo es, pero, a veces, se construyen estereotipos falsos.
A pesar de cierta cercanía con el presidente, Trebucq sostiene, en torno a la vida afectiva de Milei: “Jamás me metería en su intimidad ni de nadie que tenga ese cargo, ahí no tiene nada que hacer el periodismo”.
-Salvo cuando el vínculo de pareja de un mandatario afecte cuestiones de Estado o esté empañado con temas como la violencia de género.
-Eso ya es un tema judicial.
Alguna vez, el comunicador se encontró con un familiar de Fátima Florez en un supermercado, quien le pidió tomarse una fotografía. “Cuando se lo conté a mis hermanos, me dijeron que ese vínculo estaba armado, aunque yo les aclaraba que era un vínculo cierto y que, incluso, ese hombre que me había saludado me lo había confirmado”.
-¿Moraleja?
-Les dije a mis hermanos “¿les cuento la verdad?” y ellos insistían con que era mentira. No querían la verdad. Ahí me di cuenta que hay un sector de la ciudadanía que no quiere la verdad.
-Por eso la vigencia del sesgo confirmatorio. En general, las audiencias escuchan a los periodistas que les validan y reafirman lo que ya piensan de antemano.
-Es que durante 20 años se afanaron la verdad y hay un sector de la ciudadanía que no la quiere escuchar. Por eso pongo el ejemplo de mi familia, donde nos queremos muchos, pero aparecen estas diferencias, como en la sociedad.
Íntimo
Pensando en disidencias posibles y saludables, el periodista exhibe el modelo de su propia familia: “Mi viejo era liberal, pero mis hermanos no lo son. Matías, uno de mis hermanos, milita con Myriam Bregman”. En plan de sumarle humor a la descripción agrega: “Como toda persona de izquierda, está confundido, pero es buen tipo”.
-El debe sostener lo mismo sobre vos.
-Obvio. Tenemos un excelente vínculo.
Su padre falleció hace varios años y su madre es hoy el motor que vincula a los cuatro hermanos. Esteban Trebucq es el mayor de dos varones y dos mujeres. “Creo que ninguno votó a Milei”.
-¿Votaron a Sergio Massa?
-No sé, jamás pregunto por quién vota la gente, ni siquiera a mi hija mayor que votó por primera vez.
Tiene dos hijas, Delfina (18) y Lupe (7).
-Estás en pareja con una periodista de LA NACIÓN.
-Sí, con Solcito (Simunovic).
-¿Cuánto hace que están juntos?
-Bastante, como diez meses.
-¿Conviven?
-No.
-¿Se conocieron trabajando en el canal?
-Sí, es una gran periodista, la admiro mucho. Creo que, en la pareja, es importante admirar a la otra parte y ella tiene una mirada muy profunda sobre la política.
-¿Quién tomó la iniciativa para comenzar la relación?
-Yo.
-¿Cómo fue?
-Mensajito va, mensajito viene. La invité a salir y lo que iba a ser un café terminó siendo un gin tonic. Ahí empezamos.
-¿Tendrías más hijos?
-Nunca se sabe, pero hoy te diría que no, pero la vida es cambiante.
Con dos relaciones previas sobre sus espaldas, reconoce que se lleva bien con las madres de sus hijas. “Son muy buenas personas”.
-Debe ser difícil seguirte el tren.
-Las mamás de mis hijas son muy buenas madres, por eso, cuando gané un Martín Fierro, se los dediqué. Dije que, como ellas pasaron tanto tiempo con mis hijas, eso me permitió ejercer la profesión.
Reflexionando sobre dolores trascendentes, considera que lo marcó especialmente su primera separación: “Mi primera separación fue durísima, lo pasé muy mal, fue un dolor tremendo, pero lo bien que hizo la mamá de mi hija, tenía razón”.
-¿Tomo ella la decisión de divorciarse?
-Sí, claro, como siempre. Me costó mucho, ahí hubo un cambio en mí. Nunca confesé esto.
La gente
Trebucq comenta que, aunque pueda aparecer algún mensaje hostil en sus redes sociales, en la calle la gente lo felicita y lo saluda con cariño: “Recorro el Gran Buenos Aires y la gente me pide fotos. Nunca tuve ningún problema, ni siquiera saliendo en vivo, y eso que estuve en lugares picantes”.
Se despide con un análisis de la realidad y el contexto social: “Si te parás en los lugares más excluidos del país, hay más puteadas para los que se fueron que para los que están ahora. Hay que escuchar menos a los políticos y más a la ciudadanía. Muchos me van a decir ´vos entrevistás al Presidente´, pero, ¿sabés por qué lo hago?, porque cada vez que entrevisto a Milei sube el rating, la gente lo quiere escuchar”.
-¿No sucede con el resto de los políticos?
-No. La mayoría de los políticos son “pianta rating”.
-¿Has entrevistado a Cristina Kirchner?
-No, pero me encantaría. A ella le convendría que yo la entrevistara.
-¿Por qué?
-Porque la vería una audiencia distinta.
-¿Cuál es tu “zanahoria” profesional? ¿Vas detrás de qué?
-De hacer un buen programa esta noche, esto es un día a día. El que se la cree, perdió.