Esta es la frase que nunca deberías decir en la cama
Aunque haya buena intención detrás, puede provocar agobio y frustración para la otra persona, lo que dificulta conectar con el placer

Hablar cuando se está en pleno momento de pasión tiene sus riesgos. Porque aunque lo ideal sería que nos rindiéramos a uno de nuestros instintos más primarios, el de conectar físicamente, lo cierto es que lo que pasa en nuestra cabeza tiene su repercusión en la intimidad.
Una palabra o un sonido apropiado pueden elevar el placer al máximo. Pero también puede tener el efecto contrario y convertirse en una barrera de cara a seguir disfrutando.
Perderse en los pensamientos intrusivos y terminar demasiado dentro de la propia cabeza -con lo que supone darle vueltas a un tema-, es una forma de sentir que se pierde el hilo del sexo y por tanto, no notar conexión con el placer por mucho que haya estímulos físicos.
Es algo que me encuentro muy a menudo en las sesiones de terapia sexológica, especialmente entre mujeres, que o bien se preocupan de cómo es su aspecto, de cómo están interactuando con su pareja o incluso que, como es un encuentro repetitivo, se ponen a pensar en otras cosas.
Pero de entre todos los casos de sentir desconexión con el momento íntimo hay una frase por excelencia que automáticamente hace estragos: "¿Te falta mucho?".
Por lo general, preguntar eso no es más que la manera de tener algún tipo de información sobre cómo está yendo la excitación sexual de la pareja tomando como medida de referencia indirecta o meta el orgasmo.
Sin embargo, y aunque no haya mala intención detrás, sino un interés genuino, escuchar eso provoca una serie de inseguridades que no hacen más que aumentar esa 'distancia' hacia el clímax que tanto placer da.
Mostrar interés (sin agobiar)
Por eso, cuando se escucha algo así, es muy probable que aumente el agobio al pensar que se está tardando demasiado (cuando cada persona tiene sus ritmos), que la otra persona se está cansando y, en definitiva, que no se está haciendo bien, lo que genera una frustración y dificulta seguir disfrutando.
Entonces ¿hay alguna forma de mostrar esa buena voluntad de manera genuina, sin añadir presión a la otra persona?
Preguntar por el ritmo o la velocidad, si quiere que vaya más rápido, más despacio, más suave… "¿Qué te apetece ahora?" o "¿Te gusta así?" dan a entender interés y proactividad, pero también abre la puerta a que la otra persona pueda expresar sus preferencias.
Y, si quieres hacer todavía más refuerzo positivo a tu pareja, puedes probar con algo de este estilo: "Me está encantando, ¿pero cómo puedo hacer que disfrutes más?"