Ella lo plantó, él se hizo el ofendido y un amigo cambió la historia: “Cuando el amor llega, agarralo fuerte...”

¿Puede un amor sobrevivir la distancia?

Feb 21, 2025 - 04:58
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Ella lo plantó, él se hizo el ofendido y un amigo cambió la historia: “Cuando el amor llega, agarralo fuerte...”

Antes de conocer a Joelma, Martín sentía que su vida estaba incompleta. En Buenos Aires, alquilaba un departamento en San Telmo y tenía un trabajo en donde no conseguía brillar. Su tía, Susana, solía decirle que “hay que tener planes siempre”, pero allí, en su rutina porteña, él solo percibía las chispas de la buena vida cuando escuchaba y tocaba música de Brasil y con aquellas melodías se transportaba a un mundo colmado de esperanza.

En 1994, Martín visitó Camboriú con amigos, donde evidenció su romance definitivo con el gran país latinoamericano. Él solía decir que quería vivir en Mar del Plata, cerca de la playa, pero allí, tras las fronteras, sintió que había llegado al paraíso, en especial aquel día en que tocó su guitarra junto a un grupo de músicos, acompañado por los morros y el mar: “Una sensación difícil de describir…”Martín, y una vida que se sentía incompleta.

Ya en el nuevo milenio llegó el turno de Florianópolis, y entre el 2006 y el 2008 le siguieron Natal, Porto de Galinha y Pipa, con aquellos destinos otra vez ese sentimiento de no querer volver a la Argentina.

Sin embargo, hubo un año bisagra que cambió su destino para siempre: el año de Joelma, la mujer que lo miró a los ojos y tocó su alma.

Crónica de un amor anunciado: “¿Estás loco? ¿La vas a dejar ir?”

Bahía, sábado 21 de febrero de 2009. Cuando la vio, Martín sintió el flechazo de cupido. Se acercó, y si bien ella era más bien tímida, allí donde estaban, en el Carnaval de Bahía, la atmósfera los acompañaba. Se miraron y juntos bailaron detrás del trío “Armandinho, Dodo e Osmar”. Bailar, moverse, cantar, conversar y besarse si la química secundaba, parecía ser lo más natural en aquel marco, donde la alegría era la protagonista. ¿Nos vemos mañana? Dale, te espero.

Domingo 22 de febrero de 2009. Martín llegó solo, sus amigos no quisieron ir, 70 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta eran demasiados. Buscó a Joelma con la mirada, esperó y siguió buscando. No estaba, o no la encontraba, quedó desconcertado. De pronto vio a su cuñada, Leila, y a sus sobrinas, que habían estado con ella el día anterior: No vino, le dijeron. Martín quedó perplejo, todo se sintió raro: Bueh, ya fue, se dijo.

Lunes 23 de febrero de 2009. Esta vez Martín llegó con sus amigos. Y allí estaba ella, Joelma, con Leila y las sobrinas. El argentino se hizo el indiferente, más aun, actuó ofendido. Su amigo, Julio, se acercó a él y lo increpó: “¿Estás loco? ¿La vas a dejar ir?” Lo agarró del brazo, lo llevó hasta Joelma y los dejó tomados de las manos y dijo: Espero que sea para siempre.Sintieron una atracción intensa.

¿Cómo sobrevivir un amor a distancia?

El día que Joelma se quedó a dormir en la casa que Martín alquilaba con sus amigos, quedará grabado en su memoria para siempre. Era un cuarto con la vista al mar, las palmeras y la improvisación como principal elemento: “Fue una noche de encantos, de múltiples sensaciones”, recuerda.

Al día siguiente llovía, ella necesitaba ir al trabajo y Martín la acompañó a la parada de colectivo con una sombrilla de playa para que no se moje. El momento fue tenso, él sabía que en un futuro regresaría a Brasil, pero ella pensó que nunca más se volverían a ver.

“Sin dudarlo, la miré y le dije: quedate tranquila que yo voy a volver. . . y me quedé con su número de celular”, cuenta Martín. “Ese día del Carnaval, cuando nos vimos, la unión fue psicomusical. Su padre era músico, al igual que mi madre; a Joelma le corría la música por su sangre al igual que a mí, que tocaba música brasileña desde niño. Pero después de ese día, la unión fue completa, a pesar de la distancia que tuvimos que enfrentar después”.Era un cuarto con la vista al mar, las palmeras y la improvisación como principal elemento...

Pero ¿cómo sobrevivir un amor a distancia? Alguien debía ceder, dejar su vida armada atrás para volver a empezar. ¿Era eso posible? Desde Argentina, Martín la llamó cada día por teléfono, su seguridad era capaz de disolver cualquier piedra en el camino. En febrero de 2010 regresó unos días en los que convivieron, y él supo entonces que estaba dispuesto a dejar su país para empezar una nueva vida en Brasil.

El mundo conspiró a su favor, y en abril de 2010 llegó a Angra dos Reis con trabajo seguro. Ya no había vuelta atrás, se había acercado. Sin embargo, aún estaba muy lejos de Bahía, de la música, y de Joelma.

“Cuando el amor llega, agarralo fuerte...”

La tía Susana tenía otra frase: “Cuando el amor llega, agarralo fuerte...”. Martín de pronto lo comprendió: él estaba lejos, a veces más cerca, pero siempre lejos. Para agarrar fuerte, debía realmente estar.

El domingo 31 de enero de 2011, a días de que se cumplieran dos años desde que Martín y Joelma cruzaran sus miradas por primera vez, una nueva electricidad recorrió el cuerpo del argentino. Una vez más había decidido lanzarse al abismo. Renunció a su trabajo en Angra y se trasladó a Bahía, para ¡por fin!, decirle sí a su vida con Joelma de manera definitiva.“Cuando el amor llega, agarralo fuerte...”.

A pesar de no conseguir trabajo estable por nueve meses, aquella decisión fue la mejor que pudo haber tomado. Él ya había tenido su lugar cómodo y su trabajo seguro en San Telmo, sin embargo aquello nunca equivalió a tenerlo todo: era junto a Joelma que estaba completo.

“El día que me mudé a Salvador en forma definitiva, Joelma estaba haciendo un pollo a la cacerola con papas, la comida y la música siempre estuvieron presentes desde el primer momento...tal vez ese día comenzó la relación `en serio´...o sea, no había más viajes, más llamadas, más incógnitas, estábamos ahí, frente a frente... ahí comenzó una nueva y desafiante etapa de la historia, muy desafiante, hasta el día de hoy es preciso calibrar los momentos, día a día renovar, renovarse, improvisar en muchas oportunidades”, reflexiona Martín. “El amor no tiene explicación, es una sensación que va cambiando todos los días, la improvisación es la llave maestra de la felicidad, pero en lo cotidiano es muy difícil improvisar, por lo tanto, hay que estar comunicados para entender que somos dos”.

“Como en la música, es una línea de improvisación que precisa de esfuerzo, donde a veces algunos pasajes no son los mejores...para improvisar en la música hay que estudiar mucho, pero mucho, hay que saber demasiado para poder tocar sin pensar en las notas, solo sentir como el amor”.

“Con Joelma aprendí a compartir, solía ser un poco egoísta, tal vez porque me quería `salvar´, quería protegerme, ahora no preciso, preciso protegernos, cuando pensás más allá de vos, se puede compartir, se puede `andar con fe´, se pierde el miedo”, concluye.

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