El
Barça nunca había ganado en Alemania. Es más, las dos visitas al
Wolkswagen Arena se habían saldado con sendas derrotas culés y las blaugrana ni siquiera habían marcado un tanto. El rival era un hueso duro de roer. En teoría. El recuerdo de la remontada que tuvo que hacer el
Barça en la finalísima de dos años atrás estaba muy presente. Pero ayer, este
Barça que revienta récords y estadísticas, rompió con el maleficio del
Wolfsburgo y logró ganarle en su casa. El resultado (1-4) sentencia la eliminatoria y deja a las de
Pere Romeu con pie y medio en semifinales de la competición más ilusionante. Las sensaciones fueron las de un
Barça que, por juego, apabulló a las campeonas alemanas de la misma manera que humilla a las rivales en la Liga doméstica. La prueba es que, en todo el primer tiempo, el
Wolfsburgo apenas pasó de centro del campo con el balón dominado.
Cata Coll tenía que ver el partido con prismáticos, porque todo pasaba a cincuenta metros de su portería. Eso sí, la portera fue una espectadora de lujo para ver la jugada del primer tanto desde el propio césped. El pase al espacio, en parábola, de
Caroline Graham para la carrera de
Aitana Bonmatí a la espalda de la defensa valió para todo el encuentro. Y Aitana, como siempre, levantó la cabeza y tiró de calma para dar un pase de la muerte, tan letal como de manual. No marcó
Pajor, para no tener que celebrar el gol contra sus ex compañeras. Dejó que se lo metiesen en propia puerta. Ya en el segundo tiempo, la sentencia. El 0-2 fue cosa de centrales. Centro de
Mapi y remate de volea de
Irene Paredes en un córner. El 0-3 de
Salma Paralluelo, un vendaval al contragolpe. El cuarto, la obra de arte de
Schertenleib. Y para casa.
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