El reto de las calles sin coches
Por traumática que resulte la peatonalización de una vía urbana al final siempre es un avance en calidad de vida.

El domingo pasado los parisinos votaron en referéndum la propuesta municipal de peatonalizar nada menos que 500 calles de la ciudad. Un plan tan ambicioso como controvertido al que le puso la proa la oposición en el Ayuntamiento de la capital por considerarlo un atentado a los automovilistas. Es cierto que vetar el automóvil en medio millar de vías urbanas complicará la movilidad a muchos usuarios acostumbrados al coche, pero en el fondo es de lo que se trata. Peatonalizar todas esas vías eliminará más de 10.000 plazas de aparcamiento con el consiguiente cabreo de quienes habrán de buscarse la vida en las zonas aledañas o meter el vehículo en un garaje si es que encuentran plaza y pueden pagarla. Todo eso lo habrán tenido en cuenta los 55.000 parisinos que acudieron a votar la propuesta y que decidieron apoyarla por una amplia mayoría.
Por traumática y complicada de aplicar que resulte la peatonalización de una vía urbana a la larga siempre es un avance en la calidad de vida de la gente. Al principio, a los más afectados siempre les cuesta, pero con el tiempo suelen terminar agradeciendo el disfrutar de un entorno más sociable, seguro y saludable. La principal ventaja del veto al coche en una vía es la mejora de la calidad del aire. Hay mil estudios que constatan la caída radical de la contaminación atmosférica en las calles peatonales, lo que beneficia especialmente a los grupos más vulnerables como niños y ancianos. Las calles sin coches transforman el espacio urbano en lugares más atractivos, dinámicos y participativos para realizar actividades vecinales, culturales, deportivas o de cualquier otro tipo, en definitiva, es poner la calle al servicio de los viandantes y no de los automóviles.
En España uno de los proyectos de peatonalización más controvertidos por pionero fue el de las calles Carmen y Preciados en el centro de Madrid. El Ayuntamiento de Madrid quiso probar el cierre al tráfico de ambas vías durante el periodo navideño con la oposición cerval de los comerciantes que se manifestaron contra la iniciativa en pleno franquismo. Hablaban de caídas en las ventas y temían la ruina total de sus negocios, se hicieron fuertes en el rechazo hasta que en noviembre del 73 el alcalde tomó la decisión de declarar las dos calles para uso exclusivo de peatones. Desde entonces las tiendas y almacenes de Carmen y Preciados dispararon sus ventas hasta convertirse en dos de las vías más comerciales de Europa.
En los últimos años las ciudades españolas han ido cerrando calles al tráfico rodado haciéndolas más habitables. Destacan en esa deriva las urbes de tamaño mediano que han sabido otorgarles mayor confortabilidad y atractivo para sus vecinos y visitantes. Cádiz, Granada, Bilbao y Salamanca encabezan el ranking de las ciudades españolas más peatonales. Les sigue Segovia, que se vio forzada a cerrar al tráfico el espacio más amplio de la ciudad para evitar que pasaran los coches bajo el acueducto romano y perder los beneficios de la Unesco como patrimonio de la humanidad. Aquello fue traumático pero lo resolvieron y el resultado en todos los aspectos ha sido espectacular. Valencia y Barcelona han hecho importantes avances en la creación de zonas peatonales y Madrid, algo más rezagada, apuesta por hacer lo propio cada vez con mayor convencimiento y menos contestación. Hay una cierta unanimidad política en librar a las calles de tráfico no solo en los cascos históricos sino también en los barrios más necesitados de zonas peatonales. Peatonalizar es garantía de movilidad sostenible y calidad de vida.