El Guadalquivir, nueva autopista de la droga: "Usan narcolanchas de menor calado y entran en caños inalcanzables"
El río Guadalquivir se ha convertido en una autopista de la droga.

El río Guadalquivir se ha convertido en una autopista de la droga para las mafias del hachís y de la cocaína. A plena luz del día, los vecinos de los municipios ribereños pueden ver narcolanchas remontando sus aguas hasta las puertas de Sevilla con total impunidad y ante la impotencia de la Guardia Civil. Los 160 kilómetros de ribera que dibujan las dos orillas del río entre su desembocadura y la capital hispalense ofrecen a los narcos excelentes posibilidades de desembarco para su mercancía. Y eso sin contar las múltiples ramificaciones que proporcionan los afluentes, canales y marismas que hacen de la cuenca baja del Guadalquivir un intrincado laberinto de agua.
"Los narcos utilizan ese tipo de orografía del terreno para protegerse. A priori puede parecer que meterse en un río es más peligroso para ellos que navegar en mar abierto, pero en el Guadalquivir hay muchísimas marismas y ramificaciones. Ellos utilizan narcolanchas de menor calado y pueden entrar en algunos caños a los que no podemos acceder y donde no podemos seguirlos", reconoce Agustín Domínguez, guardia civil de la comandancia de Cádiz, que trabaja directamente en la lucha contra el narco.
El principal río navegable de España ha sido siempre una vía de entrada de droga en nuestro país, pero desde hace unos años esa actividad delictiva ha ido en aumento, en parte gracias a la presión policial que hubo en el campo de Gibraltar entre 2018 y 2022 y que obligó a los narcos a desplazarse hacia otras zonas de la costa andaluza, como Huelva, Málaga, Almería o el Guadalquivir. Aunque el desmantelamiento de la unidad antidroga OCON Sur en 2022 rebajó la presión policial, los narcos ya no abandonaron sus nuevas áreas de acción y han hecho del río andaluz uno de sus grandes santuarios.
"Descubrieron que el Guadalquivir era una zona virgen para ellos y han sabido aprovecharla. Pueden desembarcar en cualquier punto, incluso en el puerto de contenedores de Sevilla capital. Es un terreno que les permite esconder mejor la droga en almacenes, fincas o polígonos (las llamadas guarderías) hasta que se enfría la situación. También tienen más facilidad para moverla al tener mejor acceso a carreteras y autopistas que desde las playas", dice Domínguez.
Falta de medios
Pero la razón fundamental que explica el auge del narcotráfico es la falta de medios de la Guardia Civil, algo que llevan denunciando desde hace tiempo todos los sindicatos policiales: "En la Comandancia de Cádiz solo tenemos actualmente dos embarcaciones para cubrir más de 190 kilómetros de costa desde Zahara de los Atunes hasta Sevilla, incluyendo el curso del Guadalquivir y, evidentemente, así es imposible controlar todo el territorio. Los narcos lo saben perfectamente y lo aprovechan".
Las quejas de los guardias civiles contrastan con el triunfalismo del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que esta misma semana habló de una inversión millonaria en la lucha contra el narco y sacó pecho por las incautaciones realizadas. "Está claro que nosotros actuamos desde el minuto uno en la lucha contra el narcotráfico y estamos también trabajando en la zona de Guadalquivir para tomar las medidas complementarias y suplementarias que sean necesarias", dijo Marlaska el pasado martes, recalcando incluso que la labor en el Campo de Gibraltar "es un elemento de estudio" para los cuerpos policiales de otros países de nuestro entorno.
Fuentes de Interior consultadas por este periódico insisten en que "la evolución de la tasa de criminalidad y las cifras de operaciones, incautaciones y detenidos avalan el esfuerzo policial, judicial y de inversión realizado desde 2018", cuando el Gobierno puso en marcha el Plan Especial de Seguridad Campo de Gibraltar, en vigor hasta el 31 de diciembre de este año. Subrayan, además, que "la inversión realizada desde entonces supera los 156 millones de euros, la mayor hecha nunca en la zona para combatir el narcotráfico".
"A mí me gustaría saber dónde han ido a parar todos esos millones", se pregunta Domínguez, que también es portavoz provincial de JUCIL, la asociación mayoritaria de la Guardia Civil: "Si nuestro trabajo es digno de estudio fuera de España, como dice el ministro, desde luego que no lo es por los medios materiales que tenemos. Y ya no es cuestión de invertir más, sino de hacerlo bien. Nos han proporcionado nuevas embarcaciones que se han roto en dos pantocazos (golpe del buque contra el agua) y nos dan vehículos que no son adecuados porque no son 4x4 y no pueden acceder a las playas cuando descubrimos un alijo".
"Los agentes seguimos operando con coches que superan los 250.000 km, muchos sin sistemas de seguridad antiempotramiento, lo que pone en grave riesgo a los agentes en persecuciones y embestidas de los narcotraficantes. También se están entregando coches eléctricos e híbridos que no son adecuados para el trabajo en la zona, debido a las exigencias de velocidad y resistencia necesarias", subrayan desde el sindicato.
Hacen falta drones y una unidad fluvial
La localidad de Coria del Río, a solo 12 kilómetros de Sevilla capital, es uno de los principales puntos de desembarco de droga en el Guadalquivir. El pasado diciembre se incautaron allí siete toneladas de cocaína enterradas en una finca, el mayor alijo introducido mediante narcolanchas en el sur de España.
Otro punto caliente es La Puebla del Río, "donde se han detectado lanchas rápidas ocultas en muelles privados para distribuir hachís a Sevilla", así como los términos municipales de Trebejuena y Lebrija, escenario esta semana del choque entre dos narcolanchas, que ha dejado a un narco gravemente herido en la UCI. El accidente se produjo cuando la patrullera de la Guardia Civil 'Río Irati' perseguía a cinco narcolanchas cargadas que se adentraban río arriba.
El cuerpo armado advierte de que el aumento del tráfico de narcolanchas en el Guadalquivir no solo pone en riesgo la seguridad de los agentes que patrullan el río, sino que también es una amenaza para las numerosas embarcaciones de recreo que lo surcan: "En verano el Guadalquivir se pone hasta arriba de kayaks, veleros, barcas de pesca o gente bañándose en el río y las narcolanchas no tienen ningún miramiento. A un narco le da igual que haya tráfico delante porque, si tiene que pasar, no va a frenar y va a pasar a 80 nudos por encima de quien sea".
Desde JUCIL han reclamado al Ministerio del Interior la creación del primer Servicio de Vigilancia Fluvial de la Guardia Civil, con base en Sevilla, para frenar la creciente actividad del narcotráfico en el Guadalquivir. Su cometido sería supervisar toda la cuenca baja del río, "blindando su desembocadura" para impedir la entrada de narcolanchas y evitaría que tengan que vigilar el cauce patrulleras llegadas desde Cádiz, como está ocurriendo ahora.
Además, piden equipar con drones a todas las patrulleras y puestos de mando: "El uso de drones sería primordial para hacer frente a los narcos en este tipo de orografía y hace tiempo que lo estamos pidiendo porque no supone un gasto excesivo. Con un equipo de drones en cada puesto principal (Sanlúcar, Trebujena, Lebrija, Isla Mayor, La Puebla, Coria y Sevilla), podríamos cubrir todo el Guadalquivir perfectamente y monitorizar desde el aire las zonas de marismas".
Más cocaína y más violencia
Aunque el hachís era la reina de las drogas en el Estrecho, poco a poco la cocaína se ha ido abriendo hueco y con ella la proliferación de mafias más peligrosas: "Está claro que no es lo mismo un vuelco (robo entre mafias) de hachís que uno de cocaína porque su precio en el mercado es mucho más elevado y, por lo tanto, la defensa que hacen de esta droga es mucho más agresiva. Antes era excepcional encontrar alguna pistola en los alijos, pero ahora estamos descubriendo armas de guerra, como AK-47 (Kalashnikov) y otros fusiles de asalto".
Ante este nuevo escenario, los sindicatos policiales exigen poder portar armas largas para combatir al crimen organizado. "Aunque el Plan Especial de Seguridad reconoce la necesidad de adaptar los medios a los nuevos desafíos, los agentes de seguridad ciudadana siguen sin disponer de las armas largas, que se encuentran almacenadas en los armeros oficiales de las compañías", denuncian desde JUCIL.
Según los datos de Interior, en 2024 se incautaron 150.802 kilos de hachís y 44.206 kilos de cocaína, cifras que muestran un descenso respecto a años anteriores, pero que pueden llevar a engaño. "El Ministerio lo atribuye a una supuesta menor producción en Marruecos y al desplazamiento de las rutas de tráfico, pero la realidad es que hay menos decomisos porque no hay suficientes recursos para interceptar la droga", dicen en JUCIL. "Prueba de ello es que el precio de estas sustancias en el mercado negro ha caído drásticamente, lo que indica un incremento en la cantidad de droga que ha logrado entrar a España sin ser detectada", añaden.
El hachís que cruza el Estrecho sale fundamentalmente de la región del Rif de Marruecos, especialmente de las costas de Larache, Asilah, Tánger, la desembocadura del río Maril, Nador y Alhucemas, y suelen ser mafias marroquíes y españolas las que controlan el tráfico. En el caso de la cocaína son mafias colombianas y de Europa del Este, mucho más violentas, las que llevan la voz cantante. "La cocaína llega de Sudamérica en barcos nodriza, que pueden ser desde un velero a un mercante, y en altamar trasbordan la droga a las narcolanchas, que se encargan de introducirla en España aprovechando las tradicionales rutas del hachís", explica Domínguez.
El petaqueo, "fundamental" para los narcos
Otro caballo de batalla en la lucha contra el narco son los petaqueros, las embarcaciones que se dedican a suministrar gasolina a las narcolanchas. Los sindicatos policiales consideran que es una actividad "fundamental para la logística del narcotráfico" y exigen modificar el Código Penal para poder actuar. "El suministro de gasolina a las narcolanchas solo está castigado como infracción administrativa, pero es necesario considerar este tipo de actividades como delito de narcotráfico y no como una simple falta administrativa", afirman en la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC).
Chiclana y la desembocadura del río Guadalete han sido tradicionales puntos de partida de los petaqueros en la provincia de Cádiz y, más recientemente, la provincia de Huelva está concentrando esta actividad de apoyo a las mafias que operan en el Estrecho. Pero incluso el Guadalquivir cuenta con sus propias narcogasolineras porque no es difícil ver bidones de combustible apilados en las riberas de Lebrija o Trebujena.
"Estamos hablando de una actividad ilícita que también tiene un impacto ambiental muy negativo porque provoca que cada día se arrojen al río muchos litros de gasolina. Cuando perseguimos a un petaquero, lo primero que hace es tirar bidones por la borda para aligerar peso y poder correr más. Esta es una zona de marismas de alto valor ecológico y no tiene la misma capacidad de regeneración que puede haber en el mar", denuncia Domínguez.
El PP ha impulsado en el Senado una proposición de ley para que el petaqueo se tipifique como delito y pueda ser condenado con hasta ocho años de cárcel, una iniciativa que cuenta con el apoyo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y que actualmente está en tramitación en el Congreso de los Diputados.