El director de Parasite regresa con Mickey 17, una sátira muy básica elaborada con gran imaginación visual

La nueva película del surcoreano Bong Joon-Ho, a cinco años del histórico Oscar a la mejor película que conquistó para Corea del Sur, es un distópico relato de ciencia ficción protagonizado con eficacia y buen humor por Robert Pattinson

Mar 6, 2025 - 06:02
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El director de Parasite regresa con Mickey 17, una sátira muy básica elaborada con gran imaginación visual

Mickey 17 (Estados Unidos-Corea del Sur/2025). Dirección y guión: Bong Joon-Ho. Fotografía: Darius Khondji. Música: Jung Jae-Il. Edición: Jinmo Yang. Elenco: Robert Pattinson, Naomi Ackie, Steven Yeun, Mark Ruffalo, Toni Collette. Distribuidora: Warner. Duración: 139 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.

Con la fiesta del Oscar todavía fresca en las retinas, es bastante probable que muchos hayan recordado en estos días lo que pasó cinco años atrás en ese mismo lugar. Allí asistimos a un hecho histórico: por primera vez en la historia, una producción realizada fuera de los Estados Unidos se convertía en ganadora del máximo premio de la industria del entretenimiento. Esa película se llamó Parasite y su director fue el surcoreano Bong Joon-Ho.

Un lustro después volvemos a tener noticias de Bong, pero a través de una línea paralela a la de los trabajos realizados en su país. Con Snowpiercer, Ojka y ahora Mickey 17 viene construyendo en su obra un tramo mucho más cosmopolita, hablado en inglés y con elenco internacional, aunque el espíritu es siempre el mismo: dosis de humor negro, melodrama, sátira, crítica social y una mirada sobre la condición humana en la que se mezclan la impiedad y la compasión.

Esta versión de Bong también suele estar muy cerca de la perspectiva distópica. Estamos en 2054, la Tierra empieza a hacerse inhabitable y no queda otra que salir al encuentro de otros planetas para asegurar la supervivencia del género humano. En eso está un político de explícitos rasgos populista y aire trumpiano (Mark Ruffalo), que lidera junto a su esposa (Toni Collette) una misión colonizadora cuyo destino es Niflheim, un planeta de superficie helada habitado por unos bichos con forma de ciempiés gigantes que la veleidosa primera dama quiere exterminar. Al principio meten miedo. Después se sumarán al espíritu burlón que trata de imponer el director.

En el pasaje se cuela Mickey Barnes (Robert Pattinson), tan desesperado por escapar de las amenazas de muerte de un usurero que acepta convertirse en un voluntario “descartable”. Una especie de cobayo con forma humana, vetado en la Tierra pero admitido en la expedición liderada por un déspota cada vez más bufonesco, y sometido a todas las pruebas extremas que, una vez superadas, permitirán asegurar la vida humana en el nuevo entorno.

Mickey morirá una y otra vez en el intento, pero su cuerpo es reciclado en una especie de fotocopiadora 3D previo escaneo de sus funciones básicas, recuerdos y sentimientos. De esa manera, cada nueva versión “renacida” seguirá siendo humana, podrá enamorarse (para eso está el personaje de Naomi Ackie) y soñar, por qué no, con una vida mejor.

Todo este mecanismo, expuesto por Bong con la ayuda todos los recursos tecnológicos y digitales de una costosa superproducción de ciencia ficción, aparece a primera vista bastante laberíntico y confuso. De hecho, son bien conocidas las complicaciones de postproducción que postergaron mucho más de la cuenta el estreno de una película cuyo rodaje terminó en ¡enero de 2023! Pero detrás de esos rebuscamientos lo único que vemos es un retrato de costumbres con observaciones críticas sobre la realidad politica y social del mundo bastante elementales y hasta pueriles.

Sin embargo, el relato no deja de progresar (y por momentos a entretener genuinamente) a lo largo de sus excesivos 139 minutos pese a toda esa carga, a alguna escena gratuitamente desagradable y a la personificación hecha caricatura de Ruffalo, grotesca y patética hasta lo insoportable. Se lo debemos a la imaginación visual de Bong y al inagotable Pattinson, dueño de un papel al que le sobra humanidad y aprovecha a la perfección algunos grandes momentos de comedia física. Reconocerlo como el personaje menos descartable de todos (y hasta capaz de multiplicarse en un momento clave) es su gran triunfo.