Desafíos de ir de un tipo de cambio fijo a uno flotante

Estamos a las puertas de una modificación del esquema cambiario. Hay dos dimensiones para considerar. Una es el conjunto de regulaciones que limitan la compra y venta de dólares en el mercado oficial; lo que llamamos el "cepo". La otra es cómo interviene el BCRA en ese mercado para influir sobre el precio del dólar. El acuerdo con el FMI traerá cambios en ambas áreas. Descarto la posibilidad de que se liberen todas las regulaciones de golpe. Es probable que se elimine el "blend" exportador próximamente -un reclamo histórico del FMI- pero el resto de las regulaciones se levantarán gradualmente, acelerando el proceso recién después de las elecciones de octubre.A corto plazo, la pregunta clave es sobre la segunda dimensión: qué régimen cambiario adoptará el gobierno tras el acuerdo con el FMI.DEUDA Y CRISIS Acuerdo FMI: Uno por uno, cuáles fueron todos los programas alcanzados desde 1957 hasta hoy Carlos BoyadjianLas declaraciones recientes del ministro de Economía sugieren que se abandonará el deslizamiento mensual del tipo de cambio oficial del 1% (el "crawl") y que en algún momento se adoptará un régimen de flotación, similar al de Perú y Uruguay. Todo indica que, entre ambos regímenes, habrá uno de transición que permita al mercado salir de la rigidez actual del "crawl" y converger gradualmente hacia un esquema de flotación.En mi opinión, ese régimen de transición será uno en el que el tipo de cambio oficial comience a flotar ligeramente dentro de unas bandas. Estas podrían tener un centro con el "crawl" al 1% mensual por un tiempo, con un límite superior en la que el BCRA actúe como vendedor para evitar que el dólar supere ese valor, y un límite inferior en la que el BCRA compre cualquier exceso de oferta de dólares. Vendedor arriba, comprador abajo y, en el medio, intervenciones eventuales.Banco Central de la República ArgentinaUn esquema de este tipo debería cumplir dos condiciones. Primero, la flotación debería ser inicialmente suave para evitar movimientos bruscos antes de las elecciones. Segundo, debe ser creíble; el mercado debería percibir que el esquema convergerá a una libre flotación en 2026, sin cambios abruptos después de las elecciones. Una forma de conciliar ambas condiciones es que las bandas sean estrechas al principio, y que se amplíen gradualmente hasta el primer cuatrimestre de 2026, cuando acabe la transición y se empiece a flotar.Déjenme ilustrar la idea con algunos números. Imaginemos que este esquema se implementa en mayo con un tipo de cambio de $ 1.100 y una banda de +/- 2%; es decir, que dólar podría fluctuar entre $ 1.078 y $ 1.122. El centro seguiría aumentando al 1% mensual y la banda ampliándose un 1% adicional. El ritmo ensanchamiento podría acelerarse tras las elecciones hasta alcanzar una banda de 20-25% al finalizar el primer cuatrimestre de 2026, cuando se pasaría a un régimen de flotación administrada, similar al de Perú y Uruguay.En el pizarrón, el esquema luce razonable. Sin embargo, en el contexto argentino, su implementación será desafiante por varios motivos. Primero, el tipo de cambio está claramente atrasado. Es una discusión estéril precisar la magnitud del atraso; lo relevante es señalar que las correcciones cambiarias en Argentina han sido mayormente abruptas y traumáticas. Por eso, el ensanchamiento gradual de las bandas puede ser útil porque ayudaría al mercado a descubrir el valor "adecuado" o de "equilibrio" del tipo de cambio sin grandes sobresaltos. Aun así, cuando se considera que la economía va camino a un proceso de corrección cambiaria, cuesta ignorar la posibilidad de un escenario turbulento.Tensión cambiaria El BCRA vendió u$s 186 millones y las reservas bajaron otro escalón Este temor se vincula a un segundo desafío: la capacidad de intervención que tiene el BCRA para ayudar al mercado a descubrir el tipo de cambio de "equilibrio" sin sobresaltos. Las reservas netas son negativas por unos U$S 5.300 millones y aunque el desembolso inicial del FMI -¿U$S 6.000/7.000 millones?-servirá para fortalecerlas, seguirán siendo son muy débiles.Un tercer factor que genera incertidumbre sobre el éxito del esquema de transición es que el "crawl" cambiario al 1% mensual alimentó un aumento transitorio de la demanda privada de activos en pesos. Me refiero al famoso "carry trade", a través del cual exportadores, importadores y bancos incrementaron la oferta de dólares al mercado cambiario desde octubre pasado. Al movernos hacia un sistema más flexible -sean bandas u otro esquema- aparecerá el riesgo cambiario, lo que favorecerá el desarme de esas posiciones en pesos. Los que se preguntaban "con qué pesos" se puede correr al dólar, tal vez encuentren próximamente respuestas no tan placenteras. ¿Han sido las turbulencias cambiarias de los últimos días un primer aviso?Quienes argumentábamos que era conveniente pagar algo más de inflación para evitar que el tipo de cambio se atrasara y que el BCRA pudiera comprar más reservas que las que se conseguían a través del ca

Mar 20, 2025 - 03:36
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Desafíos de ir de un tipo de cambio fijo a uno flotante

Estamos a las puertas de una modificación del esquema cambiario. Hay dos dimensiones para considerar. Una es el conjunto de regulaciones que limitan la compra y venta de dólares en el mercado oficial; lo que llamamos el "cepo". La otra es cómo interviene el BCRA en ese mercado para influir sobre el precio del dólar. El acuerdo con el FMI traerá cambios en ambas áreas. Descarto la posibilidad de que se liberen todas las regulaciones de golpe. Es probable que se elimine el "blend" exportador próximamente -un reclamo histórico del FMI- pero el resto de las regulaciones se levantarán gradualmente, acelerando el proceso recién después de las elecciones de octubre.

A corto plazo, la pregunta clave es sobre la segunda dimensión: qué régimen cambiario adoptará el gobierno tras el acuerdo con el FMI.

Las declaraciones recientes del ministro de Economía sugieren que se abandonará el deslizamiento mensual del tipo de cambio oficial del 1% (el "crawl") y que en algún momento se adoptará un régimen de flotación, similar al de Perú y Uruguay. Todo indica que, entre ambos regímenes, habrá uno de transición que permita al mercado salir de la rigidez actual del "crawl" y converger gradualmente hacia un esquema de flotación.

En mi opinión, ese régimen de transición será uno en el que el tipo de cambio oficial comience a flotar ligeramente dentro de unas bandas. Estas podrían tener un centro con el "crawl" al 1% mensual por un tiempo, con un límite superior en la que el BCRA actúe como vendedor para evitar que el dólar supere ese valor, y un límite inferior en la que el BCRA compre cualquier exceso de oferta de dólares. Vendedor arriba, comprador abajo y, en el medio, intervenciones eventuales.

Banco Central de la República Argentina

Un esquema de este tipo debería cumplir dos condiciones. Primero, la flotación debería ser inicialmente suave para evitar movimientos bruscos antes de las elecciones. Segundo, debe ser creíble; el mercado debería percibir que el esquema convergerá a una libre flotación en 2026, sin cambios abruptos después de las elecciones. Una forma de conciliar ambas condiciones es que las bandas sean estrechas al principio, y que se amplíen gradualmente hasta el primer cuatrimestre de 2026, cuando acabe la transición y se empiece a flotar.

Déjenme ilustrar la idea con algunos números. Imaginemos que este esquema se implementa en mayo con un tipo de cambio de $ 1.100 y una banda de +/- 2%; es decir, que dólar podría fluctuar entre $ 1.078 y $ 1.122. El centro seguiría aumentando al 1% mensual y la banda ampliándose un 1% adicional. El ritmo ensanchamiento podría acelerarse tras las elecciones hasta alcanzar una banda de 20-25% al finalizar el primer cuatrimestre de 2026, cuando se pasaría a un régimen de flotación administrada, similar al de Perú y Uruguay.

En el pizarrón, el esquema luce razonable. Sin embargo, en el contexto argentino, su implementación será desafiante por varios motivos. Primero, el tipo de cambio está claramente atrasado. Es una discusión estéril precisar la magnitud del atraso; lo relevante es señalar que las correcciones cambiarias en Argentina han sido mayormente abruptas y traumáticas. Por eso, el ensanchamiento gradual de las bandas puede ser útil porque ayudaría al mercado a descubrir el valor "adecuado" o de "equilibrio" del tipo de cambio sin grandes sobresaltos. Aun así, cuando se considera que la economía va camino a un proceso de corrección cambiaria, cuesta ignorar la posibilidad de un escenario turbulento.

Este temor se vincula a un segundo desafío: la capacidad de intervención que tiene el BCRA para ayudar al mercado a descubrir el tipo de cambio de "equilibrio" sin sobresaltos. Las reservas netas son negativas por unos U$S 5.300 millones y aunque el desembolso inicial del FMI -¿U$S 6.000/7.000 millones?-servirá para fortalecerlas, seguirán siendo son muy débiles.

Un tercer factor que genera incertidumbre sobre el éxito del esquema de transición es que el "crawl" cambiario al 1% mensual alimentó un aumento transitorio de la demanda privada de activos en pesos. Me refiero al famoso "carry trade", a través del cual exportadores, importadores y bancos incrementaron la oferta de dólares al mercado cambiario desde octubre pasado. Al movernos hacia un sistema más flexible -sean bandas u otro esquema- aparecerá el riesgo cambiario, lo que favorecerá el desarme de esas posiciones en pesos. Los que se preguntaban "con qué pesos" se puede correr al dólar, tal vez encuentren próximamente respuestas no tan placenteras. ¿Han sido las turbulencias cambiarias de los últimos días un primer aviso?

Quienes argumentábamos que era conveniente pagar algo más de inflación para evitar que el tipo de cambio se atrasara y que el BCRA pudiera comprar más reservas que las que se conseguían a través del carry trade, queríamos que el país estuviera en una situación más robusta para encarar esta transición hacia la normalización cambiaria.