De etiquetas y errores

Durante estas semanas han sido muchas las ocasiones en las que los lectores se han dirigido a mí para manifestarme sus quejas, sus inquietudes o su enfado ante diversas informaciones publicadas en el periódico. Agradezco de antemano a quienes se han tomado la molestia de dedicar su tiempo a poner por escrito sus sugerencias, y aunque la situación ideal para la defensora del lector sería que no las hubiera, pienso que ponen de manifiesto que a los lectores les importa lo que leen, y esperan del periódico lo mejor. En un contexto de alta crispación política, el lector Iván Sánchez Moreno manifiesta su «desconcierto e indignación por la forma en que algunos redactores tratan cualquier tema relacionado con la llamada ultraderecha». En concreto, reconoce que la noticia que ha «colmado el vaso» es un artículo sobre una cumbre neonazi celebrada en Madrid . Para el señor Sánchez Moreno, «el nazismo es una de las páginas más oscuras de la historia de la humanidad, y calificar de 'nazi' de forma arbitraria (…) supone una banalización del término y (…) si se usa en exceso termina por no significar nada y en cierta manera quita gravedad a lo ocurrido». Al hilo de este mensaje, Carlos Hidalgo, autor de la noticia, manifiesta estar de acuerdo con el lector en que el uso en exceso de un término puede acabar diluyendo su significado, pero señala que «exceso sería calificar de manera injusta a alguien de algo, pero en este caso no soy yo quien tacha de neonazi a estas personas y grupos, sino la propia policía que los investiga, tanto en España como en todo el territorio europeo». Hidalgo explica cómo los protagonistas de la noticia tienen un «largo historial delictivo que incluye condenas en sus países de origen y prohibiciones de entrada, por ejemplo a Reino Unido, Alemania o Suiza, con lo que sería injusto no llamar a las cosas por su nombre». También recuerda que «neonazis y nazis son conceptos distintos, y que ya no existen nazis». Se pregunta por último «qué pasaría si utilizara el término 'conservadores' para referirme a estos grupos o personas. Probablemente se enfadarían todos los conservadores que no quieren verse identificados con estos otros grupos más extremos». Piensa el lector que el periódico «debería exigir a sus redactores que fueran mucho más precisos», cosa con la que estoy de acuerdo, aunque pienso que en este caso se ha llevado a cabo diligentemente. Tiempos difíciles requieren seguir manteniendo estándares muy altos para evitar añadir ruido y confusión a la información. Han sido también varios los mensajes señalando errores y erratas de distinta naturaleza. El lector Jesús del Amo identificaba «un gráfico sobre la evolución del SMI que es un auténtico desastre» y tenía la amabilidad de señalar dónde estaban las mejoras posibles. El equipo de la sección incorporó las sugerencias pertinentes a la versión digital. En este punto, me permito recordar que, para los lectores de la versión web, existe un mecanismo de reporte inmediato, el botón rojo, cuando detectan una errata o un error de bulto. Mientras se buscan soluciones, también en herramientas de inteligencia artificial, que pueden evitar de partida que se produzcan estos errores, los mensajes de los lectores ayudan a la redacción a mantener un nivel de alerta mayor que, en ocasiones, la intensidad del flujo informativo hace complicado. Por último, he recibido varios mensajes señalando problemas en algunos de los contenidos que forman parte del periódico pero que tienen un origen externo a la redacción. El lector Enrique Pérez identifica algunas ausencias notables en la información de la parrilla deportiva durante varios días y comenta que «no sé de quién es competencia dicho espacio, pero sí creo que debe llamarle un 'poquito' al orden para que no se produzcan tantos fallos». En esta misma línea, el lector Eduardo Ruiz-Ocaña se declara «lector encantado, pero cliente decepcionado» y relata algunas dificultades y obstáculos ha encontrado en la renovación de su suscripción. Aunque en su caso parte de estos problemas ya se han resuelto felizmente y «he vuelto a recibir las 'newsletter' a las que estoy suscrito», creo que estos mensajes refuerzan la necesidad de pensar en el periódico como una experiencia única para el lector, que no siempre es capaz, ni debería serlo, de identificar quién hace qué. Cualquier esfuerzo adicional en las tareas de coordinación entre proveedores de contenidos, servicios y el periódico, ayudarán también a poner en valor el trabajo que hace la redacción.

Feb 22, 2025 - 20:38
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De etiquetas y errores
Durante estas semanas han sido muchas las ocasiones en las que los lectores se han dirigido a mí para manifestarme sus quejas, sus inquietudes o su enfado ante diversas informaciones publicadas en el periódico. Agradezco de antemano a quienes se han tomado la molestia de dedicar su tiempo a poner por escrito sus sugerencias, y aunque la situación ideal para la defensora del lector sería que no las hubiera, pienso que ponen de manifiesto que a los lectores les importa lo que leen, y esperan del periódico lo mejor. En un contexto de alta crispación política, el lector Iván Sánchez Moreno manifiesta su «desconcierto e indignación por la forma en que algunos redactores tratan cualquier tema relacionado con la llamada ultraderecha». En concreto, reconoce que la noticia que ha «colmado el vaso» es un artículo sobre una cumbre neonazi celebrada en Madrid . Para el señor Sánchez Moreno, «el nazismo es una de las páginas más oscuras de la historia de la humanidad, y calificar de 'nazi' de forma arbitraria (…) supone una banalización del término y (…) si se usa en exceso termina por no significar nada y en cierta manera quita gravedad a lo ocurrido». Al hilo de este mensaje, Carlos Hidalgo, autor de la noticia, manifiesta estar de acuerdo con el lector en que el uso en exceso de un término puede acabar diluyendo su significado, pero señala que «exceso sería calificar de manera injusta a alguien de algo, pero en este caso no soy yo quien tacha de neonazi a estas personas y grupos, sino la propia policía que los investiga, tanto en España como en todo el territorio europeo». Hidalgo explica cómo los protagonistas de la noticia tienen un «largo historial delictivo que incluye condenas en sus países de origen y prohibiciones de entrada, por ejemplo a Reino Unido, Alemania o Suiza, con lo que sería injusto no llamar a las cosas por su nombre». También recuerda que «neonazis y nazis son conceptos distintos, y que ya no existen nazis». Se pregunta por último «qué pasaría si utilizara el término 'conservadores' para referirme a estos grupos o personas. Probablemente se enfadarían todos los conservadores que no quieren verse identificados con estos otros grupos más extremos». Piensa el lector que el periódico «debería exigir a sus redactores que fueran mucho más precisos», cosa con la que estoy de acuerdo, aunque pienso que en este caso se ha llevado a cabo diligentemente. Tiempos difíciles requieren seguir manteniendo estándares muy altos para evitar añadir ruido y confusión a la información. Han sido también varios los mensajes señalando errores y erratas de distinta naturaleza. El lector Jesús del Amo identificaba «un gráfico sobre la evolución del SMI que es un auténtico desastre» y tenía la amabilidad de señalar dónde estaban las mejoras posibles. El equipo de la sección incorporó las sugerencias pertinentes a la versión digital. En este punto, me permito recordar que, para los lectores de la versión web, existe un mecanismo de reporte inmediato, el botón rojo, cuando detectan una errata o un error de bulto. Mientras se buscan soluciones, también en herramientas de inteligencia artificial, que pueden evitar de partida que se produzcan estos errores, los mensajes de los lectores ayudan a la redacción a mantener un nivel de alerta mayor que, en ocasiones, la intensidad del flujo informativo hace complicado. Por último, he recibido varios mensajes señalando problemas en algunos de los contenidos que forman parte del periódico pero que tienen un origen externo a la redacción. El lector Enrique Pérez identifica algunas ausencias notables en la información de la parrilla deportiva durante varios días y comenta que «no sé de quién es competencia dicho espacio, pero sí creo que debe llamarle un 'poquito' al orden para que no se produzcan tantos fallos». En esta misma línea, el lector Eduardo Ruiz-Ocaña se declara «lector encantado, pero cliente decepcionado» y relata algunas dificultades y obstáculos ha encontrado en la renovación de su suscripción. Aunque en su caso parte de estos problemas ya se han resuelto felizmente y «he vuelto a recibir las 'newsletter' a las que estoy suscrito», creo que estos mensajes refuerzan la necesidad de pensar en el periódico como una experiencia única para el lector, que no siempre es capaz, ni debería serlo, de identificar quién hace qué. Cualquier esfuerzo adicional en las tareas de coordinación entre proveedores de contenidos, servicios y el periódico, ayudarán también a poner en valor el trabajo que hace la redacción.