NO soy Induráin. Pero también he tenido mis etapas. Algunas verdaderamente prodigiosas, de maillot amarillo, otras del pelotón. Es inhumano ser un héroe todos los días. Pregúntenselo a Morante o a Riqueni. Eso solo está al alcance de los elegidos. Y vine a este mundo para pelearme con los números y ser yo mismo. Mañana me despido de estas benditas páginas. Y hoy escribo mi último artículo en la Casa. No esperen que me lama la herida porque salgo ileso del revolcón. La vida, hasta ahora, me ha dado más sonrisas que lágrimas. Así que no agüemos el vino del adiós y tengamos la elegancia que exige el momento. Y en eso me quiero parecer más a Kanoute que al...
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