Cinco misterios de la covid cinco años después de la declaración de pandemia

El 11 de marzo de 2020 se declaró la pandemia de covid, una enfermedad que desconcertó a la ciencia y que hoy mantiene algunas incógnitas.

Mar 12, 2025 - 08:25
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Cinco misterios de la covid cinco años después de la declaración de pandemia
Los misterios de la covid aún por resolver | M.V.

11 de marzo de 2020. “La OMS ha estado evaluando este brote durante todo el día y estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación, gravedad y la alarmante inacción”. El responsable de la organización, Tedros Adhanom declaraba el inicio de la pandemia de un virus que, tres meses antes, en China, se envolvía de misterio y cuya enfermedad había recibido el nombre de covid (COronavirus DIsease) apenas semanas antes.

Aún hoy nadie ha dado por oficialmente finalizada. Pero que se dio por ampliamente superada tras el fin de la emergencia sanitaria, en mayo de 2023. La cuestión es que aquella “inacción” denunciada el 11 de marzo de 2020 viró, en menos de una semana, en “acciones drásticas”. Confinamientos o restricciones a la movilidad en medio mundo, en medio de una ceguera de datos que ensanchó el abismo entre lo que empezaban a vivir los hospitales y los modelos epidemiológicos de administraciones que días atrás, aún veían al SARS-CoV-2 apenas asomando por el catalejo asiático. 

Medio mundo pensaba que el candidato patógeno a protagonizar la nueva pandemia del siglo XXI era el virus de la gripe, no un agente completamente nuevo para los humanos, de probable origen animal. En marzo de 2020, muy pocos esperaban que el nuevo virus tuviese:

  • Transmisión asintomática
  • Gravedad muy variable
  • Contagiosidad altísima y aérea

Cinco misterios alrededor de la covid en 2025

Cinco años después, hay otras incógnitas. Quizás algunas queden sin resolver. Otras, a estas alturas, sean poco relevantes. Pero hay una que trae de cabeza a comunidad científica y pacientes:

No está claro qué hay tras la covid persistente

Desde una fatiga incapacitante, a dolores inespecíficos, niebla mental, pasando por una pérdida crónica de olfato o gusto. La covid persistente sigue siendo un gran misterio cinco años después. La OMS determinó en 2021 que se define como una condición crónica que ocurre tras la infección por el SARS-CoV-2, que dura al menos dos meses y que no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo. Pero, como recuerda a Newtral.es la doctora del SERGAS Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la Red de Investigación de la Covid Persistente, esta fue una definición de consenso que no termina de abarcar los múltiples matices con que se presenta en cada persona.

La mayoría de quienes padecen covid persistente hoy no tuvieron una infección aguda grave. Tampoco a patrones muy definidos, aunque suele ser más prevalente en mujeres de mediana edad. Hay indicios de que tras la covid persistente pueden estar restos del propio SARS-CoV-2 aún presentes en el organismo, despistando al propio sistema inmune. O que la infección, en su día, dejó tocadas las defensas, como en un estado permanente de alerta que deviene en inflamación. Pero no hay nada demasiado claro.

A vueltas con el origen del virus y la teoría del escape del laboratorio

Cinco años después, es un misterio la circunstancia en que se contagió el paciente cero del coronavirus. trazando su origen genético, todo apunta a que antes de ser un virus adaptado a humanos, debió de circular durante años en murciélagos. Si pasó antes por otro animal, también es una hipótesis por demostrar.

La COVID-19 no existía como tal antes de diciembre de 2019. Pero ya en noviembre se registraron algunas neumonías extrañas compatibles con cuadros por coronavirus. Incluidos varios trabajadores del Instituto de Virología de Wuhán. Eso sirvió de combustible para teorías entre lo plausible y lo conspirativo. ¿Y si el coronavirus –con capacidad de contagiar en humanos– salió del laboratorio wuhanés?

Lo que inicialmente parecía descabellado –y un argumento sinófobo del trumpismo– terminó siendo una posibilidad. La falta de cooperación del gobierno chino en una limitada investigación de la OMS no hizo sino agitar el misterio sobre el origen o supuesta intencionalidad de la pandemia de covid. Esto terminó plasmado en informes de Inteligencia (que no el consenso de agencias) revelados por The Wall Street Journal. ¿Y si hubo un escape accidental de muestras evolucionadas recogidas en una mina abandonada de Yunnan (China) llena de murciélagos, en 2012? Esto se llegó a plantear en  Frontiers in Public Heath.

Sin embargo, hay bastante consenso en la idea de que, con la información que se tiene, lo más plausible sea que el virus de murciélago terminase en alguna especie con las que se comerciaba en mercados con animales vivos. Es un hecho que en el de Huanan de Wuhán había superficies llenas de SARS-CoV-2 allí donde se acumulaban las jaulas.

¿Cuántas personas han muerto y cuántos fallecimientos han evitado las vacunas?

Durante los dos primeros años de la pandemia, los más duros, unos 14,9 millones de personas murieron por la enfermedad según un cálculo de la OMS. Ese cálculo supuso sumar casi 10 millones más de fallecimientos a los recuentos oficiales de los países. Como ocurre con otras epidemias, el infradiagnóstico o la falta de herramientas estadísticas deja muchos puntos ciegos en cuanto a datos. Pero esta vez no por la debilidad de los sistemas sanitarios y políticos de países pobres.

Al principio, era un misterio ver que la mayor cantidad de muertes por covid se registró en el sureste asiático, Europa y América. A gran distancia, África y el Mediterráneo oriental. El Pacífico occidental fue la zona menos afectada, con 120.000 muertes. Sólo el 4% de las muertes se dio en naciones de bajos ingresos.

Comentaba la doctora Legido-Quigley que durante los primeros años pandémicos, los países asiáticos mostraron su músculo en salud pública y preparación pandémica. Por su parte, naciones más pobres del África subsahariana supieron responder ante el despliegue de organismos que habitualmente monitorizan y palían los efectos de brotes infecciosos tan graves como el ébola. Tenían experiencia y disciplina (además de juventud, que para la covid es relevante). Eso explica en parte ese escaso número de muertes. Sin embargo, hay indicios de que muchas otras han escapado al radar. Especialmente desde que llegaron las vacunas. La última gran ola de contagios en China, con bolsas de población sin la pauta completa, dejó dudas sobre los estragos que pudo causar ómicron al reabrirse el país.

Desde la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) explican que la pandemia dejó en evidencia a nuestros sistemas de vigilancia, información y alerta temprana.

Las otras muertes no documentadas: La propia SEE explica que todavía no se conoce el impacto de la pandemia sobre la detección temprana de cánceres prevenibles y no prevenibles, así como el estadio avanzado previsible por la interrupción tanto de los programas de prevención, la derivación ante sospecha diagnóstica y la demora de los tratamientos.

Pese a los bulos que atribuyen muertes y cánceres a las vacunas, los estudios realmente hechos con rigor prueban, por ejemplo, que sólo en Europa salvaron unas 1,6 millones de vidas.

La gripe aviar está desatada, ¿podría llevarnos a revivir lo que no queremos?

Relata el virólogo Antonio Alcamí (CNB-CSIC) en Tampoco es el fin del mundo Antonio Alcamí que si hay ahora mismo un candidato a virus pandémico es el de la gripe aviar A H5N1. Una epidemia masiva y global asola a granjas y aves salvajes de todo el planeta. Contagia también a algunos mamíferos aunque aún no es eficaz transmitiéndose de persona a persona. Si esto cambiará es un misterio. Este es el punto en que lo convertiría en pandemia.

Por su parte, el virólogo especializado en gripe Adolfo García Sastre (Icahn School Mount Sinai de Nueva York) cree que deberíamos preocuparnos si el virus muta los suficiente para propagarse entre cerdos. “Todas las pandemias [de gripe A] que he conocido han pasado antes por cerdos”.

En todo caso, la gripe es un patógeno conocido. Sabemos fabricar antivirales y vacunas que, si bien, no son capaces de evitar todos los contagios, podrían rebajar su gravedad. Eso sí, depende de qué sea exactamente en lo que se convierta el virus de la influenza A (que ahora está afectando animales) cuando evolucione para transmitirse entre humanos. Si es que esto ocurre alguna vez.

¿Y si la próxima pandemia también es del covid?

Explicaba la bioquímica y vacunóloga Pamela Bjorkman a Newtral.es, en 2022, que una de las cosas que más sorprendía a la comunidad científica era la rapidez con que este coronavirus muta. Nos ha dejado una pléyade de variantes y subvariantes –cientos– que han limitado la eficacia de las vacunas para evitar contagios. Lejos quedó la fantasía de una inmunidad duradera. Aunque la llegada de ómicron fue tan dramática como bendecida, pues sorprendentemente –una vez más– ahí el virus dejó de mutar seriamente.

¿Se ha adaptado definitivamente al ser humano? Bjorkman no lo tenía tan claro. El SARS-CoV-2 es una ruleta rusa mutante, hay demasiadas oportunidades para que saltemos a otra letra griega y, con ello, nueva oleada de contagios, quién sabe si más graves porque la vacuna no funcione. Para Bjorkman, que haya tantos animales que también contraigan la covid no hace sino aumentar las papeletas para que el virus continúe evolucionando.

Adolfo García-Sastre es bastante más optimista. Explicaba entonces que es difícil pensar que un día se ponga el contador a cero y volvamos a 2020. Es decir, no es fácil que un animal en que el SARS-CoV-2 haya evolucionado, como el ciervo, termine contagiando a una persona con una versión mejorada del virus, capaz de inutilizar las vacunas. “Eso suele llevar mucho tiempo y no tiene por qué pasar”.