China y las estrategias a largo plazo: la educación

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «China y la apuesta por la educación» (pdf), y trata de explicar cómo la educación planteada como estrategia a largo plazo ha logrado hacer que las preocupaciones que parecían marcar a China, esas llamadas «3D» que correspondían a demografía, deuda y deflación, hayan pasado a un …

Mar 26, 2025 - 14:28
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China y las estrategias a largo plazo: la educación

IMAGE: OpenAI's DALL·E, via ChatGPT

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «China y la apuesta por la educación» (pdf), y trata de explicar cómo la educación planteada como estrategia a largo plazo ha logrado hacer que las preocupaciones que parecían marcar a China, esas llamadas «3D» que correspondían a demografía, deuda y deflación, hayan pasado a un segundo plano, y el país haya logrado convertirse en el nuevo líder mundial.

Una apuesta por la educación que pude ver claramente cada vez que viajaba a China para impartir cursos en las aulas de Fudan University: universidades modernas, con profesores que utilizaban metodologías fuertemente participativas, que al principio eran educados en universidades extranjeras, pero que actualmente ya provienen de las propias universidades chinas, cada vez mejor situadas en todos los rankings internacionales.

La llamada estrategia de las tortugas marinas, porque enviaba a jóvenes brillantes a estudiar y formarse en países extranjeros, a veces a doctorarse, otras veces a trabajar en compañías interesantes o a emprender, y que volvían a China tras años de formación, a veces décadas, funcionó maravillosamente bien: entre los años 2000 y 2020, el número de ingenieros en el país pasó de 5.2 millones a 17.7 millones, la inversión en educación hizo que recibiesen una muy buena formación, y eso ha generado un enorme «dividendo ingenieril» que ahora hace posibles hazañas como la de Deepseek, Manus AI, Unitree Robotics y muchas otras compañías, que se benefician precisamente del enorme pool de ingenieros brillantes disponible.

La evidencia es clara: los fundadores de las compañías que han obtenido éxitos más recientes en China se han formado exclusivamente en universidades chinas, sin tener que salir al extranjero a procurarse una educación superior. Las universidades chinas ya les ofrecen esa formación en mejores condiciones que las extranjeras. Si os fijamos en Liang Wenfeng, creador de Deepseek; en Xiao Hong, fundador de Manus AI; en Wang Xingxing, emprendedor tras los famosos kung-fu robots de Unitree Robotics, y en muchos otros empresarios chinos, la característica común es clara: todos son productos de universidades domésticas que, además, han logrado posicionarse muy bien en los rankings internacionales de calidad.

Confieso haberlo pensado cuando daba clase allí y me acercaba a la puerta de aulas en las que veía a profesores chinos impartiendo clases cada vez más parecidas a las mías, alejadas de lo que podíamos considerar una «enseñanza tradicional» unidireccional y aburrida: en poco tiempo, esas universidades podrían ser capaz de atraer a alumnos brillantes de medio mundo con la propuesta no solo de una educaciónd e primera calidad, sino también de una inmersión en la cultura del próximo líder mundial.

La idea, sin embargo, no era atraer a alumnos extranjeros, sino educar de forma competitiva y con altos estándares de calidad a cuantos más alumnos chinos fuera posible. Y claramente lo han conseguido: esa apuesta fuerte por la educación es uno de los elementos fundamentales que han hecho de China el nuevo líder mundial en todos los sentidos. Ahora, el país ofrece a sus estudiantes más brillantes incentivos suficientes como para que no tengan que irse a ningún otro sitio, y construyan compañías innovadoras en un ecosistema fuertemente regulado que evita abusos competitivos, mientras el énfasis en compartir y en utilizar el código abierto hacen que la innovación florezca.

Ya no vale la pena preguntarse si esta sustitución en el liderazgo geopolítico mundial va a tener lugar o no, porque ya ha ocurrido: China es el líder absoluto en todas las tecnologías de futuro, desde los paneles solares o los aerogeneradores hasta las baterías o los vehículos eléctricos, tiene una enorme demanda interna para que sus compañías crezcan antes de salir al exterior, y desde hace pocos días, el 17 de marzo, cuando el Banco Popular de China anunció que el sistema de liquidación transfronteriza del RMB digital estaría completamente conectado a los diez países de la ASEAN y seis países de Oriente Medio, cuenta con una divisa completamente digital que funciona en la cadena de bloques, al margen del sistema SWIFT, y que controla el 38% del volumen comercial mundial.

Pero lo más importante es que, además, el RMB digital no es sólo una herramienta de pago, sino también un portador técnico de la estrategia «Belt and Road«. Está profundamente integrado con el sistema de navegación BeiDou para construir una “Ruta de la Seda Digital”, y utiliza la cadena de bloques para aumentar la eficiencia comercial en un 400%. Hasta el 87% de los países del mundo han completado ya la adaptación al sistema digital del RMB, y la escala de los pagos transfronterizos ha superado los 1.2 billones de dólares estadounidenses. Mientras Estados Unidos aún se dedica a debatir si las monedas digitales amenazan o no el estatus del dólar, China ha construido silenciosamente una red de pagos digitales que abarca doscientos países, que determina no sólo la soberanía monetaria, sino también quién va a controlar la futura economía global.

Estamos ante un cambio en la divisa de reserva y un nuevo liderazgo mundial. Y lo mejor es que pienses lo que pienses de China y su sistema político, trabajar con ese sistema no te obliga en absoluto a estar de acuerdo con él ni a seguir sus directrices: China sabe perfectamente que su sistema es diferente, lo justifica en sus propias características sociodemográficas y en su necesidad de pilotar adecuadamente unos cambios que seguramente habrían sido más turbulentos sin esos niveles de control, y no espera que el resto del mundo «compre» su sistema: pueden ser sus socios comerciales, utilizar su divisa e infraestructura, pero seguir con el que estimen más oportuno. Como dijo Xi Jinping en su momento, «el mundo necesita más China«.

Mientras, la decadencia de los Estados Unidos es un hecho insoslayable: tiene un presidente y una administración propias de un chiste malo, y su innovación ha caído porque las grandes compañías, como demuestra esta investigación reciente, se dedican a comprar, copiar o a fichar todo lo que las pueda amenazar sin temor a la regulación. Estados Unidos es un país decadente, con la mayor deuda externa del mundo y de la historia, con la tendencia evidente a darle a la máquina de imprimir billetes cada vez que lo estima oportuno (y pretender así que su deuda la paguemos nosotros), y en el que sus ciudadanos contraen enfermedades que están prácticamente erradicadas en todo el mundo civilizado, algo que, que tras poner a un anti-vacunas al mando de la Sanidad, solo puede empeorar.

¿Qué se puede esperar? En primer lugar, que en esta ocasión, el cambio en la divisa de reserva reconocida mundialmente no lleve aparejada una guerra. En segundo, que la Unión Europea reaccione rápido, deje caer un dólar ya muy poco fiable y logre situar al euro como una divisa digna de ser tomada en consideración, con los mecanismos y las infraestructuras cambiarias adecuadas para poder funcionar a un nivel similar al del RMB. Algo muy difícil, pero no imposible.

Preferentemente, además, poniendo al que era su socio comercial y ahora se ha convertido ya no en un socio desagradable y poco fiable, sino en un auténtico enemigo, en su sitio. ¿Por qué tenemos bases militares por toda Europa de un país que ha asegurado que no va a defendernos? ¿Por qué utilizamos sus dólares? ¿Por qué mantener la cordialidad con quien se dedica a espiarte y a freírte a aranceles? ¿Por qué participar en una OTAN en la que uno de los miembros es más amigo de Putin que de sus supuestos aliados? ¿Por qué no refundar la alianza sin los que no parecen querer estar en ella? ¿America First? ¿Por qué no America Alone?

Y todo ello, con una evidencia: la apuesta de un país a largo plazo por la educación es algo que funciona. A lo mejor, sería bueno aprender de esa experiencia y dejar de descuidar lo que ha demostrado ser lo más importante para el futuro.