Cara y cruz de salidas en el primer sábado de Cuaresma
El inicio de la Cuaresma está marcada por la visita a los templos para contemplar besamanos, altares y conciertos, pero, sobre todo, por la oración. La asistencia a los cultos ha sido plena en la mayoría de los casos, reflejando una gran devoción. Todo transcurre a la perfección, salvo en los cultos externos, donde, de momento, la lluvia está dando poca tregua. La mañana transcurrió pasada por agua hasta el mediodía, con rachas de viento bastante fuertes. Sin embargo, nada fue impedimento para acudir a los besamanos y cumplir con esas tradiciones de Cuaresma que cada uno lleva dentro y vive a su manera. El día continuó y el sol hizo su aparición, pero por la tarde la lluvia intermitente volvió a la ciudad, dejando una situación de incertidumbre para las salidas y traslados. Algunas imágenes lograron salir, aunque finalmente terminaron mojándose. Es el día típico de no la decisión a tomar aunque la mayoría lo tuvieron claro. La primera en salir fue la Pastora de Santa Marina, desde la parroquia de la Candelaria, para rezar la corona seráfica en la misión que está llevando a cabo en los Tres Barrios con motivo de su coronación canónica. El tiempo justo y necesario para evangelizar en una de las zonas más humildes del país. A pesar de las inclemencias meteorológicas, la imagen ha podido salir en todas las ocasiones previstas. Este domingo se despide y regresa a la calle Amparo en vehículo, dando por finalizado este primer acto de muchos otros que la hermandad realizará hasta finales de septiembre. Misión cumplida. Le siguió la hermandad de la Estrella. Antes de la salida, la corporación anunció que el Señor de las Penas y la Virgen de la Estrella irían directamente a la parroquia de San Jacinto, donde se rezaría el vía crucis. Debido al riesgo de precipitaciones durante toda la tarde, se decidió suspender el rezo por las calles del barrio de Triana. El traslado fue fugaz, realizado en pocos minutos, en un recorrido tan breve que la lluvia no hizo acto de presencia. Así, pudo admirarse a la dolorosa vestida de hebrea de manera impecable, evocando una estampa de antaño. Cuando los titulares de la Estrella estaban entrando en San Jacinto desde la antigua calle Valflora, de manera natural se anunciaba que el Cristo de la Salud de la Carretería no saldría, por lo que el rezo del vía crucis se llevaría a cabo en el interior de la capilla. Esto implica que el crucificado no estará presente en la función principal de instituto, que se celebrará en la parroquia del Sagrario, como ya ha ocurrido en varias ocasiones, lamentablemente. El riesgo de lluvia y la alerta amarilla vigente durante prácticamente toda la jornada del domingo hicieron inviable la salida. El culto interno congregó a numerosos fieles en la capilla, donde la Virgen de la Luz y San Juan Evangelista estaban ubicados en el presbiterio, mientras que el Cristo de la Salud y la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad permanecían en la otra del templo. Una estampa hermosa para una tarde en la que esta hermandad vivió su fe desde el recogimiento. La siguiente en anunciar su no salida era la hermandad de la Soledad de San Buenaventura con el Cristo de la Salvación, decisión que tomó justo al finalizar la eucaristía. Este año, la corporación había adelantado la hora del culto externo, que, lamentablemente, no pudo celebrarse en la calle debido a la lluvia. Sin embargo, la jornada siguió siendo significativa en el interior del templo, con el besapiés y el rezo interno del vía crucis. Poco después, mientras la lluvia caía y dejaba de caer, Pino Montano decidía hacer el vía crucis por la calle, pero en la séptima estación, justo en la mitad del rezo, tuvieron que regresar apresuradamente a su sede canónica ante la aparición de agua, por lo que culminaron el culto dentro de la parroquia de San Isidro Labrador. El día concluyó con el Baratillo, que este año tuvo que retrasar el traslado y el último día de quinario de la Piedad y el Cristo de la Misericordia a la iglesia de San Jorge del hospital de la Caridad debido a cuestiones relacionadas con el templo donde cada año celebra su función principal de instituto. Numeroso público se concentraba en la calle Adriano cuando apareció la lluvia, lo que llevó a muchas personas a retirarse. Sin embargo, lo que nadie esperaba era que, minutos después de las diez de la noche, la hermandad decidiera realizar el traslado siguiendo el itinerario previsto. Se llevó a cabo de manera rápida, aunque al llegar a la altura de la capilla de las Aguas, la lluvia regresó. Un nuevo chubasco, de corta duración, no impidió que el Baratillo llevara a sus titulares a un templo que cerrará sus puertas el próximo lunes para dar inicio a las obras de restauración.
El inicio de la Cuaresma está marcada por la visita a los templos para contemplar besamanos, altares y conciertos, pero, sobre todo, por la oración. La asistencia a los cultos ha sido plena en la mayoría de los casos, reflejando una gran devoción. Todo transcurre a la perfección, salvo en los cultos externos, donde, de momento, la lluvia está dando poca tregua. La mañana transcurrió pasada por agua hasta el mediodía, con rachas de viento bastante fuertes. Sin embargo, nada fue impedimento para acudir a los besamanos y cumplir con esas tradiciones de Cuaresma que cada uno lleva dentro y vive a su manera. El día continuó y el sol hizo su aparición, pero por la tarde la lluvia intermitente volvió a la ciudad, dejando una situación de incertidumbre para las salidas y traslados. Algunas imágenes lograron salir, aunque finalmente terminaron mojándose. Es el día típico de no la decisión a tomar aunque la mayoría lo tuvieron claro. La primera en salir fue la Pastora de Santa Marina, desde la parroquia de la Candelaria, para rezar la corona seráfica en la misión que está llevando a cabo en los Tres Barrios con motivo de su coronación canónica. El tiempo justo y necesario para evangelizar en una de las zonas más humildes del país. A pesar de las inclemencias meteorológicas, la imagen ha podido salir en todas las ocasiones previstas. Este domingo se despide y regresa a la calle Amparo en vehículo, dando por finalizado este primer acto de muchos otros que la hermandad realizará hasta finales de septiembre. Misión cumplida. Le siguió la hermandad de la Estrella. Antes de la salida, la corporación anunció que el Señor de las Penas y la Virgen de la Estrella irían directamente a la parroquia de San Jacinto, donde se rezaría el vía crucis. Debido al riesgo de precipitaciones durante toda la tarde, se decidió suspender el rezo por las calles del barrio de Triana. El traslado fue fugaz, realizado en pocos minutos, en un recorrido tan breve que la lluvia no hizo acto de presencia. Así, pudo admirarse a la dolorosa vestida de hebrea de manera impecable, evocando una estampa de antaño. Cuando los titulares de la Estrella estaban entrando en San Jacinto desde la antigua calle Valflora, de manera natural se anunciaba que el Cristo de la Salud de la Carretería no saldría, por lo que el rezo del vía crucis se llevaría a cabo en el interior de la capilla. Esto implica que el crucificado no estará presente en la función principal de instituto, que se celebrará en la parroquia del Sagrario, como ya ha ocurrido en varias ocasiones, lamentablemente. El riesgo de lluvia y la alerta amarilla vigente durante prácticamente toda la jornada del domingo hicieron inviable la salida. El culto interno congregó a numerosos fieles en la capilla, donde la Virgen de la Luz y San Juan Evangelista estaban ubicados en el presbiterio, mientras que el Cristo de la Salud y la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad permanecían en la otra del templo. Una estampa hermosa para una tarde en la que esta hermandad vivió su fe desde el recogimiento. La siguiente en anunciar su no salida era la hermandad de la Soledad de San Buenaventura con el Cristo de la Salvación, decisión que tomó justo al finalizar la eucaristía. Este año, la corporación había adelantado la hora del culto externo, que, lamentablemente, no pudo celebrarse en la calle debido a la lluvia. Sin embargo, la jornada siguió siendo significativa en el interior del templo, con el besapiés y el rezo interno del vía crucis. Poco después, mientras la lluvia caía y dejaba de caer, Pino Montano decidía hacer el vía crucis por la calle, pero en la séptima estación, justo en la mitad del rezo, tuvieron que regresar apresuradamente a su sede canónica ante la aparición de agua, por lo que culminaron el culto dentro de la parroquia de San Isidro Labrador. El día concluyó con el Baratillo, que este año tuvo que retrasar el traslado y el último día de quinario de la Piedad y el Cristo de la Misericordia a la iglesia de San Jorge del hospital de la Caridad debido a cuestiones relacionadas con el templo donde cada año celebra su función principal de instituto. Numeroso público se concentraba en la calle Adriano cuando apareció la lluvia, lo que llevó a muchas personas a retirarse. Sin embargo, lo que nadie esperaba era que, minutos después de las diez de la noche, la hermandad decidiera realizar el traslado siguiendo el itinerario previsto. Se llevó a cabo de manera rápida, aunque al llegar a la altura de la capilla de las Aguas, la lluvia regresó. Un nuevo chubasco, de corta duración, no impidió que el Baratillo llevara a sus titulares a un templo que cerrará sus puertas el próximo lunes para dar inicio a las obras de restauración.
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