Apaguen Internet
Hay un sueño que permea desde siempre al poder. Cualquier forma de poder en cualquier contexto, era o cultura. Ese sueño es el de que hay cosas que pueden ocultársele al público. Los totalitarismos no solo son adictos a esta práctica, sino que la ejecutan a consciencia. Los métodos son numerosos y bien conocidos. De la censura previa a la prohibición lisa y llana, desde la obturación mecánica (vallas, muros, portales) hasta la apropiación de los medios de comunicación, la fase aguda de este mal es, paradójicamente, bien conocida. Pero hay un pero.Aunque requeriría un estudio más profundo que el que este breve texto pretende, la historia humana puede verse como un lento aumento de la transparencia. De la monserga del brujo animista que auguraba desastres tras un eclipse hasta las órbitas de Kepler, por citar dos hitos claros, los humanos hemos ido volviendo la cosa pública (res publica, en latín) cada vez menos opaca. Con tropiezos, lentamente y de forma heterogénea, cierto. Pero, aunque la pretensión de controlar la información está en el núcleo del poder, hoy se está volviendo cada vez más impracticable. Para lograrlo, como intentaron sin éxito con el libro hace cinco siglos, deberían apagar internet. Y mucho me temo que eso ya no es posible.

Hay un sueño que permea desde siempre al poder. Cualquier forma de poder en cualquier contexto, era o cultura. Ese sueño es el de que hay cosas que pueden ocultársele al público. Los totalitarismos no solo son adictos a esta práctica, sino que la ejecutan a consciencia. Los métodos son numerosos y bien conocidos. De la censura previa a la prohibición lisa y llana, desde la obturación mecánica (vallas, muros, portales) hasta la apropiación de los medios de comunicación, la fase aguda de este mal es, paradójicamente, bien conocida. Pero hay un pero.
Aunque requeriría un estudio más profundo que el que este breve texto pretende, la historia humana puede verse como un lento aumento de la transparencia. De la monserga del brujo animista que auguraba desastres tras un eclipse hasta las órbitas de Kepler, por citar dos hitos claros, los humanos hemos ido volviendo la cosa pública (res publica, en latín) cada vez menos opaca. Con tropiezos, lentamente y de forma heterogénea, cierto. Pero, aunque la pretensión de controlar la información está en el núcleo del poder, hoy se está volviendo cada vez más impracticable. Para lograrlo, como intentaron sin éxito con el libro hace cinco siglos, deberían apagar internet. Y mucho me temo que eso ya no es posible.