Análisis de Like a Dragon: Yakuza Pirate in Hawaii – Una aventura la mar de salada junto al Perro Loco de Shimano
Con 20 años ya entre nosotros, la franquicia Like a Dragon (anteriormente Yakuza) es conocida por su…


Con 20 años ya entre nosotros, la franquicia Like a Dragon (anteriormente Yakuza) es conocida por su inconfundible combinación de narrativa intensa, personajes profundos y carismáticos, así como mecánicas de combate que han ido superando el paso del tiempo. En esta ocasión, Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii se nos presenta como una audaz apuesta por parte de Ryu Ga Gotoku Studio, en la que el emblemático villano Goro Majima adopta un rol insólito: el de capitán pirata.
Si sois aficionados a la saga, en esta aventura encontraréis una oportunidad para redescubrir a este chulesco e impredecible personaje que, a pesar de sus oscuros orígenes, se reinventa y se enfrenta a desafíos en un entorno completamente nuevo. La narrativa, cargada de humor, tensión y momentos emotivos, se complementa de manera impecable con una jugabilidad que equilibra la acción y la estrategia, creando una experiencia que perdura en la memoria. Vamos a verlo.
La dualidad de Majima: de villano a héroe ambiguo
Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii nos sumerge en una historia cargada de misterio y redención. El relato se desarrolla en un contexto inesperado: tras un fatídico accidente en la costa hawaiana, Goro Majima despierta sin recuerdos de su pasado. Este recurso narrativo, la amnesia, es una herramienta clásica que permite no solo reinventar al personaje, sino también explorar nuevas facetas de su identidad y motivaciones.
Tradicionalmente, el «Perro Loco de Shimano» se ha caracterizado por su comportamiento impredecible y su aura de peligro. Sin embargo, en esta entrega se vislumbra una evolución sorprendente: el villano se transforma en un líder, asumiendo la responsabilidad de comandar el Goromaru, un imponente galeón que se convierte en su nuevo hogar y medio de vida.
La narrativa explora la tensión interna de un hombre que, a pesar de su oscuro pasado, busca redención en un mundo lleno de oportunidades y desafíos. Este giro enriquece la trama y nos permite conectar con un personaje que se debate entre la lealtad a sus antiguos instintos y la posibilidad de un nuevo comienzo. No es que de pronto sea el bueno de Ichiban Kasuga, pero Majima se vuelve algo menos visceral y más cabal, aunque manteniendo sus locuras.
Pero nuestro nuevo héroe no estará solo. La tripulación del Goromaru está compuesta por personajes variados y carismáticos, cada uno con su propia historia y motivaciones. Estas relaciones se desarrollan a lo largo de misiones que aportan profundidad emocional y contextualizan las decisiones del protagonista. La narrativa se expande a través de diálogos cargados de humor, momentos dramáticos y giros inesperados que te mantienen enganchado hasta el final.
Hawaii y la fusión cultural de un escenario vibrante
Como spin-off de Like a Dragon: Infinite Wealth que es, la ambientación en Hawaii vuelve a ser protagonista. Las coloridas playas, la vegetación exuberante y el trasfondo cultural propio de las islas ofrecen un escenario que contrasta marcadamente con otros de corte más japonés. La mezcla de tradiciones orientales y occidentales se plasma tanto en el diseño artístico como en la banda sonora, que fusiona melodías tradicionales hawaianas con ritmos modernos y toques de rock, creando una atmósfera absolutamente única.
Para ello, Ryu Ga Gotoku ha vuelto a apostar por el Dragon Engine, un motor gráfico al que se le ve un poco el cartoncillo pero que no pone impedimentos para lucir y rendir con decencia. Así, el título ha sido optimizado para funcionar sin problemas tanto en Xbox Series X como en Xbox Series S. La fluidez en los combates, la estabilidad en las transiciones entre escenarios y la respuesta inmediata de los controles son testimonio de la dedicación del estudio para ofrecer una experiencia sin interrupciones. Además, los tiempos de carga, siempre tan presentes en la saga, han sido reducidos considerablemente, lo cual es crucial en un título que alterna momentos de alta tensión y exploración.
Al abordaje entre el combate tradicional y el naval
La jugabilidad de Like a Dragon: Yakuza Pirate in Hawaii combina elementos clásicos de la serie con nuevas mecánicas orientadas a la temática pirata. Esta dualidad ofrece una experiencia variada, en la que cada modalidad de juego aporta su propio desafío y actividades. En tierra, el sistema de combate mantiene la esencia que ha caracterizado a Like a Dragon durante años, y se divide en dos estilos de combate; Perro Loco: estilo clásico con katana, veloz e impredecible, y Lobo de Mar: un nuevo estilo con dos sables pirata y combos espectaculares.
Como no podía ser de otro modo, la progresión del personaje está presente y adaptada al mismo. Mediante la consecución de dinero y puntos de merecimiento, Majima puede adquirir habilidades y mejoras. También lo hará a través de los tesoros que irá encontrando en las islas que actúan como mazmorras, como anillos para cada uno de sus 10 dedos y unos instrumentos musicales que hacen las veces de ataques especiales, tan harmónicos como devastadores.
La introducción de combates navales representa una innovación notable en esta entrega. El Goromaru no es solo un escenario pasivo o un medio de transporte entre islas, sino que se convierte en el epicentro de la acción en alta mar. Las batallas navales nos obligan a adoptar una perspectiva estratégica, ya que debemos gestionar recursos, mejoras, personal y la posición del barco para obtener ventaja sobre sus adversarios.
Cada enfrentamiento marítimo es un desafío en sí mismo: los combates requieren precisión en el manejo de cañones, maniobras evasivas y una coordinación impecable con la tripulación. La posibilidad de abordar barcos enemigos añade un toque de adrenalina, donde el combate se traslada a cubierta y se intensifica en combates cuerpo a cuerpo. Estas secciones están diseñadas para romper la rutina y ofrecer al jugador una experiencia variada que complementa la acción en tierra.
Un hartón de minijuegos y actividades secundarias
Una de las señas de identidad de la saga es la amplia oferta de minijuegos y actividades secundarias. En Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii no es la excepción. Además de las misiones principales y las batallas, el juego ofrece múltiples opciones para disfrutar de momentos más relajados y, en ocasiones, hilarantes.
Karaoke, juegos de cartas, dardos, bateo, golf, carreras de karts o las clásicas recreativas de SEGA están presentes en las grandes localizaciones del juego, como Honolulu o Madlantis. Cada actividad está cuidadosamente diseñada para reflejar el espíritu lúdico y la diversidad cultural de la región. Estos minijuegos no solo sirven como distracción, sino que además permiten al jugador obtener recompensas adicionales y profundizar en la construcción del mundo, haciendo que cada rincón del juego se sienta vivo y lleno de posibilidades.
Pero donde más tiempo vamos a pasar es en el Coliseo. La «arena» de esta entrega es un escenario de mar cerrado donde participaremos en trifulcas contra otras tripulaciones en las que el dinero y el prestigio están en juego. Así, podremos ir mejorando el Goromaru para cada vez superar a flotas más potentes y ser la embarcación más temida de todas.
Conclusión de Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii
Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii, es una entrega ambiciosa y arriesgada que consigue ofrecer una experiencia «la mar de refrescante». La audaz transformación de Goro Majima, pasando de ser un villano emblemático a un capitán pirata en busca de redención, es el eje central de una narrativa rica y llena de matices. La combinación de combates en tierra y batallas navales aporta un dinamismo fresco que desafía las convenciones del género, mientras que el diseño artístico y la ambientación en Hawaii aumentan el valor estético del juego hasta el sobresaliente.
No obstante, no todo es perfecto. La exploración marítima, a pesar de su originalidad, se ve limitada en ciertos aspectos, especialmente en la cantidad de áreas disponibles para explorar y en la profundidad de algunos entornos. Asimismo, algunas misiones secundarias pueden caer en la repetitividad y no son tan ingeniosas o hilarantes como en otras entregas, lo que en ocasiones rompe la continuidad de una experiencia que, en general, se siente bastante pulida y cuidada.
En definitiva, Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii se erige como un título que desafía las convenciones establecidas y se atreve a fusionar lo mejor de dos mundos: la tradición de una saga consolidada y la innovación de nuevas mecánicas y escenarios. Esta entrega es un claro ejemplo de cómo el riesgo creativo puede dar lugar a experiencias memorables, capaces de sorprender tanto a los seguidores de siempre como a aquellos que se inician en el universo Like a Dragon.
Gojima no es Ichiban ni pretende serlo, pero te lo vas a «pasar pirata» junto a él y su tripulación.