El 14 de julio de 1936, cuatro días antes de que estallara la Guerra Civil, en el cementerio de la Almudena, en Madrid, hubo dos entierros. En primer lugar, el del teniente José Castillo , cuyo ataúd fue envuelto en una bandera roja y saludado con el puño en alto por una multitud de socialistas, comunistas y guardias de asalto. Unas horas más tarde, el cuerpo del exministro de Hacienda, José Calvo Sotelo , amortajado con el hábito de capuchino, descendía a otra tumba rodeado por una enorme muchedumbre que saludaba con el brazo en alto al estilo fascista. El Gobierno había prohibido que el cadáver de este último fuese velado, como era costumbre, en la Academia de Jurisprudencia, pero...
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